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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Horacio Zamboni y el 1° de Mayo

Viernes 27 de abril de 2018

Introducción

¿Por qué compartir lo que escribió el Dr. Horacio Zamboni en algunas ponencias o comento en mesas debates sobre esta fecha tan emblemática como es el Primero de Mayo?

Porque como escribimos en el libro donde compilamos lo que hizo en su vida “Horacio Zamboni. Teoría y Practica de un Revolucionario”, editado por el SOEAR (Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario), “En la vida, hay personas que marcan a otros hombres, que son maestros para algunos, que señalan rumbos para muchos, que privilegian lo colectivo a su devenir personal, que dejan discípulos, que se destacan por su personalidad, que sobresalen por ser frontales en el debate de las ideas, que durante su historia mantienen la firmeza en sus posturas ideológicas y políticas. El Dr. Horacio Zamboni, reunió esas cualidades.

Fue ante todo, un revolucionario. Sus posiciones políticas fueron claramente anti sistema, contra la sociedad capitalista, y por la emancipación del proletariado. Se definía como marxista y socialista.

Fue mucho más que un abogado laboralista, fue un militante político y social. Su lucha estuvo ligada a la defensa de los intereses de los trabajadores. Fijó posición ante cada huelga.

Realizó ensayos de economía, política e historia. Planteó la polémica sin guardarse nada. Publicó distintos artículos de opinión, dio cursos de formación para trabajadores y estudiantes universitarios, y se prestó a los más variados reportajes. Fue asesor legal de varios gremios, siendo el primero el SOEPU (Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos de San Lorenzo), y los últimos el SOEAR (Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario) y la FTCIODyARA (Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmontadores de Algodón y Afines de la República Argentina).

Por todo eso, es que vale compartir lo que escribió sobre el día de los explotados. Son parte de conferencias y ponencias, que se encuentran en el libro mencionado.

Del Artículo “Flexibilidad laboral. Desandar la historia”, Cuadernos del Sur, Nº 15, Abril 1993

(…) La firma en enero de 1919, de la Convención N° 1 de la actual Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas (en ese entonces, más modestamente, Oficina Internacional del Trabajo de la Sociedad de las Naciones) es seguramente el momento en que se expresa el triunfo de la clase obrera internacional en lucha por la limitación de la jornada de trabajo a 8 horas diarias o 48 horas semanales. A partir de ese momento todas las naciones con un mínimo de desarrollo capitalista aprobarán sus propias leyes e irán ratificando el tratado de la OIT.

Una cita de uno de los tratados más prestigiosos del Derecho del Trabajo, ilustrará tanto sobre la historia, como sobre la forma en que era considerado el tema, forma notoriamente distinta a la que hoy se acostumbra.

La Adopción Mundial de la Jornada de Ocho Horas

La jornada de trabajo de ocho horas fue por vez primera aplicada en Sidney, en 1855, limitada a los trabajadores de la construcción; en su carácter general, en Melboure, el 21 de abril de 1856. Muchos años después, el Tratado de Versalles y los en él inspirados, propusieron como objetivo, allí donde no hubiera sido aún alcanzado, el de la jornada de ocho horas. La primera convención adoptada por la Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo fue la de limitar la jornada a ocho horas diarias (48 horas semanales) en todos los establecimientos industriales.

En Europa, Alemania fijó la jornada de ocho horas para las empresas industriales y mineras, por Decreto del 23 de noviembre de 1918, beneficio extendido por Decreto del 18 de marzo de 1919 a los empleados. Bélgica, por Ley del 14 de junio de 1921, Francia por Ley del 23 de abril de 1919, y Holanda, el 1° de noviembre de 1919, adoptaron las ocho horas de trabajo. Italia, por Decreto-Ley del 15 de mayo de 1919, estableció las ocho horas para los trabajadores ferroviarios, tranviarios y marítimos, y amplió los beneficios de la limitación de la jornada, por Ley del 15 de marzo de 1923, y Reglamento del 10 de septiembre del mismo año, a los obreros y empleados de la industria y el comercio y a los trabajadores agrícolas. Polonia, el 23 de noviembre de 1918, Portugal, el 10 de enero de 1920, Suecia, el 12 de marzo de 1918, y Suiza, el 12 de marzo de 1919, implementaron asimismo la jornada de ocho horas.

En España, numerosos decretos antecedieron al del 3 de abril de 1919, por lo cual se implementó la jornada de ocho horas, decisión ratificada por el Decreto del 1° de julio de 1931.

En América, creemos que fue Chile el primer país en aceptar la limitación de la jornada, en 1908, fijándola en ocho horas para los trabajadores del Estado, siguiéndole Cuba, que determinó dicho régimen por Decreto del 26 de enero de 1909. De aplicación general a todos los trabajadores, fue el Uruguay el primer país hispanoamericano que implementó la jornada máxima de ocho horas el 15 de febrero de 1915, donde se comprendía a la totalidad de los trabajadores al servicio de empresas privadas y también a los obreros y empleados en trabajos realizados por el Estado. Le sigue cronológicamente el Perú, que estableció legalmente la jornada máxima de ocho horas el 15 de enero de 1919. Por leyes especiales, todos los países hispanoamericanos vienen adoptando el principio de las ocho horas de trabajo como duración máxima de la jornada legal.

La Guerra Mundial de 1939-45, impuso en los países beligerantes la necesidad de derogar transitoriamente la limitación a ocho horas de la jornada laboral, a causa de los perentorios problemas de las industrias militares y de las ordinarias, escasas de mano de obra. Pero tan pronto como la guerra finalizó, dichas excepciones fueron derogadas; y de nuevo se revela una orientación tendiente a reducir la jornada de trabajo a 48 horas semanales, aspiración ya hecha realidad hace algunos años en Francia.

En Argentina, la Ley 11.544, es sancionada en el año 1929, generalizando en todo el país la jornada de 8 horas, que ya se había dado en algunas provincias.

En este punto es preciso señalar que el sistema capitalista, por la limitación de la jornada de trabajo, se había transformado en uno que aumentaba la plusvalía casi exclusivamente por el método de la plusvalía relativa, es decir aumentando la capacidad productiva del trabajo y reduciendo por ende el “tiempo de trabajo necesario”.

Pero además de las leyes limitativas de la jornada de trabajo, el movimiento sindical también había impuesto (o luchaba por ello) otros objetivos comenzando por el propio reconocimiento de sus organizaciones, de la huelga y de la negociación colectiva.

Anarquistas, socialistas, comunistas, incluso los cristianos sociales, coincidían sistemáticamente en esos objetivos, muchos de los cuales ya eran leyes promediando la década del 20. Con el gobierno de Roosevelt en EEUU y el de León Blum en Francia, se puede, tomando como dato 1936 con la firma en París de los acuerdos de Matignon, afirmar que la legislación laboral (o Derecho del Trabajo a esa altura) había redondeado sus puntos principales, en el centro del mundo capitalista. (…)

De la Conferencia “105 años del 1° de Mayo”. Organizada por los Abogados Laboralistas de Rosario. 4 Mayo 1995

(…) Y creo que como presupuesto tenemos que tener en cuenta, lo siguiente: en primer lugar la limitación de la jornada, permite desde el punto de vista físico una disposición de tiempo, que si la jornada se extiende en más, no permite nada más que el tiempo para el sueño y las prácticas sexuales, además llevadas de muy mala manera, como se describe en todas las historias del siglo XIX y del XX, más el alcoholismo, que era lo que es la droga en este momento. Lo que ocurre, es que cuando se toma conciencia de esto, se pide no ya lo que es posible, sino lo que es necesario: las tres 8, las 8 horas de trabajo, las 8 horas de descanso y las 8 horas de esparcimiento, entre las cuales se contaba el tiempo suficiente para pensar sobre su presente y sobre su futuro.

De por si esta consigna, no supuso nunca para ninguno de los teóricos de la clase obrera, ni los dirigentes, la consideración de que la conquista de esto, suponía el fin de la explotación, esto tiene que quedar muy claro. Sí, los grandes protagonistas de la historia de la lucha por las 8 horas estaban todos convencidos que había que poner fin a la explotación capitalista. Pero hicieron de la lucha por esto, el eje de un programa común, el único punto de un programa común, que estaban de acuerdo todos, anarquistas, socialistas, comunistas, sindicalistas revolucionarios.

Este eje central, es a su vez el eje del análisis que debe hacerse. Porque en primer lugar plantea quién es el protagonista principal de esta historia. Y el protagonista principal del 1° de mayo, es un sujeto que apareció en ese momento y no apareció nunca más, que es la clase obrera, pero la clase obrera en su definición más precisa y exacta. Al margen de la Nación, al margen de los Estados, de las religiones, de las razas, de los partidos políticos: es el proletariado internacional, que en su seno llevaba banderas rojas, banderas negras, y algunas banderas posteriores que tienen que ver con la incorporación tardía pero incorporación al fin, de sectores de la Iglesia.

De este eje, y de esta lucha internacional, nace el gran triunfo, y yo diría el único gran triunfo de la clase obrera hasta este momento. Después de la guerra del 14 al 18, con un proletariado que viene diezmado, pero al mismo tiempo, un proletariado compuesto por veteranos de guerra, que todavía están armados, porque no es sólo la Revolución Rusa, recordemos, que la Monarquía alemana es derrotada por el comité de soldados y los comités de obreros, a fines del 18. Internacionalmente, se reconoce entonces con la Primera Convención de la Organización Internacional del Trabajo, esta limitación a la jornada de trabajo.

Frente al todo, las 8 horas unificaba a la clase obrera, pero los conductores de la clase obrera, de los distintos colores, tenían en claro, que las 8 horas era un jalón más en la lucha por un mundo distinto, en el cual podían discutir si era por el sufragio, si era por la acción directa, si era por la acción terrorista individual, o se necesitaba el accionar violento de las masas. Pero en lo que estaba de acuerdo todo el proletariado del mundo, era que había que con-seguir las ocho horas de trabajo, y esto se consiguió.

A partir de esto, el punto de unidad desaparece y quedan los puntos de unidad relativa, no absoluta. Porque las 8 horas es un punto de unidad absoluto, y los otros son todos puntos relativos: el derecho a huelga, el papel de los sindicatos, el papel de la lucha económica o de la lucha política.

Era el eje, el único punto en común que nunca pudo ser reemplazado, porque todos los otros, disgregaron esa unidad proletaria, y al disgregarse la unidad proletaria, en mi opinión, se disgrega una unidad de pensamiento que es el pensamiento colectivo.

La historia ha dado una vuelta, como decía Marx, creo que el desafío es encontrar el punto de partida, y creo que un punto de partida es que debemos reconquistar las 8 horas, porque en la medida que los asalariados estén entregados a jornadas de 10 a 12 horas de trabajo, y en la medida que ellos no tomen conciencia no de que son explotados, sino que físicamente van a ser condenados, como son efectivamente condenados no a las enfermedades profesionales, sino a un problema de capacidad intelectual. Nadie que trabaja 10, 12 horas, puede pensar. (…)

Papeles de trabajo para esa conferencia

1) No se trata en esta ocasión de hacer la historia del 1° de mayo, basta recordar el origen, la calidad de aquellos luchadores, el homenaje y la lectura de las palabras de dos de ellos antes de su ejecución.

2) El significado de la limitación de la jornada de trabajo, que permite la disposición de tiempo y con ello la posibilidad del descanso y el esparcimiento.

3) Está claro que no significó, y nadie lo suponía, el fin de la explotación capitalista.

4) Por el contrario esta lucha, como se demostrará luego, como expresión por excelencia pues fue la única internacional, demostró que la lucha de clases empujó y empuja a la producción de plusvalía relativa, es decir el progreso científico aplicado a la industria. Babagge y Ure, los "filósofos industriales" lo planteaban recordando que después de cada huelga aparecían nuevos inventos que sustituían la mano de obra calificada.

5) Es importante recordar que en el calor de la lucha aparecieron las formas organizativas sindicales y paralelamente partidos políticos "obreros".

6) La lucha por las 8 horas como eje central. Naturalmente una jornada reducida, con un salario que no alcanzara a cubrir las necesidades mínimas era una victoria pírrica. Por ello en esta lucha, el eje central era parte de un programa más amplio, pero era el eje central.

7) Alcanzado el objetivo central, continúa la negociación colectiva, el derecho a la huelga, en síntesis lo que constituye el eje del Derecho del Trabajo, ver Cuadernos del Sur.

8) La crisis demuestra luego del largo período de auge del Estado benefactor, Estado fordista o keynesiano, que no existe más que una sola conquista definitiva, la de la revolución social, pues el único punto verdaderamente irreversible es la conciencia, el salto revolucionario que cambia de acuerdo a lo explicado en el “Prefacio” a la Contribución de la Crítica de la Economía Política.

9) El punto de partida es el nivel de conciencia, el curso de la crisis y la acción de los luchadores sociales.

De la ponencia “El capital industrial, el capital bancario y el capital financiero. Consideraciones críticas a partir del análisis de la lucha de clases en la década del 20”, para el II Seminario Internacional “El Nuevo Orden Mundial a Fines del Siglo XX. El Socialismo como Pensamiento Y Perspectiva”.

Primavera 1995

(…) Pero si atendemos a los resultados que en el campo de las reformas, que como "clase obrera en sí" se alcanzan, la situación se ve distinta, pues la conquista de la limitación legal de la Jornada de trabajo (8 horas por la Convención de Washington de la Organización Internacional del Trabajo órgano de la Liga de las Naciones creadas con la Paz de Versalles) y su extensión a la mayor parte del planeta, resulta un triunfo, el más anhelado y por el cual más se ha luchado en toda la historia que supone al mismo tiempo una condición para un mayor desarrollo de las fuerzas productivas. De todos modos, la clase obrera en cuanto protagonista era sólo una, aunque se dividiera como sujeto político en distintos partidos y fracciones; lo cierto es que encontraba en la lucha económica su único punto de unidad de acción. Con excepción de los resultados de la revolución del 7 de noviembre de 1917, son las conquistas obtenidas en el terreno de las reformas económicas, por la lucha sindical (por supuesto combinada y apoyada por la lucha política) lo que perduró y condicionó el desarrollo del capitalismo, reformas que se fueron acrecentado en décadas siguientes, hasta el final que supone la restauración conservadora de Thatcher-Reagan y sus epígonos en todo el mundo.

Pero una vez obtenido el resultado, como con la jornada de ocho horas, la unidad de acción que llevó al triunfo desapareció e incluso dio lugar a una diversidad de interpretaciones sobre las consecuencias inmediatas de las conquistas, que además agravó la confusión por la falta de claridad respecto a la compresión de algunos otros fenómenos como por ejemplo los sistemas monetarios en especial el patrón oro, la interpretación en los mercados y finalmente la posibilidad de evolución más o menos pacífica del capitalismo hasta el socialismo o la necesidad de una revolución “ya”. (…)

De la Mesa Debate “El empleo y la desocupación”, 23 Mayo 1996

La jornada de 8 horas está consagrada, y no es casualidad en el Tratado de Paz de Versalles. Se firma la paz entre las naciones, pero además se hace una concesión al enemigo de clase, que está embanderado en todos los ejércitos beligerantes, pero con la paz viene a pedir una mejora a la situación de su vida y a la situación de su trabajo productivo. La jornada de 8 horas, es condición del Tratado de Paz de Versalles, y cierra acá la clase obrera una gran etapa, que es la que cierra el camino a la producción por el viejo y brutal sistema del aumento de la intensidad de la explotación y no por las innovaciones tecnológicas.

Esto es lo que acaba de perder la clase obrera en la Argentina, y en casi el mundo entero, en los últimos dos o tres años, porque se ha modificado toda la legislación y en los hechos la jornada de 8 horas no existe, a extremos tales que ya existen pactos como el de SMATA con las automotrices en Córdoba, para hablar de las fábricas chicas, donde la jornada de trabajo ya no es de 8 horas, sino que se ha legalizado 9, 10 o 14 horas. Yo tuve una audiencia esta mañana, de un operario que trabaja 15 horas y media. Entonces este capitalista que tiene la posibilidad de aumentar la ganancia por la intensidad del trabajo, no produce innovaciones tecnológicas

De la Intervención en la Presentación del Libro Historia del 1° de Mayo en Rosario: 1890-2000, de Leónidas Ceruti.

9 Mayo 2002

"Yo me voy a referir al libro, porque recibí las pruebas de galera. Lo primero que quiero decir es que me dan cinco minutos para comentar cien años de historia del movimiento obrero, lo cual me parece no justo por lo menos.

Jorge Semprún, al prologar un libro de Fernando Claudín decía ’o mucho me equivoco, o me equivoco y confunde la amistad, la coincidencia de opiniones en lo esencial y el interés mismo por el tema’ y ’La Historia del 1° de Mayo en Rosario’, del Noni Ceruti, será por muchos años, vuelvo a Semprún ’una obra de consulta de referencia indispensable y para muchos ejemplar para su método y a la elaboración del material histórico conseguido’.

Aclarado esto, creo que vale una denuncia que este libro no se podría haber hecho sin la existencia de las hemerotecas, de las bibliotecas, hecho este que está en riesgo en la provincia de Santa Fe, porque el gobierno reaccionario de Carlos Reutemann, ha cerrado la Hemeroteca de la ciudad de Santa Fe, antes de ayer, dejando a la ciudad sin el material de los últimos cien años de historia, no sólo del movimiento obrero sino de la provincia, que irán seguramente a un depósito para la crítica roedora de los ratones, como decía Engels.

El libro del Noni, es riquísimo, en su trabajo historiográfico, y es al mismo tiempo un libro más amplio que toma al 1° de Mayo, como la excusa de la interpretación de todos esos años de la historia de la Argentina. Tiene documentos transcriptos que son de muy difícil acceso, y que no están reunidos en una obra única, imperdibles, como el escrito de José Martí, relatando el ajusticiamiento de los mártires de Chicago, como corresponsal del diario la Nación, en Nueva York, los documentos de los orígenes del movimiento obrero en Rosario, el relato de los primeros actos del 1° de mayo, el primero el de 1890, con sus discursos hasta el programa de la CGT de los Argentinos, pasando por otros tantos documentos importantes, como los propios discursos de los Mártires de Chicago, al momento de su ajusticiamiento.

Va más allá, a los detalles menores, de la vida de los militantes, a lo largo de todos estos años, que recuerda algunos hechos como mencionaba Héctor Quagliaro recién, aquel 1° de mayo de 1968, que al leer por la actuación por los abogados de la CGT de los Argentinos, y lo comento, porque yo no formaba parte de ellos, y eran de otro signo político, sacaban un amparo favorable para los trabajadores, que tampoco como los corralitos de ahora eran respetados por la policía, porque reprimieron, porque mantuvieron presos y cautivos a los militantes en el local de la CGT, porque el jefe de la policía conseguidos los habeas corpus, no hizo caso, y detuvo y encarceló a los militantes. Son hechos que pintan una historia completa, diría yo.

Es al mismo tiempo y vale hacer justicia para con el Noni, equitativo, porque están en el libro, las expresiones totales del movimiento obrero e incluso algunas que sólo circunstancialmente tuvieron contacto con el mismo. De hecho anarquistas, socialistas, comunistas, peronistas, están cuidadosamente reflejados en su historia.

Creo que se le podría agregar a lo que decía Semprún, al libro de Claudín, que este libro, Noni, es un libro oportuno. Creo que esta vez el Noni acertó y la pegó y le tenemos que estar agradecidos. (Risas del público)

Porque el viejo topo de la historia, como decía Marx, bien ha cavado, y tan bien ha cavado que se derrumbó un buen modelo, y en eso coincidimos todos, pero yo agrego que no sólo se derrumbó el modelo, comienza a derrumbarse a escala planetaria el sistema capitalista en su conjunto, en la forma de la hegemonía financiera. Este derrumbe, puede conducir a la barbarie, porque no está escrito en ninguna parte, que tengamos la salvación al estilo de los vaticinios de Duhalde de que tenemos ’un destino de grandeza, que estamos condenados’, tenemos que ganarlo nosotros y el mundo entero.

En consecuencia, rescatar esta historia es fundamental, y creo que es fundamental rescatar el significado de esta lucha en los documentos originales del movimiento obrero y en las luchas originales, allá por 1919 cuando la firma de la paz, del Tratado de Versalles, porqué la burguesía mundial al firmar ese Tratado firma la Resolución N° 1 de la OIT, que es la que consagra la jornada de ocho horas para los países signatarios. Hito fundamental en la lucha del movimiento obrero, que produce al mismo tiempo un cambio fundamental en el desarrollo del capitalismo, que encontrará por la vía de la extracción de la plusvalía relativa, es decir del avance tecnológico, lo que antes encontraba por la base de la súper explotación, en jornadas de 10, 12, 14 horas, de niños, de mujeres, en el atraso capitalista, en la modernidad del capitalismo que por cierto sigue siendo explotador.

El libro, entonces sigue y abarca la época del desarrollo, la época del peronismo, la época del golpe de Onganía, los Rosariazos, todo con cuidadoso detalle, hasta llegar a la actualidad.

El último capítulo, yo diría es un capítulo triste. El libro se va apagando, y se va apagando el entusiasmo del historiador. Creo que el Noni, fue impregnado por la realidad de estos últimos años, porque estos últimos años no tienen nada de gesta, tienen algo de heroísmo, arrestos individuales, y en esto tenemos que ser claros.
La clase obrera, los asalariados en su conjunto vienen en su conjunto, de derrotas, está sometido a humillaciones constantes, y ha visto cómo se derogaban todas y cada una de las conquistas, de las jornadas de 8 horas, solamente quedan las leyes, el recuerdo y la hipocresía de decir que en esta realidad están vigentes. Como consecuencia de esto finaliza el libro con una conclusión muy breve por cierto, diez renglones, como se dice ahora, tal vez el Noni, ha querido dejar un final abierto.

Final, que debemos construir entre todos y para esto, este libro es fundamental, porque es a partir del análisis de la historia, donde vamos a encontrar las enseñanzas y donde probablemente comparándonos, también encontraremos la voluntad de transformar este mundo que se derrumba y para el cual la historia del movimiento obrero, que ha reconstruido acá en Rosario, para nosotros, para la clase obrera, para los trabajadores, para todos, para él, para mí, para la Revolución. Noni te felicito. Gracias".