Domingo 22 de febrero de 2015 11:30
En su intento de construir una “nueva derecha” (que es tan vieja como la oligarquía) Horacio Verbitsky escribe este domingo que “las clases sociales que organizaron la Nación e insertaron su economía en el mercado mundial como proveedora de bienes primarios e importadora de productos industriales y excedentes de población no fueron capaces de construir un partido político que expresara sus intereses en la competencia electoral (…) Desde 1916 en adelante esa oligarquía liberal (…) fue una y otra vez derrotada en las urnas por fuerzas plebeyas que expresaron el ascenso social de la inmigración extranjera y de los migrantes internos en la generación siguiente.
Las políticas regulatorias y distributivas del yrigoyenismo y del peronismo enardecieron a esos sectores propietarios, que no compartían la visión de la izquierda marxista para la que esos movimientos eran tibios reformistas que propugnaban una imposible conciliación de clases e incluso portaban elementos autoritarios y fascistizantes”.
Verbitsky intenta así lograr el engarzamiento del kirchnerismo en esa historia nacional de “épica antioligárquica” de la cual Yrigoyen y Perón son predecesores.
Yrigoyen y la oligarquía
Milcíades Peña, gran historiador marxista de los años 50’ y 60’, escribía sobre la UCR de Yrigoyen que “todos votaban por el radicalismo: terratenientes, industriales, pequeño burgueses, obreros. Pero la UCR no los representaba a todos, ni todos controlaban a la UCR. El núcleo esencial y dirigente del partido, el que determinaba la política efectiva y desprendía de su propio medio ministros y altos funcionarios, estaba perfectamente mancomunado en ideas e intereses fundamentales con el imperialismo inglés, con el capital financiero e industrial tan íntimamente vinculado a los dos primeros (…) Las cuatro quintas partes de la UCR eran populares pero el quinto decisivo (…) servía al imperialismo y a la burguesía argentina” (Historia del pueblo argentino, Emecé).
La ligazón con la familia Anchorena –nombre emblemático de la oligarquía- daba cuenta del carácter social de la conducción radical. Las represiones brutales a los obreros en la Semana Trágica y las huelgas patagónicas de 1920-21, terminarán de confirmar ese carácter pro patronal y antipopular. Bastante lejos de la hermosa leyenda que pinta Verbitsky.
Perón y la “defensa del estado”
“Se ha dicho, señores, que soy enemigo de los capitales, y si ustedes observa los que les acabo de decir no encontrarán ningún defensor, diríamos más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del estado” (Historia…) decía Juan Domingo Perón, allá por 1944.
El entonces Secretario de Trabajo y Previsión social agregará que él también es patrón y sabe que, para mantener contentos a los obreros, hay que felicitarlos cada tanto con una palmada en la espalda. Como escribió el investigador británico Daniel James, una vez instalado en el poder, “el peronismo fue en cierto sentido, para los trabajadores, un experimento de desmovilización social pasiva. En su retórica oficial puso cada vez más de relieve la movilización controlada y limitada bajo la tutela del estado” (Resistencia e integración, Siglo XXI).
La política “distributiva” del peronismo fue de la mano con limitar la independencia política de la clase trabajadora. Tarea que se complementó con la subordinación de las organizaciones obreras al estado y la creación de una enorme burocracia sindical que se sostiene hasta hoy. “Detalles” que el periodista de Página12 omite.
La historia reciente y el mito K
El “relato” del periodista de Página12 continúa señalando que la “conformidad entre poder económico y gobierno electo fue excluyendo cada vez a más personas hasta estallar con la crisis de fin de siglo. Esto dio lugar a una segunda etapa, que dura hasta hoy, en la que uno de los partidos históricos volvió a las fuentes y expresó desde el gobierno los intereses que lo sustentan, lo cual lo puso en conflicto con lo que Eduardo Basualdo caracterizó como la oligarquía diversificada, que con actividades tanto agropecuarias como industriales y financieras, conduce a la burguesía en su conjunto y enfrenta a la alianza populista”.
Los enfrentamientos impositivos (no por la propiedad de la tierra birlada a sangre y fuego) con las patronales del campo emergieron recién en el 2008, luego de 5 años de gobierno kirchnerista. Luego de la Resolución 125, ese enfrentamiento se mantuvo velado. Nunca volvió a abrirse porque el gobierno cejó en su intención de atacar los enormes ingresos de las patronales del campo. No hay ninguna batalla “antioligárquica” seria. Sólo un mito discursivo, funcional a la polarización política con la derecha electoral de Macri, Massa y sus aliados.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.