Conversamos con Hugo Leale, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sobre el rol de los psicólogos en los procesos de salud en el ámbito del trabajo, el teletrabajo y las medidas tomadas por los gobiernos y la universidad para hacer frente a la pandemia.
Martes 4 de agosto de 2020 23:12
Hugo Leale: “Hay un ataque sobre el mundo del trabajo” - YouTube
La Izquierda Diario entrevistó a Hugo Leale, Docente Adjunto de la Facultad de Psicología de la UBA en la cátedra de Psicología Preventiva, investigador de UBACyT, director de un programa de extensión y psicoterapeuta. Conversamos con él sobre el rol de los psicólogos en los procesos de salud en el ámbito del trabajo para pensar una intervención posible en tiempos de coronavirus. Debatimos sobre el teletrabajo, el estado del sistema sanitario argentino, las medidas tomadas por los gobiernos y la UBA para hacer frente a la pandemia y los límites de la formación universitaria con una mirada dirigida hacia la práctica privada, entre otras cosas.
Compartimos algunos fragmentos de la entrevista, para su versión completa, pueden ver el video.
¿Cómo opinás que desde la psicología podemos jugar un rol para pensar los problemas de la salud en el ámbito laboral recuperando la perspectiva de los trabajadores? ¿Qué opinás de la puesta en pie de comisiones de seguridad e higiene en el trabajo?
Atender o trabajar con el sufrimiento de los otros genera un desgaste enorme en los colectivos de trabajo. Uno de los aportes que nosotros podemos hacer es trabajar con estos equipos. Al compartir la experiencia, se produce una apropiación colectiva de la misma y permite así encontrar soluciones creativas, estableciendo una fina discriminación entre distintos tipos de problemas: los que como psicólogas/os podemos prestar ayuda a la reflexión, y los que no caben en el “malestar psicológico”, sino que tienen que ver con cuestiones gremiales y políticas, que también corresponde que los enfrenten, pero el ámbito de resolución es la acción gremial o política.
Hay un antecedente histórico importante de las comisiones obreras de salud: el “modelo obrero italiano” de los años 70, que es parte del material teórico de la cátedra. Es un modo de atender la relación trabajo-salud, cuyo lema era “no delegar la salud”. Esto es, que los propios trabajadores/as se hicieran cargo de cuidar su salud, entendiendo que las patronales solo miran el problema del ausentismo y lo que tendrían que pagar si alguien se lastima, pero no en generar ambientes de trabajo saludables y confortables para los trabajadores y trabajadoras. Y esto lo hacían con la conformación de grupos donde se contextualizaban todas las tareas que realizaban, no sólo como sería ahora relacionado al COVID, sino más ampliamente: qué desgaste y qué carga física y psíquica tenían las tareas. Sería fundamental que eso exista en todos los espacios de trabajo. Tal vez sería una buena ocasión, motorizada por la emergencia de la pandemia, para que se creen estas comisiones, pero no solamente con el COVID, sino que también que se tenga continuidad para revisar de conjunto las condiciones de trabajo. Los accidentes se mantienen constantes en los espacios laborales, siempre queda como una cuestión trágica, como si fuera imposible de prever. El trabajo no tiene que ser una ocasión de muerte, no se puede naturalizar esto. Dependerá de la movilización de las y los trabajadores; no se puede conseguir de otra manera.
Hay una cuestión muy difundida que es que la psicología sólo puede ofrecer espacios de supervisión, es decir, revisar los aspectos subjetivos que se ponen en juego en estas tareas, y eso es algo importante. Pero lo que nosotros proponemos es un espacio de covisión, una tarea de revisión conjunta de los obstáculos y dificultades, viendo los modos en que los trabajadores buscan resolverlos, pero tratando de que sean lo más inteligentes posibles, buscando reapropiarse de la experiencia, de “hacer algo con lo que nos pasa”. Eso es lo que intentamos en estos lugares que organizamos con las y los trabajadores en ámbitos institucionales. En general surge a pedido de trabajadores/as, nunca hemos tenido de parte de las jefaturas este tipo de intervención.
En la cátedra tienen un proyecto de investigación sobre los efectos de la precarización en la salud. Se me ocurrió relacionarlo al debate vigente sobre el teletrabajo. ¿Qué opinas de esta nueva forma de precarización que están imponiendo de hecho en este contexto de pandemia, y qué te parece la ley que se está discutiendo?
El otro día una persona con la que estábamos trabajando nos decía, “¿sabes qué?, nunca llego a casa”, como ese espacio mental que todos teníamos de decir “bueno llego a casa, me doy una ducha, me saco los zapatos, escucho musica, me tiro un rato, no hago nada”. ‘Llego a casa’, era el espacio que teníamos de tomar distancia de otras actividades, una especie de volver a nosotros, de cierto distanciamiento con el mundo necesario para recuperar energías.
La dislocación del tiempo y del espacio es novedosa. En principio parece que va a tener consecuencias. El hecho del borramiento entre lo público y lo privado es complicado. Estamos hiperconectados, lo que se discute es si tenemos derecho a la desconexión o no. Y sabemos lo que el capital hace con las regulaciones: estaba regulado que el aguinaldo se paga entero y ahora lo van a pagar en cuotas, estaban reguladas las 8hs de trabajo y eso hizo hoy que las personas tengan que tener más de un trabajo. Digo, son necesarias las regulaciones, pero a la vez sabemos que el destino que tienen es efímero en tanto garantía de derechos. Entonces todas las regulaciones que se van a hacer son necesarias para poner un límite, pero no es que tenga expectativas de que van a salir leyes beneficiosas de allí.
La ganancia que van a tener estas empresas es fabulosa. No sólo porque dejan de pagar costos fijos de alquiler, de infraestructura, de mantenimiento, sino por la fragmentación de la fuerza de trabajo que esto significa al tenernos a todos trabajando encerrados en nuestras casas. Hay un ataque sobre el campo y el mundo del trabajo que las consecuencias me parece que son complicadas.
¿Cómo ves al sistema sanitario argentino hoy para dar respuesta ante la pandemia?, ¿Qué opinas de la unificación del sistema sanitario?
Es notable como en la salud se le da un eje prioritario al aparato médico industrial o a la industria química farmaceútica, y esto se está viendo con el tema del COVID. Se pone el énfasis en el “necesitamos respiradores” y no hay profesionales que los manejen; se pone el énfasis en la aparatología y no en el recurso humano, el personal que es central en el mundo de la salud. El campo de la salud y la educación son dos campos privilegiados de mano de obra intensiva, que necesitan muchos trabajadores y trabajadoras para sostener la actividad. Se privilegia el aparato y la química para la atención de la salud, y no se piensa en los aumentos de sueldos o cubrir vacantes que hay en el sistema sanitario.
Entonces no solo está con muchos déficits, sino que además tiene una orientación equivocada, que privilegia la ganancia de unos sectores. Mejor dicho, no hay equivocación en esto, es como cuando se dice “el Estado ausente”: el Estado no está ausente, en todo caso está atendiendo otras cuestiones.
Me parece que muchas veces las declaraciones oficiales tienen una doble cuestión: “es una emergencia, es grave”, entonces habría que haber unificado el sistema de salud sin ninguna duda. “Privilegiamos la vida sobre la economía”, entonces porque privilegiamos la vida sobre la economía, “señores Kristalina Georgieva y señores de Black Rock, me levanto de la mesa de negociación” y digo “volvemos a hablar cuando termine la pandemia, porque privilegiamos la vida sobre la economía”.
Hace falta plata. Porque pagar un ingreso familiar de emergencia es importantísimo para toda la gente que está “en la lona”. No tendría que ser de $10.000, sino el doble. “No tenemos plata” dicen, bueno sabemos dónde hay plata que se puede conseguir, y este impuesto a las grandes fortunas se enuncia que se va a hacer pero no se hace.
¿Qué opinas del rol que la universidad está jugando en la pandemia?
Y la universidad (la UBA) tiene que poner todos los recursos al servicio de la emergencia, no solamente el Hospital de Clínicas, el Roffo y el Lanari, que son excelentes, sino todas las otras facultades. En Trabajo Social, Psicología, Medicina, tenemos docentes formados en tareas clínicas de distintos tipos e intervención social comunitaria que tendrían que estar a disposición. La UBA tendría que haber pedido entrevista con los Ministros de CABA y de Nación y decirle “tenemos todo esto a disposición, díganos ustedes que están coordinando esto, para qué los necesitan”.
Que el Decano de la Facultad de Psicología haya elevado una nota a los ministros diciendo “queremos que Psicología sea una actividad esencial”, desmintiendo el hecho de que psicólogos y psicólogas están trabajando en hospitales y centros de salud, y que en esa nota no dijera “tenemos más de mil docentes con probada formación en distintos campos de psicología que podemos hacer distintos tipos de intervenciones” es lo que yo digo que es una cosa doble, estamos en una emergencia pero no actuamos con la seriedad que una emergencia requeriría. Vos dijiste la unificación del sistema de salud, por supuesto, sí, pero no sólo eso. Es también poner a disposición la producción de los laboratorios para atender la emergencia y es poner todos los recursos humanos; que el Estado cubra los puestos vacantes en el sistema de Salud, y con una oferta del plantel que la UBA tiene, ponerlos a disposición para intervenir en esto.
Creo que la gestión de la UBA de conjunto es bochornosa. Alguien nos decía: “la pandemia es una prueba, acá se van a probar las instituciones, las dirigencias, los trabajadores sociales”. Y yo creo que la UBA está demostrando lo que es: sólo se preocupa por formar profesionales para atender en ámbitos privados. La UBA en general y la Facultad de Psicología en particular.
Al inicio de la pandemia se formó un oscuro observatorio de psicología social aplicada, que usa un instrumento que fue pensado como marketing electoral para tiempos normales en Gran Bretaña y se usa para intentar encontrar malestar psicológico por el tema del aislamiento. Si me preguntan a mí, a vos, a cualquiera, “¿usted está preocupado?”, “¿usted pensó en la muerte?”; ¿¡quién no pensó en la muerte en estos cuatros meses?! ¿¡quién no está angustiado?! ¿a quién no se le redujo el salario?. Salvo algunos que tienen sueldo fijo y son afortunados en este sentido. El aislamiento puso la luz sobre que casi la mitad de la población argentina está en condiciones de informalidad. Y si se me reducen los ingresos, seguro que me voy a sentir inquieto, afectado, angustiado. Sería raro que no suceda. Todos aquellos que intervenimos en una situación de emergencia, como una inundación o una masacre, sabemos que la gente se siente mal, no necesitamos ningún estudio para averiguarlo.
La gestión no ha tenido la decencia de convocar a todas las profesoras y profesores para debatir cuál es el mejor modo de enfrentar la enseñanza en este cuatrimestre, se ha manejado por decretos ad referéndum, aunque tiene los votos para hacerlo. Me parece miserable que solo le interese dirigirse a los graduados, que son quienes lo votan. El tema de la democratización de la universidad es central en esto, el hecho de poder discutir entre todos y aportar distintas ideas para afrontar una emergencia, y no aprovecharla para hacer sus propios negocios.
La universidad demostró que no pudo pensar nada, que fue una improvisación tras otra, en vez de haber dicho “cerramos el año académico”. Yo creo que habría que haberlo cerrado para hacer algo serio y disponer toda la fuerza de la universidad al servicio de la emergencia sanitaria.