El país atraviesa una aguda crisis económica anclada en las sanciones estadounidenses que continuaron ahogando al pueblo trabajador persa mientras es devastado por el coronavirus. La histórica oleada de huelgas se para frente a esta situación abriendo un ciclo de irrupción de la clase obrera en la lucha de clases.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Jueves 6 de agosto de 2020 17:19
Desde el primero de agosto, los trabajadores de al menos 16 centros industriales iraníes entraron en huelga levantando diferentes demandas frente a la crisis económica que ahoga a la población. Entre ellas, el pago inmediato de salarios adeudados, la caída de la leyes anti-sindicales del régimen clerical y mejores condiciones laborales en una región que atraviesa una sequía importante con temperaturas de hasta 50 grados. Se fueron sucediendo huelgas en distintas petroquímicas y refinerías, centralmente en el sur del país persa, pero se fueron acoplando otros sectores como el metalmecánico y minero.
Se trata de la acción coordinada más grande en 40 años desde la Revolución Iraní en la que participó un amplio movimiento obrero organizado, que culminó con el triunfo del actual régimen teocrático. Las huelgas comenzaron en la región sur el sábado 1 de agosto, en Khuzestán, donde se encuentran los yacimientos de gas más importantes del país, para luego extenderse hacia las refinerías del centro persa en pocos días. En este sentido, los obreros de Isfahan comenzaron su huelga el 4 de agosto, en una medida sin precedentes que alcanza al menos a 10,000 trabajadores del sectores petrolero, lo que incluye yacimientos, petroquímicas y refinerías.
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Los trabajadores de distintas compañías están sosteniendo la huelga desde el primero de agosto como los de Abadan Oil Refinery, Refinería Parsiana en Kangan, Lamerd Petrochemical, Qeshm Heavy Oil Refinery, IG y Jam 2 en Asaluyeh, Atropart Company en la refinería de Joffair (sur de Ahvaz), Exir Company en la fase 13 de Asaluyeh, Pars Phenol Petrochemical de Asaluyeh, Sina Sanat-e Ahmadpour de Asaluyeh, Refinería de Asaluyeh Petropalayesh, Refinería de Razi de Mahshahr y Tous Dashte Azadeghan han atacado a Asphalt Company. Las huelgas en los yacimientos de South Pars, están golpeando un proyecto privilegiado de Irán, al que apuesta poder desarrollar para enfrentar el cambio de divisas para combatir la hiperinflación que alcanza al menos al 40% en un país que su economía es poco diversificada.
Entre los manifestantes encontraremos constructores, electricistas, soldadores, y trabajadores de distintos oficios que trabajan contratados en el yacimiento de gas natural más grande del mundo. Estos trabajadores cumplen ciclos de trabajo de 20 días por diez de descanso, y se alojan en residencias cercanas al lugar de trabajo durante los días de actividad. El objetivo de la huelga es resistirse a trabajar durante un ciclo completo de turnos de 20 días, con lo cuál asestarían un impacto importante a la producción del gigante petrolero.
Aug 1—Abadan, SW #Iran
Employees & workers of the Abadan refinery, along with their colleagues from the Parsian refinery & Lamerd petrochemical have gone on strike, protesting not receiving their wages & pensions.#IranProtests2020 pic.twitter.com/SIJSpQWqQI— Heshmat Alavi (@HeshmatAlavi) August 1, 2020
La gota que rebalsó el vaso, fue la muerte de Ebrahim Arabzadeh, un trabajador contratado del complejo petroquímico Mahshahr, a causa de las condiciones de sofocamiento que provoca el calor infernal de 50 grados, empujando a la huelga a miles de trabajadores. Estas son algunas de las condiciones insoportables de trabajo y de vida a las que están obligados a trabajar los obreros petroleros iraníes, incluyendo un entorno donde no existen derechos sindicales a partir de la persecución de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de la República de Irán (IRGC) que encarcela a los líderes cada vez que surgen. De la misma manera los salarios están adeudados en un contexto de creciente inflación que alcanza el 40%, a causa de las sanciones económicas internacionales impuestas por el imperialismo norteamericano mientras el país atraviesa una crisis profunda por el covid-19.
El impacto de la política norteamericana, que redujo en un 80% la producción de petróleo, se refleja directamente sobre los trabajadores y el pueblo pobre iraní que protesta contra las condiciones económicas a pesar de carecer de dirección sindical o política.
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La situación de la clase obrera en Irán es brutal, un 70% de los trabajadores de la industria petrolera trabajando en contratistas. En las "zonas económicas especiales" o “zonas francas”, los trabajadores están exentos de legislación laboral, con lo cuál hay una dictadura de las patronales. Los establecimientos no cuentan con sistemas de refrigeración adecuados a las altas temperaturas del ambiente en el verano. Y por supuesto, la sindicalización independiente de los trabajadores está prohibida, mientras que los sindicatos legales son un órgano más de Estado. Además, de no contar con seguro de salud, están obligados a firmar contratos de trabajo basura, sin cobertura de jubilación, mientras que pueden ser despedidos en el momento que lo desee el empleador. Sus salarios están por debajo de la línea de pobreza, mientras que muchos no cobran su salario desde hace meses en un marco de aumento del desempleo que alcanza según datos oficiales al 27% entre la juventud, mientras esperan que la crisis de covid-19 deje a 4 millones de personas en la calle.
Azadegan north oil field, SW #Iran
Workers of the Azadegan north oil field took strike action today because they were offered low wages. #IranProtests pic.twitter.com/l8mLKtQvJD— Iran News Wire (@IranNW) July 29, 2020
En el parque industrial azucarero de Haft Tappeh los obreros mantienen una huelga desde hace 53 días. Esto a pesar de que los dirigentes sindicales está encarcelados por organizar huelgas durante el 2019, uno de ellos a punto de ser ejecutado por pena de muerte. Las demandas son similares, entre ellas el pago de salarios adeudados, reincorporación de despedidos, que se expulse a los funcionarios corruptos, reintegro del dinero en rutas de malversación de fondos, e incluso demandas históricas contra la privatización.
The deprived workers of the Haft Tappeh Sugarcane Company continued their strike on Saterday, Aug.1, for the 48th consecutive day by holding a march in the city of Shush in the oil-rich province of Khuzestan, southwest Iran.@labourstart pic.twitter.com/BMfnscMwEK
— Neda Saber (@Neda_Sab) August 1, 2020
La huelga de los trabajadores del petróleo y gas ha provocado la solidaridad de sindicatos, estudiantes, maestros, jubilados y activistas por los derechos de las mujeres. El Sindicato de Trabajadores y Conductores de Vahed y la Huelga de Trabajadores de la Caña de Azúcar de Haft Tappeh, apoyaron a los trabajadores petroleros, y 12 sindicatos, jubilados, estudiantes y activistas de los derechos del niño emitieron una declaración conjunta expresando su solidaridad con los trabajadores petroleros. El grupo de mujeres Arzem (Liberación femenina) también defendió la huelga de los trabajadores en una declaración como parte del movimiento de mujeres, condenando cualquier ataque contra ellas. También se unió el sindicato de mecánicos y metalúrgicos que ha anunciado que la huelga se extendió a 22 centros industriales hasta el momento, y que 4,000 trabajadores de esta rama participan de la huelga. También se acoplaron los trabajadores de HEPCO (Heavy Equipment Production Company), una importante fábrica de maquinaria pesada que lucha contra las condiciones impuestas por la privatización en 2017 comenzando una nueva ronda de huelgas y protestas.
Los petroleros iraníes mantienen una posición de fuerza estratégica en el país. La República Isámica depende profundamente de la producción de gas y petróleo, por esta razón es que las sanciones de EE.UU están impactando tanto en uno de los países con mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Las relaciones con EE.UU se han tensado cada vez más desde la retirada de Trump del Acuerdo que limitaría el Programa Nuclear iraní que alcanzaron el momento más peligroso durante enero del 2020 con el asesinato de Soleimani. A partir de esta razón Irán ha sido lanzado a los brazos de China, en momentos de crecientes tensiones geopolíticas.
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Los sectores de trabajadores que protagonizan estas huelgas, conductores de autobús de Teherán, los petroleros de Khuzestán y los azucareros de Haft Tuppeh, tienen una larga tradición de lucha. Por el momento el régimen iraní no emitió ninguna declaración frente a las huelgas, pero su reacción siempre fue una represión feroz – que implican tortura, secuestro y asesinato de trabajadores - combinada de concesiones económicas para calmar las aguas. Sin embargo, en esta ocasión el margen para concesiones es muy escaso. Existe una chance de que las huelgas logren las reformas pretendidas, lo cuál puede generar una éxito relativo para el movimiento obrero. O por el contrario que no se logre ninguna.
Sea la alternativa que fuere, el movimiento huelguístico actual puede ser la base para futuras protestas obreras en Irán. En noviembre de 2019, el gobierno fue duramente cuestionado por movilizaciones de miles de personas en los principales centros urbanos a partir del el aumento del combustible y carestía de vida, donde fueron arrestados al menos 7,000 personas y cientos fueron asesinados en la represión, luego en mayo de 2020 se movilizaron por la escasez de agua en varias regiones azotadas por el covid-19. Desde 2017 en adelante las huelgas obreras vienen posicionando como un factor clave en la oposición al gobierno que en la medida que aumenta la presión de EE. UU, polariza más con la sociedad civil, como lo muestra el reciente triunfo del ala ultra conservadora (o intransigentes) del régimen.
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Para poder resolver estos problemas estructurales, será imperioso que el movimiento obrero, que comienza a calentar sus músculos, impulse movilizaciones no sólo contra las condiciones de vida que impone el régimen iraní, sino principalmente contra el ahogo de las sanciones imperialistas. En principio, como decía un huelguista del azúcar, “ un trabajador con hambre, aunque lo azoten, volverá a las calles”.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.