Cintas en Montevideo, fotos con Evita en Balcarce, espías de la Bonaerense en Lanús, alta definición para Huracán, Strauss en Racing y un bonus track: videos, detalles y recuerdos de shows que mojonearon la historia ricotera.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Viernes 28 de agosto de 2020 21:00
Laskina Pub de Montevideo, 9 de diciembre de 1989
El primer show de Los Redondos fuera de Argentina fue el 22 de julio de 1989 en el Palacio Peñarol, estadio de básquet del popular club uruguayo con un diseño y capacidad similares al Obras porteño. El afiche anunciaba a “la banda número uno del underground argentino”. Un día después, y sin tanta promoción, tocaron en Laskina Pub, recinto clave de la escena montevideana de aquella década y mucho más pequeño e íntimo que el anterior.
Los Redondos volvieron a cruzar el Río de la Plata apenas seis meses después, aunque con un contexto bastante distinto: en octubre habían editado ¡Bang, bang! Estás liquidado y a principios de diciembre hicieron su tan comentado debut en Obras. Fue el comienzo de la popularidad astronómica que el grupo desarrollaría en la inminente década siguiente.
Así las cosas, el fin de semana siguiente tocaron en el Teatro de Verano de Montevideo (de donde se extrajeron algunas de las canciones del disco en vivo En directo, editado en 1992). Y, al igual que en la visita anterior, hicieron un tándem en Laskina.
Si bien regresarían a Montevideo en junio de 1990 para repetir la saga Teatro de Verano-Laskina, aquel show del sábado 9 de diciembre de 1989 en el pub montevideano fue registrado con una filmación casera y quedó tan instalado en la mitología ricotera que incluso una banda tributo uruguaya se dedicó a replicar aquella presentación respetando el orden de la lista de temas ejecutados.
Club Sportivo Trabajo de Balcarce, 17 de agosto de 1991
“Somos pocos, pero nos conocemos mucho” dice el Indio ni bien sale al escenario y antes de comenzar a cantar una intensa versión de “Semen up”. Evidentemente aquella noche del 17 de agosto de 1991 había menos gente de la esperada en la cancha de básquet del Club Sportivo Trabajo de Balcarce, a pocos metros del Museo Fangio y frente a la inmensa plaza central en la que pocas horas antes Solari se había sacado una foto junto al busto de Evita (y que el cantante hizo pública en sus redes sociales el año pasado).
Una semana antes Los Redondos habían tocado en el hoy extinto Teatro San Martín de Mar del Plata, mientras que en octubre harían un doblete en el Instituto Santa Lucía de Florencia Varela: esas fueron todas las presentaciones de la banda en los meses posteriores al asesinato de Walter Bulacio, producido por la Policía luego de capturarlo en la fila del recital de Obras el 19 de abril de ese año.
En un contexto de marchas, polémicas y discusiones que marcaron un antes y un después en la manera que la sociedad analizó la violencia institucional en democracia (la CORREPI surgió a consecuencia de eso y fue pionera), la banda aminoró sus presentaciones en vivo y se dedicó a grabar La mosca y la sopa, editado a fines de octubre del ’91.
Microestadio de Lanús, 1º de mayo de 1992
1992 fue año de Microestadios: Lanús, Racing y Newell’s marcaron la antesala del desembarco a la dimensión elefantiásica de las canchas de fútbol que la banda comenzaría a experimentar a partir de 1993, con sus varias funciones en Huracán.
La tríada en Lanús (el 1º, 2 y 3 de mayo de 1992) fue la primera de aquella saga, aunque en paralelo profundizó otra tendencia de los grandes shows de Los Redondos: disturbios, represión policial y apremios ilegales en la previa al recital y en las zonas adyacentes. Evidencia de esto último son los trabajos de espionaje que hizo la Policía Bonaerense en aquella ocasión. Algunas carpetas fueron desclasificadas en 2015 y otras a fines del año pasado. “Ya habrían comenzado a organizar lo que denominan ‘coordinadoras populares antirepresivas’, que tendrán como misión asistir a personas detenidos para lo cual estarán presentes en los eventuales lugares donde se realicen espectáculos de rock, razzias, etc”, indica un espía con cierta alarma.
“Cabe destacar que organizaciones de solidaridad y partidos políticos de izquierda se encuentran sumamente interesados en la explotación de esta problemática”, advierte el documento de inteligencia en otro apartado. “De esa manera, se estima que en la eventualidad de circunstancias futuras análogas a las que se informan, inmediatamente se verificará la intervención de dirigentes políticos de izquierda y filoizquierda, como así que la repercusión de los medios de comunicación será mayor”.
Huracán, 16 y 17 de diciembre de 1994
Acaso el gran hallazgo de la cuarentena: de golpe, y sin que nadie lo esperara, el 15 de mayo apareció en YouTube un audio y video de Los Redondos en vivo con una calidad hasta ahora inédita. En un lapso de trece meses -entre noviembre de 1993 y diciembre de 1994- la banda había tocado cinco veces en el estadio de Huracán (friolera recién superada veintitrés años después por La Renga cuando hilvanó seis funciones en 2017). Las imágenes en ciernes corresponden a los dos últimos shows, con diez canciones del 16 de diciembre del ’94 y trece de la noche siguiente.
El Indio con los ojos ciegos bien abiertos y sin gafas de sol (¡algo impensado antes y después!), Skay a caballo de la legendaria Gibson SG que lo acompaña desde el principio de Los Redondos (y que sería su espada principal en la era solista) y dos invitados de las primeras horas ricoteras: el Conejo Gabriel Jolivet aportándole una segunda viola al escenario y Willy Crook para sumar su saxo a “Maldición, va a ser un día hermoso” y “Vamos las bandas”, dos canciones que no había grabado y que quizás jamás había tocado antes.
imágenes entrañables de Patricio Rey ya en su era multitudinaria. Y una pregunta: ¿cómo es que se “filtraron” esas imágenes y llegaron a Internet?
Racing, 19 de diciembre de 1998
La primera vez que flotó aquella pregunta sobre ‘cómo es que se “filtraron” esas imágenes’ no fue en mayo pasado, sino exactamente diez años antes, cuando comenzó a circular por la web un material de buena factura y edición sobre la presentación de Los Redondos en Racing en diciembre de 1998.
Los ricoteros ya conocen los pormenores de esta historia: en agosto de 2009 el Indio divulgó una carta pública en la que indicaba que la separación de la banda se produjo como consecuencia de su reclamo por la tenencia del material fílmico grabada en varios shows. Hasta entonces, según Solari, las cintas estaban en manos de Skay y Poli.
Para sorpresa de muchos, meses después -mayo de 2010- salió a la luz el registro completo de uno de aquellos shows en Racing. Son imágenes del sábado 19 de diciembre, cuando la banda logró una performance mucho más ajustada que la noche anterior, obstaculizada por distintos inconvenientes técnicos. Es que Los Redondos estaban presentando Último Bondi a Finisterre, un disco con numerosos recursos tecnológicos (como sampleos, secuencias y percusiones digitales) que en la velada inicial presentaron algunas fallas.
El video -al igual que el show- comienza con una animación futurista de Rocambole sobre la fanfarria inicial de “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss (utilizada en la película 2001: Odisea del espacio) y termina con “Jijiji”, tras lo cual el Indio saluda y abandona el escenario antes que los demás. “Andamos por ahí algunos jugando a que el viaje de Los Redondos se termina. Está claro que este viaje se termina cuando ustedes quieran”, había anticipado con cierto misterio Solari unos cuarenta minutos antes, luego de “Juguetes perdidos”.
BONUS TRACK: Olor a tigre, 1991
Olor a tigre iba a ser el nombre original del disco ¡Bang, bang! Estás liquidado, pero finalmente terminó siendo utilizado por los artistas plásticos Rocambole y Alejandra Ceriani para un documental que filmaron en La Plata en 1989, editaron en 1991 con la colaboración del Taller Experimental Audiovisual de la Facultad de Bellas Artes y soltaron en la web a partir de 2014.
La decisión parece acertada: más allá de que hay varias canciones en vivo de Los Redondos, la médula espinal del mediometraje de casi 40 minutos se funda en las imágenes previas a la salida del escenario del Polideportivo de Gimnasia y Esgrima, donde efectivamente el aire parece espesarse entre ansiedades mientras, de fondo, el público truena a la voz de: “¡ohh, vamo’ lo Redó!”.
La idea de tensión antes de la acción se va construyendo con el Indio trotando cada vez más rápido en el vestuario del Polideportivo Plata, Walter Sidoti repiqueteando (y tirando) sus baquetas en el Salón de Patín o Skay y Semilla Bucciarelli dileando con sus instrumentos desenchufados un hiperquinético y oscuro riff que terminaría siendo el leitmotivo del “El blues de la artillería”, incluido dos años después en el disco La mosca y la sopa. Pero las misceláneas guitarreras no se agotan ahí: también aparece una versión en plan karaoke de “Vamos las bandas” (que abre y cierra el docu) y un tramo del solo de “Jijiji” en plan proto-demo.