Haití entró este viernes en su tercera semana de protestas que no parecen estar cerca de acabar. La crisis social y económica, y el descontento con el Gobierno de Moise, son las causas.
Viernes 22 de febrero de 2019 15:16
A pesar de la brutal represión, con cientos de heridos y una decena de muertos, los haitianos siguen en la calle y este viernes entraron en la tercera semana de protestas contra el presidente Jovenel Moise.
Los manifestantes rechazan el llamado al diálogo que viene haciendo el Gobierno por entenderlo como una maniobra dilatoria ante la brutal crisis económica y social que vive el país y las acusaciones de corrupción que acumula el presidente. Por el contrario, las manifestaciones que continúan tras dos intensas semanas, piden la renuncia de Moise.
André Michel, portavoz del opositor Sector Democrático y Popular, dijo que espera que con la movilización de este viernes la "comunidad internacional entienda que con Moise el país no va a tener estabilidad política" y que facilite la puesta en marcha de una gobierno de transición para evitar la confrontación.
Moise está acusado por presunta malversación de fondos de Petrocaribe, el programa mediante el cual Venezuela suministra petróleo a Haití a precios blandos.
Una auditoría presentada a comienzos de febrero por el Tribunal de Cuentas reveló irregularidades entre 2008 y 2016 en este programa y señaló a quince exministros y actuales funcionarios como involucrados en el asunto, así como a una empresa que dirigía Moise antes de llegar a la presidencia
En medio de este panorama de tensión, en la semana fueron detenidos con armas automáticas en su poder siete extranjeros (cinco de ellos estadounidenses). La oposición denuncia que se trata de mercenarios que estaban en el país para trabajar para el Gobierno y que presuntamente tenían en su mira atentar contra dirigentes de oposición.
Esta versión ganó veracidad este viernes ya que el Gobierno deportó de emergencia a los siete extranjeros a Estados Unidos donde llegaron sin presentarse ante ningún juez. El Gobierno haitiano tampoco dio explicaciones sobre las circunstancias del traslado pese a la investigación abierta por este caso.
La ONU, que tiene responsabilidad por encontrarse Haití bajo mandato de una misión de seguridad (que ha sido acusada de los peores abusos y aberraciones), solo se pronunció hace una semana llamando al diálogo y este viernes protagonizó una reunión de su Consejo de seguridad a puestas cerradas, del que se desconocen detalles.
De momento el objetivo del organismo internacional fue sostener y apoyar a Moise, a pesar de las condiciones irregulares en que llegó al poder, de la catástrofe económica que atraviesa el país y de las denuncias por corrupción en su contra. Esta situación ha sido acallada por los medios de comunicación masivos y no ha sido denunciada por los gobiernos. Una actitud opuesta por el vértice a la que tomó la derecha de la región, el imperialismo estadounidense y europeo en Venezuela, donde no tuvieron ningún problema en desplegar una política abiertamente injerencista y golpista.
En Haití más de la mitad de los 10 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios, y la economía creció apenas 1,4 % en 2018, una de las más bajas de la región.
Las protestas contra el gobierno no son nuevas. A mediados del 2018 el primer ministro, Lafontant, debió renunciar luego del anuncio de aumentos de entre 37 y 50 % en los precios de los combustibles. Movilizaciones, protestas y bloqueos de calles fueron las respuesta inmediata en las principales ciudades del país contra la medida dictada por el FMI.
Las manifestaciones, que este viernes entraron en su tercera semana, tienen como trasfondo una severa crisis económica, que se agravó con la devaluación de la moneda y el aumento en los precios de la comida. A la escasez de gas, agua potable y medicamentos, se suma una crisis energética producto del aumento de los combustibles.