La campaña “Hecho en México” pretende impulsar la economía interna con el consumo de productos nacionales, liberar requisitos fiscales a empresas extranjeras para aumentar la inversión y dar mayor libertad a los productores para la utilización del sello “Hecho en México”.
Viernes 3 de febrero de 2017
En síntesis, la campaña “Hecho en México” se propondría la reactivación del mercado interno, y mejorar las condiciones para la diversificación de la inversión extranjera directa en nuestro país, con plataformas para facilitar la elaboración de normas y la certificación de productos nacionales, ya sea a partir de la utilización de materiales originarios, o bien que la utilización de material importado no supere el 50%.
En acuerdo con los principales dirigentes empresariales del país, se lanza esta campaña en la que tanto la clase política como la cúpula empresarial hicieron un llamado a la “unidad nacional” para poder hacer frente a las políticas proteccionistas de Donald Trump, promoviendo el consumo de productos nacionales, y sembrando la idea de que un "nacionalismo de mercado" puede ser el salvavidas para nuestra economía. Pero esto, en realidad ¿beneficia la economía de las familias trabajadoras?
Los precios de los productos y servicios de consumo básico siguen subiendo, los incentivos son para los empresarios y su producción e inversión, pero los trabajadores de a pie mantenemos el mismo problema: el salario no alcanza para lograr una calidad de vida digna.
Muchas veces es necesario comprar la mercancía más barata para solventar las necesidades, independientemente de donde provenga ésta. Ante la carestía de la vida que sufrimos muchas de las trabajadoras y trabajadores mexicanos, resulta casi un lujo poder elegir por calidad o nacionalidad.
La campaña “Hecho en México” más allá de que desde el gobierno se proponga para apoyar a los consumidores o “defender al país”, pretende en realidad sanear las ganancias de aquellos empresarios que se vieron afectados por las últimas convulsiones de la economía nacional. Nacionales o extranjeros, los patrones y dueños de las fábricas obtienen sus ganancias de la explotación de la clase obrera, y aunque sus empresas recuperen terreno en el mercado interno, de ninguna manera trasladarán los beneficios a los salarios de sus trabajadores, ni siquiera mediante la baja en los precios a sus consumidores.
En la presentación de la campaña, Peña pidió “llevar bien puesta la camiseta de México”. Esto, viniendo de quien se encargó de entregar los recursos enérgeticos (con el aval de los partidos PRD y PAN, ex integrantes del Pacto por México) no engaña a nadie. El sentimiento nacionalista (y de "unidad nacional" con los empresarios) que pretende instalar en la población es rebasado por la historia de desprestigio que con sus acciones se ha contado. Él no está por defender los derechos de los trabajadores y lo ha demostrado.
Hoy más que nunca será necesaria la organización independiente de los de abajo, para poder hacer frente a las reformas estructurales que son las que realmente atacan al pueblo trabajador. Con los métodos de la clase trabajadora (como el paro y la huelga) y en las calles, es que podremos echar atrás los intentos de recargar la crisis sobre nuestras espaldas.