Compartimos un texto homenaje del escritor y poeta Germán Gorosito al poeta Horacio Bascuñan.
Lunes 27 de febrero de 2023 11:55
El pasado 24 de febrero, a las 21.50 horas de Argentina, partió de este mundo Horacio Bascuñan. Su compañera de vida Elena Obregón, que hasta el último minuto estuvo a su lado, fue su pilar junto a su hija Devra, en la lucha por reclamar el abandono que las instituciones del estado, hacen con quienes más lo necesitan.
Un silencio espeso cubrió la ciudad de Neuquén capital, y una bruma de tristeza nos golpeó profundo el pecho. Los ríos detuvieron su marcha por un instante, para que las aves pudieran llevar la noticia a todo el cielo de la Patagonia.
Horacio, el poeta, había partido de su Linares natal, escapando al fusil y a la tortura, en aquel frío 11 de setiembre de 1973, en que Chile recibía un golpe de estado de los más cruentos y letales de la región.
Desde niño tuvo una gran curiosidad por los libros y las palabras, en la escuela logró lucirse con sus discursos y recitados.
Creo que desde la primaria se me hizo una especie de fama de poeta, no solo porque me gustaba leer y escribir, sino porque también me interesaba pararme frente a los demás y con mi propia voz dar a conocer
algún texto, por ejemplo, sobre la gesta de Iquique, como fue la primera vez que me subí al escenario en un acto de la escuela.
Yo creo que es un oficio en el que nunca me sentí escritor, nunca pensé ser escritor, nunca planeé serlo. Este oficio en mí se fue dando.
Es un oficio donde el hallazgo es encontrar cosas que uno no pensó desde un principio, es tal vez encontrar las palabras para algo que uno traía dormido.1
Uno de sus tíos trabajaba en el diario El Heraldo, de su ciudad, y fue quien lo acercó al mundo de las letras.
Horacio fue un estudiante excelente, y pronto se unió al grupo MÁS ,que estaba formado por poetas, artistas,lectores, y que además realizaban actividades culturales en la comunidad. El grupo MÁS juntaba a Jorge Yáñez Olave, Horacio Bascuñan y otros compañeros que dedicaban horas a las actividades culturales en torno a los derechos humanos, la denuncia, siempre con la poesía como principal arma.
Horacio va sumando su militancia y haciendo más activa su participación, en lo previo a la llegada de Allende a la presidencia. El día que gana Allende, es recordado por Horacio como épico. Allende habló desde un balcón sobre la Federación Universitaria, que juntaba estudiantes y militantes de pensamientos de izquierda. En un discurso emocionante para Horacio, que lo vivió en su ciudad de Linares, donde estaba la sociedad dividida, y que lo recuerda con sus ojos empañados, como buscando en algún horizonte perdido las palabras del Chicho.
Horacio conoce también a Allende, y puede presentarse y cruzar palabras, ya que tenía entre sus tareas la organización de los actos públicos en la municipalidad de Linares.
Recuerdo que se presentaba Allende con un atril de madera, donde se tomaba firmemente con las dos manos. En el piso del escenario, debajo del atril, había una caja de violín con una ametralladora para cualquier situación que se pudiera dar.
Yo estuve cerca de él por trabajar en el municipio y nos encargábamos de organizar la visita desde el protocolo que se llevaba adelante en los actos.
Era un hombre bueno pero firme, muy querido por el pueblo y muy odiado por lo que decía, por lo que planteaba. La Oligarquía sentía asco por Allende. Pero el pueblo detenía todo para escucharlo. 1
Horacio conoce a Fidel Castro, quien recibe a un grupo de artistas y militantes. Lo define como alguien de gran presencia, alto, seguro de sus convicciones, que todo lo observa y todo lo escucha. Un hombre que impone una imagen gigante, desde el momento en que aparece. En esa reunión tan esperada por todos, Fidel se dedicó a intercambiar conceptos sobre los medios de producción que la geografía chilena presenta, en particular en la ciudad de Linares. Y les pregunta a todos los presentes:
—¿Y ustedes, qué producen en Linares?
En ese momento estaba vigente la industria de la betarraga.
—Hacemos azúcar de betarraga, remolacha.
Fidel dice a modo de broma —¡Cuidado, no queremos competencia con la venta de azúcar en Cuba!
Después nos comenta sobre cómo pusieron en marcha la industria en su país, cómo fueron mejorando sus métodos y su organización en el trabajo, y todo lo que teníamos para aprender los chilenos de nuestra
propia experiencia.
El trabajo que debíamos hacer con la gente, todos debíamos ser ahora revolucionarios, parte de la revolución, nadie afuera.
Finalizando la conversación, que duró unas dos horas, y en la que el comandante recorrió distintos aspectos de la post revolución, de la puesta en marcha de un nuevo país, en producción, Fidel dice:
—Bueno me despido y les pido que por favor me escriban cartas, es fácil, simplemente envían un sobre a Cuba a mi nombre, todos me conocen ahí.1
En los momentos previos al golpe, durante la huelga de camioneros que no cesa, y donde todo tipo de transporte queda bloqueado, Horacio recuerda:
Chile es una larga y angosta faja de tierra, los camioneros al cortar la ruta dejaban a todo el país sin alimentos ni remedios. El partido comunista bregaba por la transición al socialismo en paz. Horacio conoció al General Schnaider, que lo recibió en una reunión junto a otros compañeros para conciliar la lucha en las calles y evitar muertos, porque ya se venía el golpe.1
El día del golpe Horacio estaba en su casa, ya tenía sus hijos pequeños, no tenían ningún tipo de plan de acción, pero sabían que podía pasar.
Yo había estado en Santiago hacía unos días en una reunión con la cúpula del partido Comunista, para organizar la defensa ante el avance del partido nacional fascista, Patria y libertad. Luego nos mandaron de vuelta a Linares. Nos dijeron que teníamos que resistir, pero no teníamos armas, y el partido no quería ponerlas en manos de los militantes hasta el último momento. Luego nos fueron repartiendo a todos custodiados, dada la inseguridad que corríamos. Sin embargo, en las calles de Linares no había ningún movimiento.
Esa noche cada uno fue a su casa, de alguna manera a despedirse, porque sabíamos que el golpe venía y no sabíamos por dónde íbamos a salir. Mi hijo comenzó a tartamudear cuando los milicos entraron a mi casa a revisar si yo estaba ahí.
Yo ya me había despedido de mis padres, de mi mujer y de mis hijos. Así es que recibí la recomendación de tomar camino a la cordillera rumbo a la Argentina.
En la mitad del camino tuvimos que atravesar una barrera de los milicos con el jeep que nos trasladaba. Nunca encontramos la ayuda que esperábamos, solo el jeep.1
Mientras Horacio se escondía del ejército e intentaba una salida a tanta persecución y muerte que sufrían sus compañeros a lo largo del país, el día 15 de septiembre de 1973, su nombre aparecía en el Bando número 14 de la Jefatura de Plaza Provincia de Linares.
Justo 60 días después de haberse escondido en las afueras de Linares, Horacio decide intentar cruzar la cordillera de los andes a pie, y llegar a la Argentina.
Y esa aventura comienza en el río Maule.
Pasaron necesidades de agua, hambre, y miedo, porque evitaban acercarse pensando que podían estar buscándolos por esos caminos. Era sentir la muerte tras sus pasos, y mientras sus compañeros iban cayendo minuto a minuto, ellos daban pasos hacia una libertad soñada.
Así llegaron a la frontera con Argentina.
También hubo quienes los traicionaron, avisando a los carabineros, pero por suerte no fueron atrapados. La nieve los complicó en los últimos momentos, pero al pasar a Argentina, todo fue llanto y sentir la libertad en estado de pureza. El lugar de llegada fue donde nace el río Neuquén, Barros negros, Pichi Neuquén, cercano a Varvarco, un puesto, un lugar con un techo precario, donde paran los paisanos que hacen la veranada. Y ese refugio fue donde tomaron contacto con los primeros habitantes de la región, con un poco de miedo e incertidumbre, sin embargo, tuvieron suerte en los primeros días, que fueron los momentos clave.
Horacio va a estar en el norte neuquino unos meses, y luego se instalará en Neuquén capital. Probablemente en Villa Farell inicialmente,luego pasarán por otros barrios.
Allí Horacio será un improvisado dibujante técnico, ingresando a trabajar en una empresa de arquitectura, en la que aprenderá el oficio, luego de pasar por la obra.
Es así cómo será el encargado de hacer los planos, año 1976, en los tableros de dibujo y con papel vegetal y tinta estilográfica. Horacio sigue en su hogar dibujando fuera del horario de trabajo en la empresa. Ahí se escuchaba la radio cooperativa de Chile, por AM. Esa actividad duraba a veces toda la noche, Horacio trabajó en esa empresa hasta finalmente jubilarse.
Con el tiempo se va a convertir en un hombre de radio, sus programas tenían una producción exquisita, la poesía era un don que le nacía naturalmente y llegaba a todo el mundo. Acompañó a los obreros de Zanón, a las madres y abuelas, al maestro asesinado, cada vez que se necesitaba el grito valiente del pueblo, Horacio aparecía con su voz de trueno para hacerle frente a los poderosos, con su arma letal, la palabra.
En 2020, y luego de una investigación, presentamos el libro La voz de la sombra, un libro reversible, ya que posee dos tapas, quienes deseen leerlo podrán iniciar su lectura por la obra de Horacio, o por la biografía del poeta, hecha narración poética.
El mismo se puede adquirir comunicándose al 299 5016493.
Horacio Bascuñan es el poeta del pueblo.
Aquel que da su voz y su cuerpo para contar el sufrimiento de cada piedra, de cada brisa. Aquel que canta al maestro asesinado, y a la mujer que en silencio
despinta sus lágrimas. Horacio gusta más de ser escuchado que leído. Su voz en cada palabra resuena como un canto desde el tiempo, un canto que flota en el viento, y que trae con él la buena nueva y la mala de siempre. Dueño de un oscuro dolor por la pérdida de un hijo, de esos que nunca sanan.
Esperanzador, revolucionario, lleno de silencios y lleno de gritos, es el verso que de su boca vuela. El Horacio, o el Bascu como muchos lo llaman.
Anda caminando estos caminos, y otros tantos. Al costado de la historia, esquivando la muerte, de frente a la vida. Recordando su Chile natal, su adorado campo de Linares. Horacio es más que un escritor para nosotros, los que habitamos estas tierras del Valle. Es un duende que siempre está despierto, que nos cobija con su arrullo, que nos canta y nos cuenta, que nos previene la tristeza dura del árbol, la pobreza inminente del hombre, las manos firmes de la mujer en lucha. Horacio se ha convertido, acaso, en un guardián de las preguntas, un observador de los vaivenes de la tierra, un latido como del viento, que no para, que no se detiene. Y a cada paso, su mano abierta, su puño al cielo, sus ojos de palabra desdeñada, su inmejorable voz de sangre, y su murmullo azul, hacen que uno viaje, que todos juntos viajemos.
Letra a letra, su temple atraviesa cerros, mundos, barrios, calles, y llega por fin a donde sea necesario, a donde ni siquiera él imagina que llega. Cada palabra es pensada, acicalada, acariciada, labrada, coloreada, y por fin liberada, por el bien de todos liberada. Este trabajo es apenas un homenaje a un hombre, que despojado de sus egos, dejó escapar a los vientos, su palabra. Y su palabra es la voz de la sombra.2
1 Textual de Horacio, en el libro La voz de la sombra, de Germán Gorosito, Edit, Puntoaparte, Argentina, 2020.
2 Textual del libro La voz de la sombra, de Germán Gorosito, Edit, Puntoaparte, Argentina, 2020.
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