Un día como hoy del año 2002, Álvaro Uribe ganaba las elecciones y se convertía en el primer mandatario de Colombia, cargo que mantuvo hasta 2010. Sin embargo, su presencia en la política colombiana continúa hasta la actualidad.
Miércoles 26 de mayo de 2021 00:00
Al buscar información sobre las primeras elecciones ganadas por Uribe hace 19 años, descubrimos varios titulares que hablan de “rotundidad” o “arrollador triunfo”. Sin embargo, al entrar un poco más en detalles nos encontramos con que en aquellas elecciones del 2002 votó menos de la mitad de los habilitados para hacerlo, haciendo a Uribe presidente con 5,8 millones de votos, cuando eran casi 25 millones quienes podían votar, sobre unos 40 millones de colombianos, ¿podemos entonces considerar su triunfo como acompañado por la “amplia mayoría” de la sociedad?
Lo que sí es cierto, sin embargo, es que hizo una muy buena “carrera a la presidencia” durante el año 2001 y 2002. En solo unos meses pasó de ser un candidato acompañado por el 15% del electorado a contar con casi el 60% del respaldo, usando para esto un discurso de mano dura contra las FARC –Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- y el ELN –Ejército de Liberación Nacional- que actuaban en el país andino desde hace casi cuatro décadas.
Si bien Uribe había pertenecido durante dos décadas al Partido Liberal, partido tradicional de la burguesía colombiana, no consiguió apoyo suficiente en las consultas internas y se presentó como independiente junto al movimiento “Primero Colombia”, con el que ganó las elecciones de mayo del año 2002. Su presidencia terminará provocando rupturas en el seno del Partido Liberal, que se divide entre quienes lo acusan de neoliberal y reaccionario, “los opositores” y quienes lo apoyan, los “uribistas” que terminan agrupándose en nuevas fuerzas políticas: Cambio Radical y el Partido de la U; ambos de ideología liberal.
Bajo su gobierno Colombia se convirtió en un agente-aliado clave para los planes norteamericanos en la región. Detrás de una fachada de progreso, modernización y búsqueda de la paz, sostuvo una feroz ofensiva antiobrera y antipopular para imponer sus planes neoliberales, entregando la economía nacional al capital extranjero, permitiendo fabulosos negocios a los grandes grupos locales y facilitando el acaparamiento de tierra por los terratenientes con la expulsión masiva de campesinos “desplazados”. Se apoyó en una combinación entre “guerra sucia” contra la guerrilla, extendida a las masas campesinas y populares y las organizaciones de trabajadores, lo que incluyó en su primer gobierno una gran expansión de las organizaciones y métodos paramilitares, con múltiples crímenes de lesa humanidad y asesinatos de civiles.
Como analizan Iván Cepeda Castro y Felipe Tascón en su libro “Uribe y la derecha transnacional” los vínculos con los paramilitares no fueron un problema para la relación con los EE.UU. que se apoyó en Uribe, quien no dudó en sumarse a la “guerra contra el terrorismo internacional” identificada con el castro-chavismo tanto por Uribe como por los EE.UU. A tal punto llega el alineamiento de Uribe que el ex presidente Donald Trump no dudó en tuitear felicitándolo cuando fue liberado del arresto domiciliario, en octubre del año pasado.
"Felicitaciones al expresidente Álvaro Uribe, un héroe, antiguo merecedor de la Medalla Presidencial de la Libertad y un aliado de nuestro país en la lucha contra el Castro-Chavismo! Yo siempre apoyaré a nuestros amigos colombianos!"
La colaboración de Uribe con EEUU no se quedó en las palabras, sino que llegó incluso a firmar un acuerdo en 2009 que establecía el asentamiento de 7 bases militares estadounidenses en territorio colombiano, lo que causó desacuerdos de parte de los presidentes de otros países latinoamericanos. Si bien el acuerdo fue revocado por la Corte Constitucional en 2010, la presencia estadounidense en Colombia existe, bajo operaciones de entrenamiento militar, confiscación de drogas y operaciones de vigilancia y comunicación, así como las “cuasi bases”, instalaciones que dan a los estadounidenses un lugar donde apoyar sus operaciones.
Además de estar atravesado por el proceso judicial, Uribe siguió vinculado a la política colombiana aun después de finalizado su mandato en agosto de 2010. Uribe es considerado el mentor de quienes lo prosiguieron en el cargo, Juan Manuel Santos, que fue ministro de Defensa durante su gobierno e Iván Duque, actual presidente de Colombia, y que fue asesor internacional de Uribe.
Durante su mandato Uribe buscó negociar con los grupos como las FARC-EP, el ELN, y las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) que derivó en la desmovilización de algunos grupos pero también culminó en la investigación de las relaciones entre los altos mandos políticos y los grupos paramilitares, perpetradores de múltiples y permanentes ataques contra la población civil.
Uribe no dejó de aparecer en la escena política, durante el gobierno de Juan Manuel Santos se opuso a los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC, exigiendo mayor mano dura y la prohibición de que los guerrilleros participen de la política institucional formando partidos o movimientos. También lo hizo recientemente al defender que policías y militares usen las armas contra los manifestantes que protestaban contra la reforma tributaria, en las múltiples jornadas de huelgas y paros que atravesó Colombia las últimas semanas.
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Está claro que, pese a no detentar ningún cargo en el gobierno actual, Álvaro Uribe sigue moviendo varios hilos de la política colombiana, siempre tensando hacia la derecha con sus afirmaciones y pedidos, continúa siendo el político al que los medios nacionales e internacionales ven detrás del mismo Duque, y no podemos descartar su regreso a la política (como candidato o detrás de alguna otra figura) en las elecciones del 2022.