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Debate. ¿Hillary Clinton es la salida ante Donald Trump?

Guillermo Almeyra ha convocado a la comunidad latina y a la afroamericana a votar por Hillary Clinton en su habitual columna de La Jornada, como el mal menor ante Trump. La polémica está abierta.

Bárbara Funes

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3

Lunes 25 de julio de 2016 23:16

Describe dos fenómenos Almeyra “Clericalfascismo a la estadounidense” como un fenómeno en crecimiento, con base de masas, liderado por el magnate xenófobo Donald Trump por un lado.

Por el otro, el “crecimiento de la rebelión”, agrupada tras Bernie Sanders, de un sector de intelectuales y estudiantes y de negros, latinos, tradicionalmente alineados con el partido demócrata, a cuyo establishment hoy cuestionan.

Frente a este escenario, que enmarca en una ofensiva contra los derechos democráticos laborales en casi todos los países, así como el crecimiento del racismo, la xenofobia, la discriminación étnica y religiosa “que parecían superados con la derrota del nazifascismo”.

Almeyra señala, al igual que numerosos analistas, que la base social principal de Trump son los sectores de trabajadores golpeados por el descenso de su nivel de vida, que hoy expresan racismo y resentimiento.

Por último, esboza un panorama apocalíptico ante el triunfo de Trump: el desbaratamiento de la economía estadounidense y la del mundo, e incluso la perspectiva de una guerra internacional capaz de destruir toda la civilización.

“Hitler podría haber sido evitado y con él la Segunda Guerra Mundial. Hay que hacer todo lo posible para evitar un gobierno estadunidense que practique el fundamentalismo religioso y que esté en manos de un sicópata armado hasta los dientes.” Guillermo Almeyra

Da escalofríos. Sí, millones de personas en Estados Unidos y en México no quieren que el magnate xenófobo llegue al poder. Por eso realizan manifestaciones contra su candidatura, han realizado protestas en distintos actos de su campaña.

¿Donald Trump es fascista?

El candidato republicano tiene el apoyo de sectores supremacistas blancos. Como parte de su programa de gobierno, ha anunciado medidas proteccionistas en el terreno económico, incluso la posibilidad de romper pactos como el TLC si no se reformula en términos más favorables a EE.UU. También plantea el fortalecimiento del ejército estadounidense, hoy demasiado “blando” a sus ojos. Y radicalizar la política antimigrante con la deportación de todos los extranjeros sin estancia legal, así como la construcción del muro en la frontera con México. Esas son medidas de extrema derecha, que lo perfilan más como un demagogo ultraconservador, pero no fascista en sentido estricto.

“…el fascismo es en cada oportunidad el eslabón final de un ciclo político específico…: la crisis más grave de la sociedad capitalista; el aumento de la radicalización de la clase obrera; el aumento de la simpatía hacia la clase trabajadora y un anhelo de cambio de parte de la pequeña burguesía urbana y rural; la extrema confusión de la gran burguesía; sus cobardes y traicioneras maniobras tendientes a evitar el clímax revolucionario; el agotamiento del proletariado; … la desesperación de la pequeña burguesía, su anhelo de cambio;… el aumento de la hostilidad hacia el proletariado que ha defraudado sus expectativas.” León Trotsky, “Bonapartismo, fascismo y guerra” (1940)

No venimos en Estados Unidos de un proceso de radicalización de la clase obrera, ni tampoco estamos asistiendo a su agotamiento. No hubo proceso revolucionario abierto, con un ascenso generalizado de luchas protagonizadas por los trabajadores estadounidenses. El fenómeno que capitalizó Sanders llega apenas –y aun así es muy significativo– a ver con simpatía la idea del socialismo (en realidad lo que Sanders entiende por tal), una idea que era considerada mala palabra en las décadas anteriores.

No obstante, el ascenso de Trump como líder de la extrema derecha expresa una profunda crisis de legitimidad del binomio partido demócrata-partido republicano. Es una muestra de la decadencia del poder estadounidense, fruto de muchos años de reacción política. ¿Puede decantar Trump y su base social en un movimiento de corte fascista? No, ya que no están dadas las condiciones. Pero el hecho de que este magnate xenófobo haya logrado aglutinar hacia el nacionalismo y el racismo el resentimiento y el enojo de sectores de trabajadores más conservadores y de las clases medias tiene que encender una luz de alarma para la clase trabajadora, la juventud y las minorías.

Demócratas y republicanos: las dos caras del 1%

Ante la amenaza “fascista” personalizada en Trump, Almeyra señala los límites de Hillary Clinton, la candidata demócrata como alternativa.

“… es servidora del capital financiero internacional y belicista, como lo demostró cuando fue canciller de Barack Obama. Los dos candidatos en Estados Unidos defienden al capitalismo en general y al imperialismo estadounidense en particular. En eso son iguales, pero en las otras cosas no.” Guillermo Almeyra

A partir de esta observación, concluye en el llamamiento a los latinos y a los trabajadores estadounidenses a votar al partido demócrata en forma “crítica, tapándose la nariz y sin tener en ella un mínimo de confianza”.

Más aún: convoca a los obreros y a los sindicatos clasistas en México a que impulsen también la candidatura de la ex secretaria de Estado, quien cuando fungía como senadora por el partido demócrata se había posicionado contra los migrantes, al proponer que se reforzara la vigilancia sobre éstos. Con este antecedente se perfila como la digna continuadora de Obama, llamado “deportador en jefe” por activistas pro-migrantes.

Hillary Clinton, mientras ocupaba del cargo de secretaria de Estado para la administración Obama, profundizó la Iniciativa Mérida, el programa de asistencia financiera y asesoramiento para las fuerzas represivas impulsado por EE.UU. en México. Con esos fondos, dio apoyo a la llamada “guerra contra el narco”, la excusa oficial para imponer la militarización del territorio al sur del río Bravo, que dejó cientos de miles de muertos y desaparecidos.

Y por si esto fuera poco, Obama -que llegó al poder en gran medida gracias a los votos de la comunidad latina a la que había prometido una reforma migratoria- batió el récord histórico en deportaciones. Durante sus dos administraciones, alrededor de 3 millones de personas deportadas, 90% varones, jefes de familia. Con la consecuencia de la separación de familias y que las esposas y los hijos de los migrantes quedan librados a su suerte. George Bush, republicano, en sus dos
mandatos, llegó a 2.01 millones de deportaciones.

Ante la masacre de Orlando, la señora Clinton se sumó a la cruzada contra el “terrorismo”: promovió la profundización la intervención imperialista en Siria e Irak y llamó a reeditar la “unidad nacional” que reinó después de los atentados del 11S, como se explica acá.

Tampoco se queda atrás el partido demócrata en la violencia racial que despliega la policía contra la comunidad afroamericana y la latina. Una y otra vez se dan a conocer casos de ejecuciones realizadas sólo por el color de piel, y múltiples acciones de violencia. Y mientras Obama decreta el luto por los policías caídos en Baton Rouge, los policías que asesinan a sangre fría a afroamericanos quedan en la impunidad.

Todo esto no lo toma en cuenta Almeyra, quien llama así a los trabajadores a ir detrás de una representante del gran capital imperialista que gobierna contra la mayoría del pueblo estadounidense.

Tanto el partido demócrata como el partido republicano representan al 1% de los millonarios para los que gobiernan las administraciones estadounidenses. Nada tienen que ofrecer a la clase trabajadora ni a los migrantes.

No hay en estas próximas elecciones una alternativa independiente de las grandes corporaciones. En realidad, lo que está planteado en Estados Unidos para la izquierda, la clase trabajadora, multiétnica, la juventud, los intelectuales críticos y todos los sectores oprimidos es dar pasos para forjar un instrumento político que luche por sus intereses, claramente independiente de los partidos al servicio del capital imperialista y de sus candidatos. Que entre otras cuestiones, luche por el fin de todas las intervenciones militares de Estados Unidos en el exterior, plenos derechos para los inmigrantes -incluyendo el libre tránsito a través de los países de la región-, por la nacionalización de los bancos y el comercio exterior bajo control obrero y popular, y para correr a la policía de las comunidades latinas y negras.

Y esta nueva organización tiene de dónde partir: del movimiento que impulsó la campaña de aumento de salario a 15 dólares la hora, de los trabajadores de Verizon, del movimiento democrático contra la violencia racial, de las acciones solidarias con Ayotzinapa y el magisterio en lucha en México, de quienes son parte de lucha por los derechos de los migrantes.

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