Ya es oficial, Hollande no quiere que su mandato termine fuera del marco represivo excepcional que ha instaurado. De esta manera, deja abierta la posibilidad para extender el estado de emergencia.
Jueves 17 de noviembre de 2016
En línea con las declaraciones del Primer Ministro francés, Manuel Valls, a principios de esta semana, quien había expresado su deseo de prolongar el estado de emergencia después de enero, el Presidente François Hollande se declaró a favor de la extensión desde Marrakech. De visita en Marruecos por la COP 22 (Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas), el jefe de Estado afirmó frente a las cámaras de RFI, TV5 Monde y France 24 su voluntad de "prolongar el estado de emergencia hasta la elección presidencial". La declaración tuvo el mérito de ser clara, y al igual que el Primer Ministro, Hollande argumentó que la decisión era necesaria debido a de los riesgos terroristas.
Pero el hecho de que el Presidente francés haga esta declaración con motivo de la COP 22 es un guiño cuando menos embarazoso para el jefe de Estado. De hecho, en su famoso libro polémico Ce qu’un Président ne devrait pas dire (Lo que un Presidente no debería decir), François Hollande mismo había reconocido que el estado de emergencia fue muy útil para reprimir a los activistas opuestos a los proyectos de construcción en ciertas zonas en ocasión de... la COP 21 celebrada en París. En ese momento, además de llevar adelante arrestos domiciliarios preventivos, el gobierno no se había privado de reprimir violentamente las movilizaciones, una táctica que se reprodujo por varios meses durante las protestas contra la ley laboral.
Un año después de su instauración, las estadísticas sobre el estado de emergencia demuestran, de hecho, su eficacia en el mantenimiento del control sobre los barrios y la represión contra los movimientos sociales, mientras que se constata su inutilidad en la lucha contra el terrorismo. En este sentido, las declaraciones de François Hollande no son de extrañar, dado el nivel de tensión social, y el hecho de que el movimiento contra la ley laboral recordó a las clases dominantes que los trabajadores y los jóvenes han vuelto a encontrar el camino de la lucha. Con un gobierno agonizante y llegando al final de su mandato, Hollande tiene la intención de mantener las medidas represivas que podrían servir al próximo ocupante del Elíseo. Más allá de quien sea la próxima figura presidencial, Hollande ofrece a la clase dominante un estado de excepción para después del 2017 con la intención de normalizarlo y fortalecerlo en vista de los ataques y las reformas liberales que llevará adelante el próximo gobierno, que bien podrían ser de derecha. El objetivo: protegerse contra la resistencia de los jóvenes y de los trabajadores que vuelven a salir a las calles, a pesar de la derrota, fortalecidos por la última batalla contra la ley laboral.