Bernie Sanders ganaba por 6 puntos en Oregon y la victoria ajustada en Kentucky no le dio a Clinton la ventaja deseada. La interna demócrata deberá esperar a California para un resultado decisivo.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Miércoles 18 de mayo de 2016
Al cierre de esta edición, Bernie Sanders lideraba por casi 6 puntos la carrera en Oregon. Con esta victoria del senador, las primarias del martes del 17 habrán columinado con un reparto parejo de delegados y una diferencia en voto popular a favor de Sanders. El partido Demócrata deberá esperar a las primarias en California y Nueva Jersey el próximo 7 de junio para un resultado decisivo.
Hillary Clinton llegó a las primarias del martes 17 con la presión de conseguir un resultado decisivo. Donald Trump, ya sin desafiantes en la votación, enfrenta las presiones de la interna republicana que promete turbulencias propias hasta la convención de ese partido. Sin sorpresas, Donald Trump se impuso en Oregon con más del 60%.
La mayoría de las encuestas prometían una carrera cerrada en Kentucky y algunas daban como ganador a Bernie Sanders. El resultado finalmente le dio una victoria ajustada a Hillary Clinton pero esto no significó una victoria para exsecretaria de Estado de Obama. Con el 99 % escrutado, Clinton apenas se impuso con 46,7 % sobre 46,3 % de Sanders. Los delegados se repartirán proporcionalmente.
Kentucky había representado para los Clinton un estado donde jugaban prácticamente de locales. Bill Clinton, marido de Hillary y expresidente, ganó dos veces las internas en ese estado (1992 y 1996). La propia Hillary ganó las primarias en 2008, cuando enfrentó a Barack Obama. Hoy sin embargo, se llevó la mitad de los delegados pero ninguna victoria.
Esta “victoria amarga” es una fotografía del momento que atraviesa la interna demócrata. Hillary Clinton cuenta con la mayoría de los delegados (ampliada si se cuentan los superdelegados, sin mandato por voto popular), y aun así no ha podido imponerse como la candidata indiscutida. El senador por Vermont, Bernie Sanders, se ha transformado de contendiente respetuoso y bienvenido por el propio establishment del partido como vía para enriquecer el debate, al blanco de las amenazas para una candidatura fuerte que pueda derrotar a los republicanos.
Este último tramo ha resultado muy costoso para la campaña de Hillary Clinton, que empezó a extremar los discursos alertando sobre el fantasma de los candidatos independientes, relacionando a Bernie Sanders con Ralph Nader (candidato del partido Verde en varias oportunidades), a quien responsabilizan por algunas de las derrotas demócratas.
Bernie Sanders, que decidió afiliarse al partido Demócrata para presentarse como precandidato, se transformó en el principal fenómeno político con una campaña con miles de voluntarios y recaudaciones récord, y en obstáculo de la nominación de Clinton (que soñó alguna vez con una carrera tranquila y con resultado cantado).
Del lado republicano, aunque Trump es el virtual candidato esto no ha significado un punto final a la crisis interna que divide al partido. Matemáticamente inalcanzable Trump no deja de generar polémicas. La semana pasada el líder republicano del Congreso y principal figura del ala moderada, Paul Ryan, anunció que “no estaba listo para apoyar a Trump”. A pesar de los intentos de lograr una suerte de concordia para evitar que escalen las discusiones, esto no desalentó algunas de las iniciativas desesperadas de quienes ven el triunfo de Trump como la profundización de la crisis del movimiento conservador y estarían dispuestos a impulsar un candidato extrapartidario.
Cobertura de las primarias en Estados Unidos
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.