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Red Internacional
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SAN MARTIN DE LOS ANDES. Hacer ciencia en la Patagonia: los datos de la brutal precarización en Conicet

La Izquierda Diario entrevistó en San Martín de los Andes, a trabajadores del Conicet precarizados. Hablan de su situación laboral y reflexionan sobre la crisis de la ciencia, los aportes que podrían hacer a la población en el actual contexto.

Lunes 25 de mayo de 2020 08:54

-¿Hace cuánto trabajas y cuál es tu situación laboral en el Conicet?

Trabajo en Conicet desde hace 6 años. Luego de finalizar mis estudios de Licenciatura obtuve una beca doctoral de Conicet y comencé a trabajar en investigación durante 5 años. La obtención de la beca requirió un extenso número de requisitos, incluidos un muy buen promedio. Al finalizar mi Doctorado obtuve otra beca de Conicet, esta vez postdoctoral y ahora me encuentro en la mitad de la misma.

Las condiciones de las becas son claras y exigentes. Trabajas 40 horas semanales, aunque casi siempre estas se superan, sin aportes jubilatorios, sin obra social para el grupo familiar y con dedicación exclusiva. Si tenés una beca de Conicet no podés ejercer ningún otro tipo de trabajo. Solo podés tomar un cargo de dedicación simple (no más de 12 horas) sí querés no llegar a los 36-38 años sin aportes jubilatorios y una carrera científica detrás. Y algo sumamente perverso es que dicho cargo no puede superar el ingreso de un profesor universitario con dedicación simple (que hoy ronda los $ 16.500), sino Conicet te descuenta el monto excedente de tu beca.

Trabajas 40 horas semanales, sin aportes jubilatorios, sin obra social para el grupo familiar y con dedicación exclusiva.

En mi situación particular, sé que dentro de un año podré quedarme sin trabajo, aun habiendo cumplido con todos los objetivos e informes que exige el sistema científico. También que Conicet no me dará ninguna indemnización por haber formado parte de sus recursos humanos por 7 años. Que tendré una edad avanzada para entrar en el sistema laboral y una alta especificidad debido a la dedicación exclusiva, que me limita la experiencia en otras áreas.

Por eso además de la beca posdoctoral ejerzo 10 horas de docencia en educación media y aunque la carga horaria no excede el límite impuesto por Conicet se me descuenta de la beca $ 5.000 porque sí excede el monto de un cargo de dedicación simple en la Universidad. Sin embargo, tengo que perder ese monto, que es mi trabajo, ya que no puedo dejar la docencia porque por lo menos es un trabajo “seguro” en comparación con la incertidumbre del sistema científico.

-¿Hay una crisis en el sistema científico?

A mi entender la crisis del sistema científico tiene larga data y esto será así hasta que no se tomen medidas de fondo que no puedan ser cambiadas según los intereses de los gobiernos. Medidas que permitan a los trabajadores desarrollarse dentro del sistema con la dedicación y recursos que éste amerita. Por ejemplo, la mitad de la planta de Conicet son becarios o sea trabajadores precarizados o si queremos dar otra denominación, peor aún, personas adultas con títulos universitarios que ni siquiera son reconocidos como trabajadores y, a mi entender, son ellos y ellas lo que motorizan todo el sistema. Los que hacen los experimentos y se quedan hasta altas horas trabajando y formándose, incluso poniendo dinero de sus bolsillos para garantizar recursos.

Sin embargo, su inestabilidad y precarización laboral es real y se ve encriptada en aplausos y reconocimientos. La ciencia sigue siendo una carrera de elite para personas con recursos que pueden darse el gusto de encontrarse a una edad avanzada sin trabajo, pero con un curriculum muy extenso.

La ciencia sigue siendo una carrera de elite para personas con recursos que pueden darse el gusto de encontrarse a una edad avanzada sin trabajo.

Desde muy jóvenes nos forman para dejar todo por la profesión y la cultura de la meritocracia está muy arraigada en el sistema, lo que permite que la conciencia de clase sea casi escasa en nuestro ámbito. - Vos esforzate que la beca te va a salir, nada más alejado de la realidad. Esto se observó claramente en la transición de los últimos dos gobiernos y sus contrapuestas políticas de ciencia, dejando al desnudo la falacia de la meritocracia. Mucha gente con excelentes recomendaciones quedó fuera del sistema. Y a su vez esto abarató el costo de científicos argentinos en países como Alemania que es un gran captador de esta mano de obra brillante y barata. El sistema científico ha sido manoseado o usado como bandera política en estas últimas décadas. Mientras que no ha habido políticas de fondo sino algunas concesiones como otorgar una obra social (antes los becarios no contaban con ese derecho básico) o quitar el límite de edad de las becas (por ejemplo, no podías tener más de 30 años para postularte a una beca doctoral).

Sin embargo, para mí es clave garantizar la continuidad laboral de los y las becarias que hayan cumplido con los objetivos impuestos para que el sistema funcione a favor de las personas. Si el mismo sistema científico no otorga derechos laborales a la mitad de sus trabajadores como es posible que el sistema trabaje en pos de los derechos y necesidades de las personas. Aún más la centralización de la ciencia en Buenos Aires y las principales ciudades como Córdoba y Rosario limita aún más las posibilidades de desarrollar grupos científicos de trabajo en el interior y con necesidades regionales que distan muchos de las que existen en las grandes ciudades.

Actualmente el porcentaje de proyectos de ciencia otorgados por Conicet en Ciudad de Buenos Aires representa el 26% del país, en Provincia de Buenos Aires 24% y en Santa Fe el 10%. Mientras que la Provinicia de Chubut tiene otorgado el 2,8 % de proyectos, la de Neuquén el 0,4 %, Tierra del Fuego 0,4 % y Jujuy el 0,8 %. La brecha en la cobertura de necesidad es grande y más aún cuando las condiciones de vida en las provincias del interior son disímiles y generalmente más difíciles.

-¿Si la ciencia estuviera al servicio de la población cuáles serían las medidas que se tendrían que tomar en este contexto de pandemia?

Actualmente Conicet ha otorgado subsidios especiales para incrementar las medidas en el contexto de la pandemia y a mí no me cabe duda de que los y las científicas van a estar a la altura de la situación. Personalmente veo como investigadores adaptan sus grupos de trabajo, sus recursos, corren sus líneas de investigación y trabajan más horas de las pagadas para solucionar problemas emergentes en esta situación global de pandemia. Un resultado de esto fueron los kits COVID-19, recientemente publicados.

Sin embargo, los logros y desarrollos científicos no son adecuadamente articulados con el sector productivo en base al interés de las grandes mayorías, quedando así en manos del sector privado cuyos intereses distan mucho de la calidad de vida y la salud de la población.

Los logros y desarrollos científicos no son adecuadamente articulados con el sector productivo en base al interés de las grandes mayorías.

La existencia de un sistema científico descentralizado y articulado con la sociedad es fundamental. Esto permitirá organizar los recursos siguiendo los intereses y necesidades de cada región de forma más rápida y eficaz. Como comentaba anteriormente no puede ser que el 50% de los proyectos sean otorgados en Capital y Provincia de Buenos Aires. Es inminente descentralizar no sólo los recursos sino también las decisiones que se toman en pos de ellos para que sean cubiertos los problemas que no cobran relevancia si no ocurren en ciudades con grandes centros científicos. En esto creo que la comunidad científica debe estar a la altura no sólo académicamente sino también socialmente.

La inserción de científicos y científicas en otras áreas además de las universidades y el Conicet también me parece relevante para mejorar y dar respuesta a las demandas de la sociedad. Para mí una de las medidas al servicio de la población sería la articulación entre el sistema científico y el sector productivo no en función de los intereses del capital privado sino en función de los intereses de la sociedad en su conjunto. No me parece óptimo que científicos formados por más de 10 años en la investigación del sistema público sean captados por empresas privadas que van a priorizar el capital por sobre la calidad de vida de las personas.

Una medida de fondo y de largo plazo sería crear centros científicos productivos subsidiados por la comunidad y autogestionados por sus trabajadores, sería una especie de simbiosis entre fábricas e institutos científicos. Para ello las y los científicos tienen que apropiarse de los logros y desarrollos, no dejarlos en mano de decisiones políticas asociadas con el gran capital. Creo es un debate histórico el que los avances científicos han sido utilizados por el capital para sus propios intereses y es inminente que esto comience a cambiar.