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Red Internacional
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EDUCACIÓN Y CAPITALISMO. Huelga de deberes en la Escuela Pública

Las familias de los alumnos piden que los centros escolares no manden deberes durante el mes de noviembre y alientan a los padres a que se nieguen si lo hacen.

Aníbal Maza Zaragoza

Viernes 30 de septiembre de 2016

CEAPA, una de las organizaciones de padres y madres más importante en el Estado Español, ha convocado una ’huelga de deberes’. Tratan de lograr que los centros escolares se unan a su campaña "En la escuela falta una asignatura: mi tiempo libre" y no encarguen tareas escolares a los niños y niñas durante los fines de semana de noviembre.

Siguen el ejemplo de la que se llevó a cabo en Francia en 2012 contra la inutilidad de los deberes y su papel como agravantes de las desigualdades sociales entre los alumnos.

CEAPA quiere dar la alarma sobre este problema que afecta a los alumnos y sus familias. El 48,5% de las familias considera que los deberes extraescolares afectan de forma negativa a su vida familiar.

Su objetivo es conseguir que los deberes sean erradicados como método de enseñanza. Y como primer paso de esta campaña, han llamado a la huelga y el boicot a los deberes para este mes de noviembre.

Han invitado a los docentes a que no manden tareas a casa a los alumnos. En caso de que no se responda a la invitación, las familias se negarán y entregarán el lunes en el centro escolar un documento explicando los motivos por los que sus hijos/hijas no han realizado los deberes.

CEAPA ha dado a conocer el pasado 22 de septiembre, el "resumen ejecutivo" de un estudio que recoge las propuestas de 1.748 padres y madres y 472 menores hechas en el primer semestre del año (el 90% de los participantes encuadrados en la Escuela pública).

El 20,24% de las familias refieren que los alumnos dedican más de dos horas al día a realizar los deberes (una jornada superior 10 horas semanales). El 29,41% de los menores afirman lo mismo. Y el 39,44% de los padres y madres denuncian que estas jornadas no responden a las necesidades de sus hijos. Al mismo tiempo cuatro de cada diez menores afirman que no se respeta su tiempo de juego y descanso y el 65,67 % plantea que no hacer los deberes les perjudica.

El hecho es que hasta las instituciones al servicio del capital más concentrado (especialmente reaccionarias y atrasadas en términos sociales y pedagógicos) como PISA y la OCDE ya afirmaron en 2012 la inutilidad de las cargas excesivas de deberes, estableciendo un máximo de cuatro horas por semana como beneficioso para el aprendizaje. Una jornada más larga es inútil o directamente contraproducente.

Además, afirman que agravan la desigualdad, puesto que los alumnos de medios económicos favorecidos, pueden recibir un apoyo mayor por parte de las familias que aquellas con menos recursos no pueden darles.

Esta iniciativa ha sido criminalizada por algunos miembros de la burocracia sindical como el presidente del sindicato CSIF, Mario Gutiérrez, que ha calificado la iniciativa de "despropósito", "aberración" y "burda desautorización al profesor por parte de los padres".

¿Qué es lo que se oculta tras esta hoja de ruta del Ministerio de Educación de imponer unas jornadas de “trabajo” a los menores que, muchas veces, superan a las de sus padres?

El objetivo es “adiestrar” a los alumnos en la obediencia realizando deberes “sin sentido pedagógico alguno” en jornadas que con mucho superan las 8 horas diarias.

Se busca que la Escuela pública venga a parchear el papel disciplinario que antes correspondía a la familia patriarcal tradicional. Una institución sumida en una profunda crisis desde la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y que no puede ser sostenida por la “esclavitud de los abuelos”.

Este adiestramiento de los alumnos es muy útil para el capitalismo y el Gobierno español que buscan imponer un “desarrollo a la China” a los trabajadores del Estado Español: ser mano de obra barata con jornadas extenuantes, y con una nula inversión técnica por parte de sus empresarios.

La utilización de los mecanismos disciplinadores del sistema educativo es una pieza clave de la ofensiva general contra los trabajadores. Pues, tanto el fracaso como el éxito escolar de sus hijos les favorece. El primero consigue nutrir de mano obra barata y no cualificada para las empresas, y al mismo tiempo permite culpar a las víctimas (alumnos y trabajadores de la educación) de las dramáticas consecuencias de sus recortes y sus políticas de elitización de la educación. En el segundo caso, si se logra superar con éxito el currículo escolar y las “reválidas” se consigue una mano de obra dócil y adiestrada para responder a las abusivas demandas y jerarquías de las empresas (muchas veces negligentes y contraproducentes para la propia producción).

Se busca lograr alumnos incapaces de tener un “pensamiento crítico” como afirman las sucesivas leyes de educación del Estado Español (no hablemos ya de consciencia de su situación en la sociedad de clases).

Además, el encarecimiento de los estudios superiores, la merma en las cuantías de las becas y los ataques al resto de servicios públicos hacen que los “techos de cristal” que antes imponían a la juventud obrera que lograba cualificarse, se conviertan en “telones de acero”. En 2007, en los comienzos de la crisis sólo el 27,5% de los hijos de obreros seguían estudiando después de la ESO. Esto se ha agravado después de 9 años de ataques indiscriminados a los trabajadores y sus familias por parte del gobierno.

En último lugar están los alumnos “destruidos” por el sistema, las víctimas del suicidio juvenil, los actores y víctimas del Bullying escolar, y las diversas patologías mentales juveniles que florecen en la actualidad. Un panorama desolador, muy similar al que ya se daba en países como Japón, como podemos ver en el trabajo del psiquiatra Masao Miyamoto «La sociedad de la camisa de fuerza. Una visión irreverente de un iniciado en el Japón Burocrático» (Straitjacket Society: An Insider’s Irreverent View of Bureaucratic Japan). Al igual que en el caso de los adultos a estos niños “triturados en el proceso” les espera la dependencia familiar, el internamiento, la mendicidad o quizá la cárcel.

Es por esto que iniciativas como esta huelga de deberes promovida por las familias, deben coordinarse con las luchas de los trabajadores y los estudiantes para conseguir hacer saltar por los aires las políticas educativas del Gobierno y las grandes empresas. Unas políticas que explotan, trituran y ponen camisas de fuerza a los hijos de las clases populares.