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Red Internacional
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COVID-19. Guía Bioética, Covid 19 y la miseria de lo posible

La Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica pretende definir que podrán prevalecer los cuidados intensivos a los más jóvenes sobre pacientes de mayor edad.

Jueves 16 de abril de 2020

El 10 de abril de 2020 en la página del Consejo de Salubridad General del gobierno de México, se publicó la “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica” en la que se señala: “…la toma de decisiones de triaje cuando una emergencia de salud pública genera una demanda en los recursos de medicina crítica que no es posible satisfacer.”

La Guía, genero una enorme polémica estos días porque, entre otras situaciones, señala que “En caso de que exista un empate en el puntaje de priorización entre dos o más pacientes, el proceso para resolverlo será el siguiente: En un primer momento se deberá de recurrir al principio vida completa. Ello quiere decir que, pacientes más jóvenes han de recibir atención de cuidados intensivos sobre pacientes de mayor edad.”

No podemos olvidar que la emergencia por el Covid 19 evidencio los aspectos más crudos y brutales del capitalismo en cuanto a las condiciones del sector más requerido en la pandemia, el de la Salud; y ello motivó la redacción de una serie de directrices más concretas respecto al proceder de los trabajadores de la salud sobre cómo tratar a los pacientes en estado crítico.

Ésta, no es la primera Guía Bioética que se pone a discusión, pero su publicación en contexto de pandemia puso sobre la mesa de debate masivo un tema que ya se venía discutiendo en las altas esferas: sobre qué hacer con la población de mayor de edad, población que, en la perspectiva tecnocrática, es una “carga” para las finanzas públicas y los sistemas de salud.

Por solo dar dos ejemplos, recordemos cuando el gobernador del estado de Texas, en Estados Unidos, declaró: “los abuelos (como él) están dispuestos a dejarse morir para salvar la economía nacional” ; o cuando la ex directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, aseguró que: “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global”. Estas expresiones, solo pueden demostrar el desprecio por la vida humana, y en específico por la vida de los mayores de edad.

En este sentido, la Guía Bioética también fue objeto de duras observaciones porque, en resumidas cuentas, considera que las vidas de los adultos mayores son menos importantes que la de los jóvenes. Ante la ola de críticas, el 15 de abril, el Consejo responsable del documento aseguro que sólo se trataba de un borrador y que aún debía ser revisado.

Pero, yendo más a fondo, esta Guía Bioética, parte de la premisa de que hay escases de recursos médicos para enfrentar la pandemia; o sea, que los recursos médicos no están en las proporciones sifucientes para cubrir las necesidades de la población que lo demanda, por lo que es necesario crear criterios para saber a quién se han de asignar los recursos disponibles.

Uno de los problemas con esta definición es que parte de una escases artificial, es decir, los bienes y servicios sí existe, o al menos, está la posibilidad de conseguirlos de forma suficiente para la atención de los todos los enfermos que lo requieran; el problema no se encuentra allí sino, en que dichos recursos disponibles y los que se tiene la posibilidad de fabricar, están mal distribuidos -acaparados por unos cuantos que responden al interés de acumulación de ganancia-, o no se prevé garantizar su fabricación o compra en función de las necesidades de la población, despreciando por completo la vida humana y privilegiando las ganancias capitalistas.

El caso mexicano es tristemente paradigmático en este sentido. Se ha repetido hasta la saciedad, la insuficiencia de insumos médicos en el servicio público para tratar a los trabajadores formales e informales, y si bien es cierto que el desmantelamiento de la red pública viene de gobiernos anteriores, también es cierto que en lo que va del gobierno de la 4T hubo recortes de todo tipo en el sector salud, mientras se mantiene un presupuesto millonario para la militarización del país, pues para la Guardia Nacional no escasean los recursos.

Es importante precisar que las autoridades tienen la obligación de garantizar todos y cada uno de los derechos humanos universales (que nos corresponden a todas y todos), como a la salud pública y a una vida digna, a través de la maximización de los recursos, lo que implica que, al cumplimiento del derecho a la salud, se deben asignar mayores recursos y cantidades en función del gasto público, por lo que, si no se observan estos elementos, ello equivale a una violación sistemática a los derechos humanos por parte del Estado mexicano.

Guía Bioética clasista

Si bien la Guía Bioética pretende ser un norte para la práctica médica en todo México, la realidad es que su aplicación será el parámetro para los hospitales del sector público -aquellos que usan las mayorías laboriosas-, ¿por qué?, la respuesta simple: quienes pueden pagar por un servicio médico privado, por lo general, no tienen que enfrentar los criterios de asignación de recursos, porque en la lógica privada el criterio máximo es “el que paga manda”.

Entonces, dentro de la miseria de lo posible, la decisión de quién muere y quién vive a causa de falta de insumos médicos y presupuesto, recae sobre los trabajadores y sus familias, quienes no tienen más opción que recurrir a la salud pública.

¿Cuál puede ser la solución ante esta escasez artificial que nos pretende imponer como única verdad?

En nuestra opinión, la única salida racional es la centralización del sistema de salud público y privado bajo el control de los trabajadores del sector y al servicio de toda la población, pero no sólo por la emergencia por el Covid 19 sino, para todos los demás padecimientos que se presentan y que, en la mayoría de los casos, es por las malas condiciones de vida y alimentación producto de la precarización de millones. Medida que, a la vez, es fundamental para acabar con el negocio de la salud en manos de unos pocos millonarios, y con la atención de primera, segunda y tercera calidad.