El 17 de junio se conmemora la muerte del general Martín Miguel de Güemes. Un caudillo popular que resistió las invasiones realistas sin renunciar a su pertenencia a la oligarquía del interior.
Lunes 13 de junio de 2022
Esta fecha conmemorativa hacia Martín Miguel de Güemes fue aprobada por el Senado en 2016, despertando apoyos y rechazos. Sin embargo, pasan los gobiernos y la burguesía argentina, junto a su séquito de historiadores como Felipe Pigna, mantienen con matices lo esencial de la historia mitrista: el panteón de héroes. La construcción del relato histórico basado en las grandes gestas de héroes, la mayoría militares, o los presidentes; instala a figuras políticas por encima de los hechos y las intencionalidades políticas. Así como San Martín fue probritánico, Sarmiento impulsó la Campaña al Desierto de Roca, Güemes fue un caudillo popular que resistió las invasiones realistas en el norte sin renunciar a su pertenencia a la oligárquica del interior.
Güemes fue un salteño que estudió desde los 14 años la carrera militar ingresando a Infantería, combatió en la primera invasión inglesa y durante 1815 y 1821 fue designado gobernador de Salta y Jujuy. Durante este período resistió los ataques de las tropas realistas que disputaban el territorio al norte de país. Su resistencia en el actual noroeste argentino está combinada con los logros de San Martín que derrotaba a los realistas en Chile y Perú. La carrera militar de Güemes, no solo es reivindicada por el FPV sino también por la Escuela de Gendarmería que lleva su nombre y otras fuerzas, como la policía de Salta.
En 1817, Güemes descubre las intenciones realistas del mariscal de la Serna de invadir con 5.000 hombres la ciudad de Salta. Ante la posibilidad de estos hechos, Güemes prepara la resistencia combinando la “guerra de guerrillas” en el norte del territorio con la resistencia tenaz del pueblo salteño cansado de guerras y, como consecuencia, de las penurias económicas. Durante el período independentista el pueblo salteño resistió a nueve invasiones españolas, no solo peleó contra los realistas sino también contra la oligarquía salteña que lo oprimía. Sufrió las consecuencias de una tierra devastada por la guerras de la independencia y por la interrupción del comercio con el Alto Perú, única vía para la obtención de víveres.
Ésta fue la base que le permitió a Güemes construir un entramado de poder político regional como jefe o caudillo indiscutido del interior y también un ejército de gauchos y desposeídos que se sometían a sus órdenes para subsistir. A cambio de incorporarlos a su ejército, Güemes le otorgaba la quita del pago del tributo que muchos pagaban aún a la elite salteña. De esta forma construía un poder basado en al arbitraje sobre los grupos oligárquicos y populares. La estrategia de utilización de la “guerrilla gaucha” contra el avance realista fortaleció el poder de la oligarquía criolla norteña a la que Güemes perteneció.
Si bien Güemes construyó su base de poder basada en el apoyo popular, resistiendo sin acompañamiento porteño a los ejércitos realistas, la elite burguesa de Buenos Aires no lo vio como un peligro al no proponer una reforma agraria o la participación política de las masas. Su preocupación pasaba por Artigas –y su control del Litoral y la Banda Oriental–, su estrategia política de entrega de tierras y su modelo político federativo.
El año 1821, significó para Güemes un año difícil. El Cabildo de Salta, dominado por los sectores conservadores y terratenientes, decide deponerlo como gobernador con el apoyo de los realistas. Como respuesta, impulsa la “Guerra Gaucha” con un doble objetivo: derrotar a los realistas y recuperar el poder político, lo que logra. El general Olañeta envió desde Yavi 600 infantes a las órdenes del coronel José María Valdés (alias el Barbarucho), quien marchó a Purmamarca. Desde allí, por senderos desiertos rodeó la serranía de las Tres Cruces y del Nevado de Chañi, guiado por miembros de la familia realista Archondo. El 6 de junio tomó por sorpresa Salta, en donde una de sus partidas logró herir a Güemes. Herido se reúne con los oficiales, les traspasa el mando y da las indicaciones para lo que será el freno realista en el norte del actual territorio argentino. Muere 10 días después en la Cañada de la Horqueta.