Reproducimos la experiencia de un jóven a propósito de una experiencia sobre el cuidado sexual y la responsabilidad de los Gobiernos oficiales y opositores en el ámbito de la salud y la educación sexual.
Lunes 7 de noviembre de 2016 02:10
Hasta el método más efectivo para la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual puede fallaR. Sexo casual, un preservativo roto y la carrera por conseguir la Profilaxis Post Exposición.
La primera vez que escuché hablar de la Profilaxis Post Exposición (PPE) fue en un Ciclo Positivo en Casa Brandon; durante la charla se hizo foco en parejas serodiscordantes que pudieran tener algún accidente durante la práctica sexual.
La profilaxis consiste en tomar un cóctel de antirretrovirales dentro de las 72 hs luego del accidente (de ser posible en las dos primeras horas) para prevenir que dicha exposición no resulte en una infección.
Te puede interesar: Buscan reformar la Ley Nacional de Sida
Podría decir que formo parte de la generación que, luego de la aparición del VIH y el descubrimiento del preservativo como método más eficaz para la prevención, absorbió esa idea de que el forro es el límite. Durante gran parte de nuestra adolescencia, nos bombardearon con frases como: “Usar preservativo es cuidarte”, “El condón siempre”, “Usa la cabeza y ponete forro”, etc. Nos inculcaron que la única manera correcta de disfrutar del sexo era integrando al condón en nuestras prácticas.
Entré en la guardia de la Corporación Médica de San Martín cerca de las dos de la mañana, cuando la recepcionista me consultó por qué iba, le respondí a secas que tuve una situación de riesgo sexual. Una vez en el consultorio le expliqué al médico lo ocurrido: práctica sexual ocasional en la que por primera vez se rompe el preservativo luego de la eyaculación. Quiso indagar más y me preguntó si fue con un hombre o con una mujer y le aclaré que con un chico, si él era positivo y le dije que no lo sabía ni tenía manera de averiguarlo. Volvió hacía mí y me preguntó si era positivo, respondí que no y que por eso me acercaba, pregunto por mi rol durante la práctica y le dije que pasivo. La respuesta del médico fue – Mirá, lo que debes hacer es esperar unos días y ver si levantas fiebre o tenes alguna secreción en el pene, en el caso de que pase eso volves a la consulta- lejos de tranquilizarme, me alteró. No entendía el por qué de la secreción en el pene en una práctica en la que fui pasivo, tampoco por qué el médico me mandaba a esperar unos días para ver lo que me pasaba.
Podes leer: Mendoza: rechazan dichos discriminatorios sobre personas que viven con VIH
Llamé a un amigo y me recomendó que fuese a otro lugar, me acerqué al Hospital Dr. Diego Thompson de San Martín. Al médico que me atendió le detallé lo mismo que le había dicho al de la clínica y me dijo que me correspondía tomar la profilaxis, pero que lamentablemente no contaban con los insumos. Habló de un kit de emergencia que deberían tener, pero que jamás estuvo. Me tranquilizó diciéndome que al otro día me acercara a otra clínica de mi cobertura médica, que si allí no obtenía una respuesta satisfactoria que fuese directamente a algún hospital que cuente área infectológica especializada y me recomendó el Hospital Muñiz. Con el reloj corriendo y en menos de las 48 hs la cobertura médica me envió al trabajo un cadete con AZT y 3TC, que fue lo que me había indicado la doctora que me atendió en la guardia del Stamboulian.
Pasaron más de 30 años del descubrimiento del VIH y todavía se lo liga directamente con varones homosexuales, nos presentan como el único grupo de riesgo capaz de contraer el virus. Por su parte, pareciera frente a un caso de accidente sexual, las parejas heterosexuales cis corren únicamente con el riesgo de un embarazo no deseado, es decir que la única respuesta que se les presenta es la “pastilla del día después”.
El avance de la ciencia permite que hoy las personas puedan convivir con el virus, pero todavía nos resta mucho por construir desde lo cultural. El VIH es tabú porque una de sus vías de transmisión es de manera sexual, pero no deja de ser una enfermedad crónica como la diabetes y de ella no nos cuesta hablar.
En el colegio nos enseñan sobre el surgimiento, cómo se transmite, los síntomas y cómo puede afectar a nuestro cuerpo, pero poco hablamos de cómo es convivir con el virus. No sabemos lo importante que es la adherencia al tratamiento, que si bien la medicación ocupa el rol principal existen otros factores que repercuten, como por ejemplo una buena atención médica, un círculo de contención y el rompimiento con el estigma.
Lee también: HIV: dos millones y medio de nuevos casos por año
La educación sexual que recibimos fue escasa y heteronormativa, el foco puesto en la prevención pero desde el miedo. No nos dieron las herramientas para empoderarnos, de lo único que nos hablaron fueron de las Enfermedades de Transmisión Sexual y poco acerca del disfrute.
Más sobre el tema: Educación sexual: el debate en los colegios secundarios
Usa preservativo, usa preservativo, usa preservativo...
El Estado entrega en forma gratuita (y hoy escasea) condones para penes, las personas con vaginas deben conformarse con cortarlo y armar un campo de látex o si quieren uno para sus genitales deben comprarlo, pero no lo consiguen en kiosco de la esquina.