Entre lunes y martes hablaron los cuatro policías bonaerenses acusados del cuádruple homicidio (más uno en tentativa). En sus últimas palabras antes del veredicto pidieron “perdón” por los “errores” cometidos. Sus defensas, la Fiscalía y las querellas hicieron sus alegatos. Ahora un jurado popular deberá declararlos culpables o no. Habrá movilización a los Tribunales de La Plata.
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 17 de mayo de 2023 10:16
Foto Eva Cabrera | Télam
En dos intensas jornadas, entre lunes y martes finalizaron las audiencias probatorias del juicio por el homicidio de Danilo Sansone (13), Camila López (13), Gonzalo Domínguez (14) y Aníbal Suárez (22) y el intento de homicidio de Rocío Quagliarello (entonces de 13) por parte de cuatro efectivos de la Policía Bonaerense en San Miguel del Monte en mayo de 2019. Este miércoles será el turno del jurado popular, cuyos doce miembros deberán pronunciarse sobre la culpabilidad o no de los acusados.
Con la de hoy se completan ocho jornadas de un juicio por jurados, oral y público que transcurre en el Tribunal Oral Criminal 4 de La Plata, a cargo de la jueza Carolina Crispiani. Un debate que concitó la atención de buena parte de la población. Es que cuando se produjo la masacre, la noche del 20 de mayo de hace cuatro años, el hecho conmovió a todo el país y durante semanas se fueron conociendo los pormenores de la persecución a tiros con la que la Bonaerense de Monte llevó a la muerte a cuatro adolescentes y dejó en grave estado a Rocío. Además quedaron al descubierto varias maniobras de encubrimiento pergeñadas desde el Municipio, entonces a cargo de la massista Sandra Mayol.
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Balas y teléfonos
La audiencia del lunes comenzó con la declaración de peritos en balística y en informática, además de la médica a cargo de la recuperación de la joven Quagliarello en el Hospital El Cruce de Florencio Varela.
El primero, Lucas Basanta, afirmó que, según sus análisis, dos de los policías juzgados tiraron con sus armas reglamentarias contra el Fiat 147 en el que viajaban los adolescentes. Los tiradores identificados son Ruben García y Manuel Monreal, quienes viajaban en patrulleros diferentes, uno manejado por Leandro Ecilapé y el otro por Mariano Ibáñez. Una de esas balas (disparada por Monreal), quedó incrustada en el muslo izquierdo de Gonzalo, quien iba en el asiento trasero del 147.
Además de identificar esa bala y cuatro vainas encontradas en la calle por un vecino del pueblo, Basanta echó por tierra la hipótesis de la defensa de los acusados respecto a que “dispararon al piso” y “por desgracia” esos disparos impactaron en el auto y en el joven Domínguez. “No me da la sensación de que el proyectil haya impactado contra una superficie dura y plana. La deformación está en la parte frontal y no es rugosa. Puede ser que haya impactado contra un hueso o contra un telón de interposición, como puede ser una chapa del automóvil, y después ingresar al cuerpo”. sentenció.
También declaró José Luis Sánchez, miembro del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Procuración provincial, quien analizó los celulares de los policías. De uno de ellos, descubrió que se habían borrado los mensajes correspondientes a esa noche, especialmente en la hora posterior a la masacre. Además confirmó que en otro teléfono se encontró este mensaje: “Si estos hijos de puta hubieran parado, no se hubieran matado. La culpa no la tuvimos nosotros. Extraoficialmente, me dijeron cuatro fallecidos. Queda una chica ahí que está pidiendo pista, calculo. Van a hacer miles de anécdotas, miles de versiones de las cosas que pasaron”.
La voz del audio corresponde al subcomisario Franco Micucci, quien hoy está imputado en otra causa por “encubrimiento” junto a otros 18 efectivos de la Bonaerense.
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Hablaron los policías
Ibáñez y Monreal declararon el lunes. El martes siguieron García y Ecilapé. Para las defensas era importante que declararan e intentaran conmover al jurado a través de un relato que apelara al tiempo que llevan injustamente presos y a que no mataron a los chicos sino que fue un accidente producto de “una fuga” y “resistencia a la autoridad”. Para el bloque acusador, se abría la posibilidad de desarmar la coartada de las defensas a partir de las propias palabras de sus clientes.
Hay que recordar que, salvo García, los otros tres son jóvenes. Un dato que la defensa quiere convertir en atenuante, como si por tener entre 22 y 28 años se tuviera menos capacidad de comprender la criminalidad de sus actos.
En el caso de García, que entró a la Bonaerense en 1990, buscó “llegar” al jurado con expresiones campechanas y hasta algún chiste desubicado. Pero lo importante es lo que dijo. “Cuando me entero de lo que pasó, cuando dan las edades, tendría que haber agarrado mi pistola y pegarme un tiro en la cabeza. Me pregunté muchas veces para qué mierda me metí en la policía", dijo García, al declarar como acusado ante los 12 miembros del jurado popular y la presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de La Plata, Carolina Crispiani.
El excapitán, que aparece en los videos sacando medio cuerpo afuera apuntando al 147 en plena persecución, dijo: “No había maldad, no sabíamos quién iba en el auto, pero lo teníamos que parar. No soy ningún asesino. Soy enamorado de los derechos humanos. No lo hice queriendo. Si este chico Aníbal hubiera frenado, te juro que ni le saco el auto”.
Palabras más, palabras menos, los cuatro imputados buscaron escapar discursivamente de cualquier autoincriminación, pero sus mismos relatos de conjunto denotan una coartada con varios “grises” e incoherencias al contrastarlas con las pruebas vertidas durante la semana de debate.
Si declararse culpable, el propio García dio indicios de hasta dónde sabe que las evidencias los comprometen. “Cuando después me entero de todo lo que pasó… tendría que haber agarrado la pistola mía y pegarme un tiro en la cabeza. Tengo un hijo de diez años, uno que es policía también. Cuando dan las edades, se te cae el mundo abajo (...) Hubiera preferido que hayan sido tipos grandes, mayores de edad. Eran chicos que yo conocía”. Casi una confesión de parte. Más tarde, en sus últimas palabras, los cuatro pedirían “perdón” a las familias, pese a insistir en que no hicieron nada fuera de la ley.
Evidencias versus relato
Luego de las indagatorias a García y Ecilapé, en la audiencia del martes comenzaron los alegatos finales de las partes. Primero fue el turno del bloque acusador, integrado por la Fiscalía y las cinco querellas, que coincidieron en la acusación general, aportando cada una agravantes y demás consideraciones basadas en las pruebas volcadas durante el juicio. Por eso todas terminaron pidiendo al jurado que declare culpables a los cuatro policías del “homicidio doblemente agravado” de los adolescentes.
En próximas notas se detallará cada argumento volcado en los alegatos por la parte acusadora. Sintéticamente, el fiscal Mariano Sibuet detalló toda la secuencia probada sobre lo ocurrido esa noche. Así dejó en claro que los policías no tuvieron motivos para perseguir al 147 “para identificarlo” y mucho menos para dispararle varias veces y en varios tramos de la persecución. A su vez, en base a lo testificado por la perita bioquímica Jorgelina Garrote, echó por tierra la estrategia defensiva de depositar en el fallecido Aníbal Suárez la culpa por una supuesta borrachera que no se comprobó.
Tanto el “operativo cerrojo” sobre el Fiat como toda lo que prosiguió hasta el impacto del auto contra un acoplado de un camión estacionado, fueron hechos no solamente injustificados sino conscientemente decididos por los imputados. Imposible no considerarlos culpables.
En alegato de Margarita Jarque en nombre de la Comisión Provincial por la Memoria y del patrocinio letrado de las familias de Sansone y López, aportó jurisprudencia y una síntesis de la larga historia de casos enmarcados en la llamada “violencia institucional” con el “gatillo fácil” como emblema represivo. Adhiriendo a todo lo antedicho por el fiscal, afirmó que quienes perpetraron el “lo hicieron en nombre del Estado” pese a no estar autorizados “a frenar o detener personas sin orden judicial” y sin “flagrancia” (no pudieron adjudicarles a los adolescentes la comisión de ningún delito).
Continuando con el mismo hilo argumental alegó Agustina Lloret en nombre del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) (querellante institucional), quien habló de una sucesión de balazos dirigidos al auto pese al (falso) argumento policial de que sólo dispararon “al piso o a las ruedas”.
Dora Bernárdez, habitante de San Miguel del Monte y abogada de las familias de Suárez y Domínguez, agregó una reconstrucción de la cantidad estimada de disparos, tanto confirmados por pericias balísticas como los escuchados por testigos. En total pudo determinar que fueron trece tiros, “como mínimo”. La abogada recordó que cuando se hizo cargo del caso, el fiscal de la instrucción penal le dijo “acá pasó otra cosa” diferente a un “accidente”. “Desde hace cuatro años todos los montenses nos preguntamos por qué comenzó la persecución”, sentenció. Reforzando los argumentos de quienes lo precedieron, el tío y abogado de Rocío, Ricardo Minoli, cerró los alegatos acusatorios.
Luego de días de chocar contra las evidencias volcadas en el debate por testigos, peritos y pruebas del expediente, los abogados defensores de los policías no tuvieron más alternativa que apelar a tocar las “fibras” del sentido común para que el jurado considere una supuesta inocencia de sus defendidos.
Con mucho de acting, de referencias a la “inseguridad” que deben combatir en las calles esos “servidores públicos” y apelando a una defensa corporativa de la Policía, los doctores Guillermo Baqué (un mediático miembro de la “familia” policial), su hija María Celeste y Luis María Giordano lanzaron una serie de diatribas más propias de un juego de roles que de una defensa en juicio. “La próxima vez que los pare un policía no paren, háganle caso al bloque acusador”, dijo Baqué a los jurados. Y no perdió la oportunidad de volver a tirar excrementos retóricos contra Aníbal, quien no puede defenderse por estar muerto.
Filtrando todas las bravatas y clichés derechistas, lo central del argumento de la defensa es que los uniformados actuaron “en cumplimiento de su deber” al intentar identificar a los pibes y las pibas. “¿Hubo disparos?”, sí, no lo podemos negar, dijeron. Pero no dieron ninguna explicación convincente de la justificación de uno solo de esos tiros. Por el contrario, se terminaron limitando a plantear aquellas pocas cosas que no pudieron ser del todo demostradas, que de ninguna manera ponen en cuestión los argumentos de la acusación.
“Suárez se cagó en la vida de tres chicos y les arrebató la vida”, afirmaron Baqué y sus colegas. “No se explica por qué Aníbal reaccionó así, por qué se dio a la fuga. La persecución fue más que lógica: ¿qué tenía de malo parar? ¿Por qué uno no pararía ante la policía?”, se preguntaron mientras en la sala más de una mirada del público demostró incredulidad ante lo que estaban escuchando.
Con las palabras finales de los acusados, que se limitaron a pedir “perdón” por los “errores” que pudieron cometer en “cumplimiento del deber” (lo que indignó a las familias por semejante cinismo), terminaron las audiencias de prueba del juicio que se les sigue a los cuatro policías. Este miércoles, luego de que la jueza Crispiani instruya a los doce jurados titulares y seis suplentes sobre el procedimiento para dictar sentencia, comenzará el debate a puertas cerradas del tribunal sorteado para este debate oral y público.
“Culpables” o “no culpables”, deberán decir. Puede haber unanimidad o no, lo que determinará si se les aplica la condena máxima estipulada, una condena menor o la absolución. Los policías llevan cuatro años presos, son visitados por sus familias y tienen aún mucho que decir sobre lo que pasó esa noche. Las familias de los adolescentes muertos y de Rocío esperan un poco de “justicia” ante tamaña masacre y encubrimiento por parte del Estado. Hoy el jurado tiene la palabra.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc