Los trabajadores públicos de Bélgica han llevado adelante una huelga general este martes contra los recortes presupuestarios del Gobierno. De Francia a Bélgica, la lucha es contagiosa.
Martes 31 de mayo de 2016
La huelga general ha paralizado casi por completo el transporte público en el país y ha causado fuertes atascos en la circulación por carretera a primera hora.
Los principales sindicatos del país (CSC, FGTB y CGSLB) han convocado una manifestación de protesta desde primera hora de la mañana, que partió de la estación de trenes del norte de Bruselas y avanzó hacia el centro de la ciudad, en la participaron miles de manifestantes.
La circulación de trenes, metros, tranvías y autobuses se ha visto fuertemente afectada en todo el país, en especial en la región de Valonia (sur de Bélgica) y Bruselas donde estuvieron casi completamente paralizados.
Chaos for commuters expected this Tuesday 31 May during general strike in public sector #Belgium @France24_en pic.twitter.com/coM81bgj9T
— Méabh (@Brusselsness) 30 de mayo de 2016
Como resultado de los paros en el transporte público la circulación por las carreteras del país se ha visto afectada, sobre todo en los accesos a la capital a primera hora de la mañana con hasta 291 kilómetros de retenciones.
El profesorado también se ha sumado la protesta, mientras que en hospitales se mantuvieron los servicios mínimos. En los aeropuertos también hubo paros. El personal de Belgocontrol, la agencia encargada del control del tráfico aéreo, siguió parcialmente la huelga produciendo demoras.
Las oficinas de correos, por su parte, también adhirieron a la jornada de paro y las más afectadas fueron las del sur del país. También pararon totalmente las administraciones públicas locales y estatales.
Hace una semana 80.000 manifestantes protestaron en Bruselas contra de la ley Peeters, que busca flexibilizar el empleo en Bélgica. Estableciendo el número de horas de trabajo durante el año, aumentando las horas semanales. Esto lleva a que el empleado sea más “flexible” y dependiente de su jefe. El jefe tiene, con esta ley, la facultad de decidir cuánto tiempo se trabaja, limitado a sólo 9 horas por día y 45 horas por semana de máximo.
Unos días después, los ferroviarios belgas lanzaban una huelga sorpresiva. Parece que la lucha de clases es contagiosa, y de Francia a Bélgica, los trabajadores salen a la huelga.