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Red Internacional
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¿Hacia dónde podríamos ir las y los interinos de la UCR?

En el Comité de Personas Interinas de la UCR hemos dado un paso cuantitativo y cualitativo a partir del último Pronuniciamiento público firmado por más de 500 personas, dentro de las cuales había dirigencias estudiantiles, dirigencias sindicales, operarios y operarias, miembros de la academia, etc. Este paso ofrece desafíos y posibilidades grandes. Esta discusión es relevante en muchos sentidos pues se da en uno de los principales lugares de construcción de discurso hegemónico político y cultural del país. Estos desafíos pasan por tener la capacidad de articular nuestros intereses laborales y gremiales junto con la defensa del carácter público de la Universidad, la necesidad de plantear una transformación radical de la misma, cuestionar el actual carácter elitista de la educación universitaria, cuestionar la orientación de los organismos financieros internacionales en la orientación de la Universidad y finalmente postular una universidad pública al servicio de la clase trabajadora y de todos los demás sectores oprimidos y explotados del país.

Miércoles 19 de agosto de 2020

¿De dónde venimos?

Si bien es cierto hubo intentos previos de agrupamiento de docentes en condición de interinazgo, ninguno ha sido tan exitoso y duradero como el actual Comité de Personas interinas (CPI). En nuestra opinión esto ha sido posible por dos motivos.

El primero tiene que ver con la precarización laboral extendida en el país y en el mundo, lo cual pone a capas enteras de trabajadores y trabajadoras al borde (o en) la pobreza. No es dato menor que cerca del 50% del trabajo sea informal en el país y que la UCR de hecho esté por encima de ese número.

El segundo motivo fue la voluntad de un pequeño equipo de trabajo que se dedicó a instalar la discusión sobre el interinato dentro de la Universidad y también en el plano nacional con un programa político que al menos cumplió la misión de ofrecer una instancia de organización a miles de personas, articulado por la demanda de igual trabajo por igual salario, voto universal y la continuidad en el nombramiento. El espacio además desde siempre tuvo un fuerte carácter democrático expresado en que la mayoría de las decisiones se llevaron a cabo en reuniones públicas (grandes y pequeñas) lo cual ayudó a divulgar el CPI y expandir el debate de sus posiciones.

En el marco del clima de rebelión instalado con la huelga del 2018, con movilizaciones estudiantiles fuertes en secundaria y en universidades, pero también con el constante ataque por parte del gobierno del PAC y de la Asamblea Legislativa a trabajadoras y trabajadores públicos y privados, este grupo se ha sido independiente frente al gobierno y la “oposición” y frente a la administración de la Universidad.

Esta serie de peleas y diferenciaciones ha garantizado un espacio que mantiene un diálogo permanente con una base de miles de personas precarizadas por la Universidad a través de diversas redes sociales y medios de prensa, así como con estudiantes y miembros de la Academia con plenos derechos. Lo anterior permite comprender la importancia de las decisiones políticas que el CPI asuma, que deben ser un debate abierto a todas y todos los miembros de la Universidad y que eventualmente puede ser útil a toda la clase trabajadora del país, especialmente la precarizada (la “informal”).

¿Hacia dónde podemos ir?

Por ahora el CPI organiza a decenas de personas. Pero en un clima internacional marcado por la rebelión contra la policía en Estados Unidos, por la rebelión contra el neoliberalismo pinochetista de Piñera y por las movilizaciones contra el golpismo en Bolivia, el CPI podría dar el paso de organizar a centenas o miles de interinos e interinas y pasar a ser un sujeto político de enorme importancia. El CPI podría hacerse masivo en el futuro.

El Pronunciamiento que hemos publicado, que llama a una transformación substancial de la Universidad es el documento de mayor profundidad producido hasta ahora por el Comité. Esto porque subsume las reivindicaciones del voto universal, del salario y la continuidad dentro de una estrategia de transformación substancial. Este es un paso claro sobre el cual necesitamos seguir avanzando; de dicha transformación las personas interinas somos el sujeto político.

Por ello el mejor camino que podría seguir el CPI es ligar el problema del interinato crónico y su solución, con la defensa y transformación de la Universidad. Por una universidad al servicio de la clase trabajadora, que elimine el carácter elitista actual, donde haya más cursos y más grupos, más producción científica, crítica, cultural, volcada de conjunto a la clase trabajadora y demás sectores oprimidos como las mujeres, la comunidad negra, la comunidad migrante nicaragüense, la comunidad indígena, todo lo cual sumado implica una Universidad volcada al servicio de las más amplias mayorías, con hegemonía de la clase trabajadora.

Sin embargo existe el peligro (peligro promovido por la casta administrativa, que no es lo mismo que las y los trabajadores administrativos) de caer en una serie de reivindicaciones puramente sindicalistas, que no entren en cuestionamiento del modelo actual de la Universidad, que es antidemocrático, elitista, etc. La defensa del presupuesto contra el gobierno y la Asamblea Legislativa puede y debe hacerse sobre la base del cuestionamiento del actual modelo de Universidad, tal como plantea el Pronunciamiento publicado.

Por ello el norte podría ser organizarse para plantear la resistencia a los recortes (por ejemplo respondiendo al ataque a asalariados de sectores medios públicos que verían reducido su salario en un 15%), para exigir el voto universal y unas elecciones inmediatas a rectoría realizadas bajo el voto universal de toda la comunidad universitaria, el pase a propiedad de todas y todos los interinos (este dinero por ejemplo podría salir de reducir todos los salarios de las autoridades a un límites de 2 000 000 de colones, lo que permitiría la contratación de unos 6000 docentes y operarios con un salario de más de 600 000 colones al mes, a partir del ahorro de más de 4000 millones que se lograría al reducir el salario de las autoridades), el no pago del préstamo al Banco Mundial, la lucha por mayor presupuesto, la eliminación del examen de admisión, la defensa del CPI como un espacio con libertad irrestricta de crítica, entre otros.

¿Quién está a nuestro alrededor?

La solidificación del CPI marca un nuevo elemento dentro de la vida política y cultural de la Universidad, lo que ha tenido efecto en sectores más antiguos de la Universidad. Tener una guía clara para estos sectores es fundamental para construir una hegemonía de trabajadores y trabajadoras que pueda verdaderamente transformar la Universidad.

En primera instancia, está el movimiento estudiantil con sus diversas corrientes políticas, lo cual le da a este grupo un carácter heterogéneo. Como bien ha sido señalado el partido estudiantil PROGRE en la UCR "es las ligas menores del PAC"
y lo mismo podría ser dicho de Alternativa, como ligas menores del Frente Amplio, ambos partidos del gobierno. Por otro lado está la izquierda, cuyo mejor representante actual es Organizate y las demás sensibilidades de izquierda. Es importante que el CPI mantenga hacia estos (y otros sectores) una política que bajo ninguna circunstancia implique la disolución de la estrategia de transformación substancial, sino que más bien incentive al movimiento estudiantil en este sentido. Esto en nada modifica la autonomía política del movimiento estudiantil pues, al fin y al cabo, las y los estudiantes tomarán sus propias decisiones. Sin embargo ¿qué más inspirador para el movimiento estudiantil universitario que sus propios docentes organizados proponiendo un camino de transformación radical que ponga la Universidad al servicio de la clase trabajadora y los sectores oprimidos en esta sociedad capitalista?

En segundo lugar las y los trabajadores operarios y administrativos y paralelamente el SINDEU. Es urgente para el CPI estrechar relaciones con los y las operarias y administrativas, pues la directiva del SINDEU en medio de la pandemia y la crisis económica asociada, no ha tenido mejor idea que llamar en sus redes sociales a una relación armónica con la patronal. Para esto es fundamental que el CPI, sin perder su carácter orgánico de personas interinas, salga en defensa de todas las reivindicaciones de sectores operarios y administrativos (que no es lo mismo que LA Administración de la U), especialmente porque muchas de esas personas son también interinas.

En tercer lugar dentro de la academia, hay un grupo que llamamos “reformistas progresistas”, una corriente que está por el mejoramiento material de las condiciones de trabajo de personas interinas, aunque todavía no están convencidos de la orientación de transformación radical de la Universidad. Es pertinente que el CPI tome palabra de cada una de las reivindicaciones puntuales que haga este sector, así como también impulsar todas las diversas medidas de denuncia que realicen y defenderles ante los ataques que vienen del gobierno y la oposición aún más de derecha. Pero también es importante que a este sector de la intelectualidad se le plantee un camino seguro, una propuesta de mejoramiento de la Universidad como un todo. Por ello es necesaria la firmeza y profundización de las orientación articuladas en el Pronunciamiento.

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Lograr la unidad de estos tres grupos, junto con el CPI, es la clave para lograr una mayoría suficiente que permita transformar la Universidad, enfrentando la lógica elitista y capitalista que está teniendo, buscando que la Universidad separe claramente sus banderas del actual gobierno y preparando una transformación universitaria histórica para el país.

Elementos para seguir conversando

La potencialidad del CPI es manifiesta en sus debates internos, que van de la política internacional a los afectos individuales, de Aristóteles a Hegel, pasando por Gramsci, Trotsky, la democracia estadounidense, la Reforma de Córdoba, las investigaciones científicas del Covid-19, las elecciones de rectoría, la teoría de valor, etc.

Todos estos elementos deben ser observados desprendiéndose de todo rutinarismo pues son indicios de la capacidad crítica y creativa que bajo el interinazgo pueden explotar para transformar radicalmente la Universidad y el país. Si esas discusiones se ven desde la desmoralización, generan la impresión psíquica de que son discusiones desgastantes y sin sentido. Pero si esas discusiones se ven bajo la noción de las potencias universales que contienen, entonces nos daremos cuenta del gran significado que podrían tener en el futuro.

El mayor de los peligros actuales es evitar a toda costa caer en una rutina sindicalista que nos haga contemporizadores de las actuales Autoridades, cuya cabeza hoy no ha sido electa de manera democrática.

Avancemos entonces en el marco de la discusión rigurosa, firme y democrática, para la solución de nuestros problemas laborales y por una Universidad al servicio de la clase trabajadora; somos el sujeto político y social que puede y debe luchar en este sentido.