La Izquierda Diario conversó con tres profesionales que impulsan el proyecto. Se trata de una iniciativa comunitaria donde hacen un llamamiento a relevar colectivamente el estado ambiental de los ríos y humedales de las cuencas conectadas con el Bajo Delta del Paraná, en cambios observados a raíz del parate de actividades por Covid-19.

Natalia Gomiz Dra en Biología. @Dra.Natselva.
Miércoles 3 de junio de 2020 21:58
Efluente de alta turbidez, de origen desconocido, en un tramo del río Reconquista.
El cese de muchas actividades debido a la cuarentena parece implicar un menor vuelco de efluentes industriales a los ríos. En apariencia hay una mejora de los mismos y de los arroyos en general. Parecen más limpios, con menos olor y menor turbidez, sin embargo, es importante realizar un relevamiento y análisis científico, ya que estas observaciones son sólo superficiales. No sabemos con certeza si el estado del agua realmente mejoró.
Para saber el estado y los niveles de contaminación del agua, el Observatorio de Humedales Delta (OHD), un espacio de encuentro de organizaciones sociales isleñas y grupos académicos de distintas universidades, pone a disposición un formulario de google y una aplicación de desarrollo propio que se puede descargar e instalar en el teléfono celular.
Este relevamiento depende de la participación de personas y organizaciones ambientales. Consultas: [email protected].
Apoyándose en el trabajo llevado adelante por les integrantes de la Asamblea Delta y Río de la Plata (ADRP), OHD y el grupo de Sensores Comunitarios (CoSensores, un colectivo de estudiantes e investigadores de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de San Martín), se decidió a llevar adelante un relevamiento de la calidad del agua para corroborar los aparentes síntomas de regeneración del ambiente que circulan en las redes.
Desde la Izquierda Diario conversamos con tres integrantes del Observatorio de Humedales: la doctora Sofía Astelarra, socióloga, investigadora del Grupo de Estudios Ambientales, Instituto Gino Germani (GEA-IIGG-UBA-CONICET); el doctor Luciano Iribarren, biólogo, investigador en educación ambiental en el Grupo de Didáctica de las Ciencias (IFLySIB, UNLP-CONICET) y con otro científico también doctor en biología, miembro de Cosensores.
La historia de la contaminación es larga. La doctora Astelarra nos cuenta que la problemática del agua contaminada del río Reconquista y Luján “fue denunciada por primera vez a fines de 1970, a partir de un pico de contaminación del río ocasionado por la descarga de efluentes que contenían plomo, por parte de una fábrica de sidra en la Primera Sección de Islas del Delta.”
A partir de entonces, se generaron diferentes organizaciones socioambientales que vienen denunciando el incremento en la contaminación del agua. La primera fue Amigos del Delta, algunas personas que participaban allí han mantenido su activismo ambiental hasta la formación de la Asamblea Delta y Río de la Plata (ADRP). Estas diferentes organizaciones participaron en las instancias gubernamentales vinculadas al saneamiento y la gestión integral de la cuenca, como la Comisión de la Cuenca del Río Reconquista (COMIREC). Desde el año 1995 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha financiado el saneamiento de la cuenca, sin embargo, solo se han terminado las obras hidráulicas para controlar las inundaciones, dejando de lado la mejora en la infraestructura sanitaria y de acceso al agua potable. No se ha hecho nada con la recolección de residuos ni el control al sector industrial que tira los efluentes sin tratar al río.
Astelarra destaca que las organizaciones ambientales “han tenido un rol muy importante, dado que su accionar ha contribuido a que esta problemática adquiera carácter público y, por lo tanto, los organismos gubernamentales intervengan. Además, han trabajado arduamente tanto en generar información para divulgación de la problemática, como para los informes elaborados por las universidades y la Defensoría del Pueblo, a la vez que realizado manifestaciones acuáticas y festivales para visibilizar el problema. Los conflictos ambientales en torno al agua ponen en agenda el derecho al agua potable, como un derecho humano y ambiental. Las desigualdades socioambientales son derivadas del proceso de industrialización sin control, ni planificación, el costo es un ecosistema degradado que les dejan a las comunidades, que no tienen ni acceso al agua potable.
Tengamos en cuenta que la cuenca del Reconquista desemboca en el Delta de Tigre, el tramo final de humedales del Delta del Paraná. El problema de la contaminación supone para el ecosistema la degradación de sus procesos vitales; y para la humanidad estar expuestos a posibles enfermedades. Esto, en el contexto de COVID-19, se agudizó por la insuficiente infraestructura en servicios de abastecimiento de agua potable para la población más vulnerable, o bien de sectores de medios y bajos recursos económicos. Esto evidencia las desigualdades previas y agudiza las injusticias socioambientales” concluye la doctora.
La información oficial acerca del estado de la cuenca, las inspecciones realizadas, bocas de vuelco de efluentes, en el caso de existir, no es accesible a la comunidad. Sin embargo, la última causa legal, del año pasado, por parte de las asociaciones de vecinos, aportaron estudios que arrojaron datos alarmantes. El oxígeno disuelto en el agua resultó ser insuficiente para sostener la vida acuática en algunas zonas: esto lo podemos observar con la aparición de peces muertos en las orillas de los arroyos.
Estudios realizados en la Universidad Nacional General Sarmiento describen un grave deterioro de la cuenca: detectaron altos niveles de Fósforo, Cromo, Cadmio, Plomo y Mercurio, Níquel, Arsénico y Estaño, metales altamente tóxicos que tienen un efecto de bioacumulación en los seres vivos. Este efecto, es por acumulación de sustancias químicas en el cuerpo de los organismos a lo largo de las cadenas tróficas, de manera que alcanzan concentraciones más elevadas que las halladas en su medio. Tengamos en cuenta que esto sucede en peces, que son consumidos con regularidad también por las poblaciones humanas.
El doctor Iribarren, que además vive en el Delta, nos dice: “Les pobladores del Delta siempre tomaron (y muches lo siguen haciendo) directamente el agua que trae el Paraná, que es la que abastece a toda el Área Metropolitana de Buenos Aires. A pesar de vivir sobre un agua preciosa ya no está indicado beberla directamente. El agua está contaminada y les isleñes deben acercarse con sus bidones a retirarla desde la red de agua corriente, lo cual suma un peligro en cuarentena y evidencia la situación precaria preexistente, de gran injusticia para el territorio isleño”.
“Al inicio de la cuarentena, agrega Iribarren, la Dirección del Plan de Manejo Ambiental del Delta (DPMID) y el Consejo Asesor Permanente Isleño (CAPI) repartieron agua organizándose con la comunidad para que fuera equitativo. Luego la empresa AySA repartió sachets con agua, pero muches vecines denunciaron en las redes que tenía sabor al plástico de la bolsa que lo contenía. En otros arroyos más alejados tardaron semanas en recibir el agua de AySA y también lo expresaron por redes sociales. La desarticulación o incomunicación de los sectores gubernamentales termina afectando a la población local. Esta situación fue evidente dado que la CAPI inició gestiones para organizar el reparto de agua, pero no fueron respondidas por AySA, sin embargo, la organización social local reaccionó rápidamente y se autogestionó la resolución de ese problema”.
El biólogo añadió: “el problema de la contaminación del agua se ve empeorado por la gran cantidad de emprendimientos inmobiliarios que se han desarrollado o están en construcción sobre humedales. La destrucción de estos ecosistemas, su relleno y transformación en terrenos elevados artificialmente, rodeados por lagos y canales también artificiales, impiden los procesos físico-químicos, biológicos y geológicos que limpian el agua permanentemente. Los barrios cerrados y nuevas urbanizaciones que avanzan sobre estos territorios, impiden la absorción y la circulación hídrica natural, con lo cual, la contaminación que llega a la cuenca, tarda cada vez más en descontaminarse y se va acumulando. Ambas problemáticas se combinan y contribuyen al mal estado de la cuenca.”
La zona del Delta recibe efluentes de zonas residenciales, industriales, rurales y vertederos de residuos. Un informe publicado en marzo del año pasado por el gobierno bonaerense reconoce que se encuentran “zonas de alto deterioro”. Los cursos más altos están afectados por la actividad agropecuaria, presentando fertilizantes y agrotóxicos. Los cursos medios y bajos pasan por polos industriales, con vertido de residuos urbanos e industriales. Así, confluyen hasta la última parte de su curso en el Delta, en donde convergen los vertidos de los distintos efluentes.
Sería importantísimo tomar nuevos datos, compartirlos públicamente y que estén disponibles para un abordaje científico. Las universidades cuentan con científicos, médicos, becarios, estudiantes, personal capacitado para la toma de muestras y análisis. Universidades del conurbano, como la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) que cuenta con la carrera de la Licenciatura en Ecología, podría hacer su aporte para estos relevamientos.
Desde LID colaboramos con la propuesta, acompañando a los científicos a tomar datos, llevando a cabo una investigación periodística, tomamos muestras en el río Reconquista, observamos el estado general del río, la presencia de efluentes y medimos algunos indicadores de contaminación como son el pH, el Oxígeno disuelto, y la conductividad eléctrica del agua, tres variables que permiten realizar un diagnóstico rápido acerca del estado general de las aguas. A su vez se tomaron muestras para luego realizar estudios más detallados.
Los equipos de medición utilizados fueron diseñados y construidos por CoSensores, con herramientas de programación y electrónica libres, para su uso comunitario. Este grupo lleva a cabo un servicio a la comunidad, trabajando en diálogo con comunidades organizadas en torno a problemáticas socioambientales, posibilitando a esas comunidades medir por sus propios medios los indicadores de contaminación.
La contaminación del agua, compromete de manera severa la vida acuática, pero no sólo estamos hablando de proteger la flora y la fauna sino de proteger los derechos de las personas a vivir en un ambiente digno y sano. Los problemas de la contaminación del medio ambiente tienen consecuencias directas en la salud de las personas, por eso siempre hablamos de problemáticas socioambientales.
Te puede interesar: La falta de agua y la desidia estatal llegan a la Villa 1-11-14 y preocupa a los vecinos
Te puede interesar: La falta de agua y la desidia estatal llegan a la Villa 1-11-14 y preocupa a los vecinos
Los distintos tipos de contaminación comprometen también de manera diferente a la salud. Hay sectores mucho más vulnerables. Es más susceptible quien vive en contacto directo con la naturaleza, como los habitantes de la isla, los trabajadores del campo, los pueblos originarios, la gente que vive de la pesca de río o la agricultura doméstica o la gente que debido a condiciones de pobreza se ve obligada a vivir cerca de las fuentes de contaminación.
Los problemas de contaminación como los que se dan, por ejemplo, en el Riachuelo, en donde el 25% de los niños presenta plomo en sangre, también representan un problema infeccioso para la comunidad como un todo.
Podès leer: Riachuelo: en la Villa 21-24 el 25 % de los niños tienen plomo en sangre
Podès leer: Riachuelo: en la Villa 21-24 el 25 % de los niños tienen plomo en sangre
La intoxicación por contacto con áreas contaminadas comprometen al sistema inmunológico de los organismos, nos hace susceptibles a enfermedades infecciosas a poblaciones humanas y no humanas, interrelacionadas por formar parte del mismo ecosistema.
No hay que perder de vista que somos una unidad biológica y social, dependiente a su vez de las decisiones políticas y económicas que se llevan a cabo, casi siempre en favor de los poderes económicos y en contra del medio ambiente y los pobladores, generando degradación y problemas de salud.
Tambièn podes leer: Ciencia y marxismo: un abordaje dialéctico de la salud pública
Tambièn podes leer: Ciencia y marxismo: un abordaje dialéctico de la salud pública
Es necesario una evaluación y toma de decisiones científica, teniendo en cuenta de manera integrada, todas las variables posibles que prioricen a la Naturaleza y a nosotros, sus habitantes. Tampoco podemos quedarnos con los análisis, sino que también es necesario que se tomen medidas a favor de la preservación del medioambiente. Para ello resulta fundamental que los trabajadores de los barrios aledaños a las zonas contaminadas se organicen y exijan las mismas al Estado.