Fue presentado oficialmente como el nuevo conductor del plantel xeneize. La polémica por su salida prematura de Huracán hizo más ruido que su currículum. ¿Es un DT a la altura de este Boca en crisis?
Augusto Dorado @AugustoDorado
Jueves 3 de enero de 2019 00:00
En una conferencia de prensa en la que habló casi 3 cuartos de hora, Gustavo Alfaro asumió la dirección técnica de Boca Juniors. Al ruido que generó primero el rumor y luego la confirmación de que rescindía su contrato con Huracán para llegar al club de la Ribera, le sumó más ruido con una serie de declaraciones estruendosas, como los fuegos artificiales de estas épocas findeañeras.
Vayamos por partes. Por empezar, despejemos el melodrama de la “traición” –más allá de que es más que entendible ese sentimiento en hinchas del Globo- porque Alfaro hizo el movimiento contrario al que suelen hacer las dirigencias de los clubes: rescindir un contrato fuera de los términos preestablecidos por conveniencia. Lo que sufren el 90 % de los DT (e incluso podía ser el destino ineludible de Alfaro con una seguidilla de tropiezos, más allá de un resultado global bueno para Huracán porque lo sacó de zona de descenso, lo que era el objetivo original), lo sufre relativamente el club de Parque Patricios. Según palabras de Alfaro, el propio Naur (presidente de Huracán) lo alentó a tomar la decisión de mudarse de barrio. Alfaro incluso leyó el artículo 88 de la Ley de Contratos de Trabajo (LCT) para justificar lo que no necesita justificación: elegir el lugar que considera que más le conviene para trabajar. Punto.
No se puede poner a clubes y técnicos a la misma altura de la idea de "respetar contratos". Es distinta correlación de fuerzas, equiparable a lo que pasa con empresa y trabajadores. Es creer que el empleado tiene la misma libertad de elección que el patrón. No. Hablo de Alfaro.
— Alejandro Wall (@alejwall) 3 de enero de 2019
Pero toda esa parafernalia azuzada por muchos de los grandes medios especializados (que en temporada de verano necesitan rellenar con lo que sea su programación de 24 hs continuas, ante la escasez de eventos deportivos) para lo único que sirvió es para generar mayor expectativa y “vender” mejor a un DT que a priori no parece tener el pulso para comandar el timón de un gigante como es Boca, a la deriva de (lo que considera) sus fracasos (léase, no haber cosechado títulos internacionales pese a varios campeonatos locales que obtuvo cómodo pero sin gran brillo). Entonces, ¿Alfaro es un DT a la altura de Boca?
Las primeras declaraciones pareciera que no lo ayudan: al plantear lo que la hinchada quiere escuchar –“que vino a ganar la Libertadores”-, al poner su desafío en términos de “todo o nada” y “cielo o infierno”, se cargó una presión extra antes de empezar; y al elegir a Carlos Tévez como el referente del plantel que comenzará a conducir también se carga un potencial problema porque el “Apache” pesó muy poco futbolísticamente en el último período y tiende a generar recelos en sectores del plantel por sus declaraciones siempre complacientes con la dirigencia y duras para con sus propios compañeros; Tévez ya no parece estar a la altura de transformarse ni en referente futbolístico ni en vocero del grupo.
Tratando de mirar con objetividad, Alfaro es un tipo serio que gusta de trabajar con disciplina, apuntando a la prolijidad de sus equipos, al menor margen de error posible sobre todo en el aspecto defensivo sin desesperarse por imponer peso ofensivo. ¿Es el mejor perfil para un equipo que con delanteros en abundancia tiene en el peso ofensivo uno de sus puntos fuertes? Claro que el llamado “mercado de pases” está abierto y pueden emigrar varios como Benedetto o Pavón. Además la realidad de la economía argentina (sobre todo la devaluación respecto al dólar) le impone al fútbol argentino el triste éxodo de muchas de sus figuras. Pero Boca es el club más poderoso económicamente del fútbol argentino y puede compensar las bajas con los reemplazos del “mercado interno” que se le antojen. La realidad de este Boca no es la de un Huracán asediado que se armó para objetivos inmediatos como no descender; Boca necesita armarse para objetivos a largo plazo como ganar una Libertadores que ni siquiera empezó a jugar y que se transforma cada vez más en una obsesión (sentimiento que comienza a actuar como su talón de Aquiles).
A favor de Alfaro: hay que verlo desarrollando su experiencia contando con muchos más recursos de los que acostumbra. Tal vez termine siendo una sorpresa. Pero el recurso con el que seguramente no contará es con paciencia de la hinchada y de la dirigencia que hoy lo encumbra, incluyendo a Mauricio Macri que operó por la llegada de Alfaro “desde afuera” (interrumpiendo uno de sus eternos descansos vacacionales), dirigencia que mira calendarios electorales tanto nacional como azul y oro. Por las dudas, Angelici tomó distancia descargando la responsabilidad en Nico Burdisso (flamante “director deportivo” de Boca) y posando como “opuesto” a la llegada de Alfaro. Todo puede ser un cóctel que detone lo que tal vez termine siendo sólo una bomba de humo. Veremos.