Los números son fríos, superfluos. Pueden querer explicar todo y muchas veces no explican nada. Que haya habido elecciones ayer en Liliana es consecuencia de una larga historia. Desandarla es el camino para comprenderla.
Sábado 2 de mayo de 2015
Hace más de tres años, el Pollo, Jauría, Muñe, CR, Javi, el Loco Mauro, Román y con ellos cientos de compañeros se pusieron de pié para cambiar la historia en Liliana. Hasta que apareció esta generación de pibes, ninguno mayor de 25 años, la trayectoria de Liliana estaba llena de oscuridad. Desde su fundación, hace más de 60 años, había sido una fábrica “modelo”. “Modelo” de explotación, injusticia, avaricia empresarial y de trabajadores tratados como material descartable. Más de 60 años en los que nunca hubo representación sindical en la fábrica.
Estos pibes, muchos de ellos jóvenes padres de familia y oriundos de los barrios donde los narcos, la maldita policía , la miseria y el hambre hacen estragos, se rebelaron ante todo esto con una consigna muy clara “No seremos más esclavos”.
Con asambleas, con marchas, con piquetes, con asados y fútbol sin buchones, se escribió la historia de esta lucha que consiguió el pase a planta permanente de todos los trabajadores, el aumento del presentismo, la no obligatoriedad de las horas extras, el pago del título técnico y secundario, el comedor en la fábrica, el transporte, entre muchas otras cosas. Y lo más importante de todo, esta lucha conquistó, en la conciencia de cada uno de los “lilianos” (y en la de cada uno de los jóvenes obreros rosarinos que los ven como su ejemplo) que los trabajadores unidos, son una fuerza arrolladora. Que se puede, y se debe lucha, por el presente y por el futuro. Que no siempre los trabajadores serán los convidados de piedras en la fiesta de los otros.
Esos otros que se llaman Liliana, Electrolux, Bambi, General Motors. Esos que se llaman Cristina, Bonfatti o Macri. Que se llaman Caló, Moyano o Barrionuevo.
Liliana S.R.L no pudo tolerar esto. Puso la carne al asador y preparó su venganza, ante tanta muestra de dignidad de estos pibes que no tenían nada que perder, más que sus cadenas.
Contrataron a Paul Krupknik, abogado de los mismos narcos que con la complicidad policíaco-estatal, destruyen los mismos barrios en los que los pibes se criaron, en los que crían a sus hijos. Contrataron como gerente de RR.HH a Marcelo Dorigón, Capitán del Ejército argentino, acusado de delitos de lesa humanidad. Ese mismo Ejército que bajo las órdenes de los empresarios y el imperialismo yanqui, masacró en la última dictadura militar a una generación entera de jóvenes obreros, de los cuales los “lilianos” retoman sus mejores banderas.
La venganza de la patronal fue estudiada. Y contaron con todo el apoyo del gobierno provincial y del gobierno nacional. Ambos gobiernos, que aunque se llamen PS o PJ gobiernan para los mismos empresarios, no sólo hicieron la “vista gorda” a la denuncia que los obreros hacían sobre las injusticias que se cometían en la fábrica, sino que premiaron a esta patronal con exenciones impositivas y créditos para su desarrollo, sacando plata del Estado para beneficio de capitalistas inescrupulosos.
Liliana SRL preparó su golpe para principios del año 2014. Aprovechando el traslado de la planta a su nueva sede en Baigorria financiada íntegramente con el dinero de nuestros jubilados, despidieron sin causa a 12 trabajadores que la empresa consideraba como los cabecillas de la organización que había conquistado lo que a los trabajadores les correspondía.
Durante 21 días los pibes paralizaron la planta de Baigorria, exigiendo la reincorporación de los 12. En esos 21 días, pasó de todo. Piquetes, marchas, asambleas de “los de adentro” con los despedidos que ratificaban la lucha día a día, lock out patronal para alejar a los despedidos de sus compañeros, audiencias en el Ministerio de Trabajo, cortes de calle en el centro de la ciudad.
La patronal contaba con todo a su favor. El ministerio actuaba como vocero de los intereses del patrón. La UOM, como toda su nefasta historia reciente, se comportó como representante de la patronal, velando por los intereses del dueño de la fábrica y enfrentando a los trabajadores que dice representar. Los medios de la ciudad, financiados por los mismos empresarios, hicieron un vacío para que no se oyeran las voces de los despedidos y sus compañeros en lucha.
La policía custodió día a día a Liliana, queriendo amedrentar a los obreros y a las organizaciones solidarias que se hacían presente diariamente en la puerta de la fábrica.
Uno de esos días decidieron reprimir a los despedidos y a los jóvenes del PTS, que desde el comienzo acompañan esta lucha histórica. Ese día se encontraron con la respuesta de “los de adentro” que salieron a cortarle el paso a los “azules” que querían atacar a sus compañeros.
Contra todo esto se luchó, pero esa batalla se perdió. Se levantó el piquete luego de los 21 días. Pero el Pollo, Javi, Jauría, CR, Roman, el Loco Mauro no dejaron de luchar. Ni sus compañeros de adentro de ser solidarios siempre con ellos.
Hasta el día de hoy, ninguno de ellos cobró un peso. La patronal los quiso “arreglar” con decenas y cientos de miles de pesos. Pero, una y otra vez, los pibes les dijeron que no. El respeto, la dignidad, el poder mirar a la cara a sus hijos, no se compra ni se vende.
Desde levantado el piquete, cientos de veces fueron los pibes a volantear a la fábrica, encontrando siempre el apoyo de sus compañeros de siempre. Recorrieron todas las luchas que hubo en la región (y en otros puntos del país) a tender la mano solidaria de los lilianos.
Toda esta pelea, posterior al piquete, permitió que Lucas Castillo (“Jauría”), hoy tenga un fallo de la Justicia, que reconoce que su despido fue de carácter discriminatorio y anti sindical. Este fallo ordena que Lucas sea reinstalado en su puesto de trabajo, solicitando que sean instrumentadas las medidas necesarias para su cumplimiento.
Con toda esta historia detrás, ayer hubo elecciones en Liliana. Una victoria pese al resultado. Los obreros están con la Celeste pero no alcanzó para frenar todas las maniobras. Una derrota si sólo se cuentan las boletas, pero el gusto que queda es el de la venganza conquistada y los desafíos que se plantean. Si este fue el resultado tras la derrota de los 12 despedidos… ¿cuál será el resultado de las próximas batallas? Esa pregunta dá la energía a cada “liliano” y es lo que ayer no dejó dormir a más de uno de la Blanca, la UOM y la patronal.