Se cumple ya más de medio año de protestas itinerantes en Haití, desatadas en un inicio contra el alza al precio a los combustibles, comida y la devaluación de la moneda, sumado a la escasez de agua potable, medicamento y gas. Esto se enmarca en una profunda crisis económica en el país más pobre de América Latina, donde más de la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares al día.
Sábado 26 de octubre de 2019 00:35
En estos días la oposición al gobierno anunció que la próxima semana se reanudarán las movilizaciones contra el gobierno de Moïse, acusado por diversos casos de corrupción, mientras tanto el presidente ha declarado que: “no se encuentra aferrado al poder si no a las reformas que pretende implementar”.
Éstas son la reforma constitucional y la modificación a la ley aduanera y al sector energético. Sin embargo Moïse ha mandado a reprimir cada movilización e incluso los actos funerarios de víctimas de la misma policía mandada por el presidente.
Ha declarado que se debe “ver cómo podemos sacar provecho de esta crisis, cómo hacer de esta crisis una oportunidad”, pero es claro que ninguna salida que venga de su gobierno subordinado a los mandatos del FMI y del gobierno estadounidense le darán una salida a las terribles condiciones de vida del pueblo haitiano.
Debido a la paralización de actividades diversas empresas, principalmente hoteles en la capital han despedido a cientos de trabajadores.
Así mismo las escuelas se mantienen cerradas desde hace más de un mes. El pasado lunes los principales sindicatos de maestros se sumaron a las movilizaciones y denunciaron que los derechos económicos de más de 200 mil docentes son violados por el actual gobierno.
Además el 17 de octubre la ONU anunció la continuación de sus políticas intervencionistas con el programa BINUH, que será la continuación del MINUJUSTH que a su vez estuvo precedido por los Cascos Azules, responsables de múltiples vejaciones contra los haitianos.
La manifestaciones en Haití se mantienen en un un contexto convulso a nivel internacional, donde cada vez más trabajadores y jóvenes salen a las calles a luchar contra sus gobiernos y los planes del FMI.
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