El Día de la Lealtad encontró a Osvaldo Jaldo y Juan Manzur en lugares distintos. El cierre de las listas para la interna nacional del PJ lo reafirmó. El ex ministro de Salud es parte de la lista de Cristina Kirchner, mientras que el gobernador puso a uno de sus alfiles en la lista de Ricardo Quintela.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Domingo 20 de octubre 00:15
El contraste fue muy nítido. El 17 de octubre encontró a Osvaldo Jaldo en un acto en Bella Vista mientras unos cuatro mil estudiantes convocados por la Interfacultades cantaban contra Milei y él, llevan carteles con la leyenda “Jaldo traidor” o con el nombre de sus diputados en una motosierra. Más allá de la efeméride peronista, ese día reflejó las tensiones crecientes en torno al apoyo del gobernador al plan de ajuste de Javier Milei, siendo el veto contra el presupuesto universitario la última prueba. No hay que forzar los hechos para decir que esta lealtad a la motosierra mileísta fue la que motivó lo que pasó en Bella Vista y en la última marcha universitaria. Más allá de Tucumán, en el Instituto Patria, también se movieron piezas en el tablero de “traidores” y “lealtades”.
Cómplices del ajuste hasta que duela
Jaldo ordenó que el Día de Lealtad sea un baño de legitimación para su gestión y el “dialoguismo” con un acto que puso en marcha a toda la maquinaria pejotista. En el Club Sportivo Bella Vista se pasó revista a la primera plana de funcionarios, a los diputados del bloque “Independencia” que levanten la mano ante cada pedido de Milei, y un variopinto agrupamiento de dirigentes territoriales, sindicatos y hasta Libres del Sur.
Allí Jaldo volvió a reafirmar su rumbo, hablando de “los cambios de la sociedad” que tendrían que llevar al PJ a “aggiornarse”, justificando su colaboracionismo con el Gobierno nacional. “Y si tenemos que dialogar y conversar con quien sea, lo vamos a hacer, porque Tucumán está primero”, fue el remate de un discurso armado para blindar al peronismo tucumano. Más genuino, quizás, fue el discurso del vicegobernador, Miguel Acevedo, quien directamente le habló a los que “acá en Tucumán, hace no muchos meses, empezaron a dudar”. Y en un desliz, habló de “defectos” a la par de las “virtudes” de la gestión de Jaldo.
Hubo ausencias justificadas como la de Rossana Chahla, de viaje en México, y otras que deliberadamente se mediatizaron. La senadora Sandra Mendoza y su esposo, el legislador José Orellana, dieron una serie de entrevistas para criticar la cercanía de Jaldo a la presidencia. Más belicoso, el legislador afirmó que el peronismo no fue votado para ajustar a los jubilados y las universidades, y que a Jaldo “le falta peronismo” (Buen Día, 18/05). La senadora fue más diplomática y afirmó que los esfuerzos de Jaldo no son recíprocamente correspondidos por el oficialismo nacional. Fue más allá y dijo que “hay compañeros que tienen miedo de hablar”, que en los tiempos de campaña se promete que “entran todos” pero que después “la carpa es chica” (El Avispero, 14/05).
El matrimonio famaillense hizo referencias a las represalias encabezadas por Darío Monteros, el comisario político de Jaldo, que derivó en despidos a referentes de su espacio en comunas rurales. El motivo fue la cercanía con Juan Manzur y la recepción que le dieron en un festival en Famaillá. Orellana y Mendoza reclaman por los suyos pero también dan un mensaje para los “heridos” en lo que puede perfilarse como una interna.
Movió Manzur
Fue una movida premeditada. Mientras se desarrollaba el acto en Bella Vista, Manzur tuiteó una foto junto a Cristina Kirchner y Wado de Pedro. “Me reuní con Cristina en el Instituto Patria. Tenemos que construir la unidad y reordenar el Peronismo y Cristina es la persona más capacitada y con más legitimidad para hacerlo. Por eso tiene que presidir nuestro partido”, sostuvo. El tuit fue un baldazo de agua fría para la mayoría de los presentes en el acto del PJ tucumano, quienes desconocían las intenciones del ex gobernador.
Para ampliar el panorama de la movida de Manzur hay que tener en cuenta un tuit de Cristina. La ex presidenta tuiteó un video donde Toto Caputo comentaba que su último encuentro con gobernadores peronistas, entre ellos Jaldo, estos habían afirmado “no queremos saber nada con esta mujer”. “‘Esta Mujer’, obviamente, soy yo. ‘Nosotros’ es el gobierno de Milei, con el que se quieren ir algunos Gobernadores votados como peronistas. ¿Se entiende qué quiero decir cuando sostengo que hay que enderezar y ordenar el peronismo?”, tuiteó Cristina.
En su acto, Jaldo evitó tomar una definición entre la interna entre la ex presidenta y Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja. “Vamos a decidir por los destinos del movimiento nacional justicialista cuando llegue el momento, hoy pedimos la unidad”, aseguró. Pero en 48 horas cambió todo.
En la tarde del sábado, horas antes de que se cierre el plazo para presentar las listas, ya circulaba la nómina donde Manzur y el diputado Pablo Yedlin aparecen como consejeros titulares de la lista que encabeza CFK. Y al filo de la medianoche se conoció la nómina de Quintela donde Roque Álvarez, actual presidente del bloque jaldista en la Legislatura, figura como uno de los candidatos a vicepresidente. Dos nóminas que tensan aún más el ambiente del peronismo tucumano y abre el interrogante: ¿se reanuda la interna entre Manzur y Jaldo como en el 2021? Los papeles están invertidos, pues ahora es el tranqueño quien corre con la ventaja de ocupar la gobernación aunque Manzur tiene su banca en el Senado, sigue presidiendo localmente el partido y puede apoyarse en Cristina.
Perspectivas
Hay una posibilidad de continuar el pacto de no agresión, atado a las legislativas de 2025. El año que viene, Tucumán renueva cuatro de sus nueves bancas en Diputados y dos son del bloque jaldista (las de Agustín Fernández y Elia Fernández de Mansilla). La prenda de negociación, por lo tanto, serán al menos los dos primeros lugares expectables. ¿Habrá fumata blanca? Por lo pronto Sergio Mansilla marcó los límites en el acto de Bella Vista. “Los tucumanos vamos a definir nuestras internas y candidatos dentro del partido, y con la conducción del gobernador Osvaldo Jaldo”, aseveró.
La interna del peronismo nacional también complica los planes dialoguistas de Jaldo. Luego del encuentro con Caputo, ahora es Milei quien invitó a cenar en Olivos a los gobernadores peronistas que apoyaron sus vetos. Había dos caminos: si Jaldo aceptaba, la foto del encuentro era un nuevo argumento para sus detractores internos y también más nafta al fuego del conflicto universitario. Si no aceptaba, ¿cómo explicar el desaire al presidente? Una invitación ponzoñosa que Jaldo finalmente decidió aceptar.
Jaldo tendrá que ver cómo no quedar preso de estas disyuntivas de seguir apareciendo como un “traidor” o “lo que hay que enderezar” en la interna peronista aunque tampoco quedar ante “las fuerzas del cielo” como un gobernador que pacta en su provincia con “el kirchnerismo”. Lo mismo ocurre del otro lado, ¿qué implica que Jaldo “se enderece”? ¿Que acepte una lista de unidad con Manzur? Una disputa entre dos dirigentes que marcan un giro a derecha y no resulta muy entusiasmante.
El propio retorno de Cristina Kirchner se da con una agenda más a la derecha, trazada por el FMI, como lo marca ella en su último documento de septiembre al enumerar “modificación de las relaciones laborales y su impacto, nueva estatalidad para un nuevo Estado, reversión del déficit fiscal y cómo hacerlo, revisión y reforma de la educación pública, seguridad, modificaciones en la comunicación social, etc.”. Otro tanto lo expresó Máximo Kirchner, primero al plantear que “no había que patalear” por el veto contra los jubilados y luego recomendando, tras el veto a la ley de financiamiento universitario, que la mejor fórmula para derrotar un veto era votando a más diputados del peronismo en 2025.
El caso tucumano es una refutación que marca el fracaso de esta estrategia, con la que al mismo tiempo miles de estudiantes que participan de asambleas, clases públicas, tomas y movilizaciones están procesando como experiencia. Los diputados jaldistas ingresaron al Congreso por las listas del Frente de Todos y de Unión por la Patria, cobijados por figuras progresistas o pretendidas como tales. Agustín Fernández y Elía Fernández de Mansilla ingresaron tras Rossana Chahla mientras que Gladys Medina ingresó secundando a Pablo Yedlin. Entonces, incluso apostar a una “lista de unidad” es poner en la canasta el huevo de la serpiente.
A diferencia del tiempismo de quienes se guían por el cronograma electoral, estos días mostraron en todo el país cómo se extendió el movimiento estudiantil como un actor decidido a enfrentar el ajuste de Milei y que denuncia también a los cómplices por acción, como los diputados jaldistas, o por omisión, como la CGT. Así queda más claro el rol del peronismo en tiempos de Milei, que se dirime entre el colaboracionismo, la contención y un “vamos a volver” sobre tierra arrasada.