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Red Internacional
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Teatro // Terrenal, de Mauricio Kartun. Humor criollo-gauchesco, drama universal-histórico

Demian Paredes @demian_paredes

Miércoles 1ro de octubre de 2014

Mauricio Kartun viene explorando la “dialéctica del amo y el esclavo” en sus últimas obras (escritas y dirigidas por él). A suTríptico patronal (El niño Argentino, Ala de criados y Salomé de Chacra) se suma ahora su nueva obra: Terrenal (Pequeño misterio ácrata), recientemente estrenada.

Con un comienzo beckettiano (dos personajes solitarios, indecisos, despojados, venidos –o mejor: yendo– a menos), Caín y Abel, instalados en un baldío del conurbano a mediados del siglo XX, comienzan un duelo verbal un día domingo. El conflicto: el primero cumple con el mandamiento de descansar mientras su hermano se dedica a trabajar… exclusivamente ese día (vende carnadas, isoca, para quienes se dirigen hacia “El Tigris” a pescar), mientras los otros, recorre, vaga… (Como comentaba y anticipaba Kartun al autor de esta nota, en un reportaje el año pasado para la revista Ideas de Izquierda, Terrenal habla de una suerte de “origen prehistórico” de la diferenciación entre el sedentarismo y el nomadismo, entendiendo al primero “como aquel que instala el concepto de valor y propiedad, y el nómade como aquel que no lo necesita, como el que no lo requiere, como aquel que instala una hipótesis socialista de vida, en la cual, simplemente cuando llega a un lugar, disfruta de ese lugar y puede dejarlo para que lo tome otro.”) Nuevamente la dialéctica del enfrentamiento, ritmada y ritmante, compuesta de “asociaciones libres”, con toda clase de chistes, frase célebres y refranes (pasajes bíblicos incluidos: “Ora et labora”, defiende enfáticamente Caín), ironías y retruécanos, en medio de la espera, no de Godot sino del “Tatita”, quien los dejó, a cada cual cuidando su terreno, unos veinte años atrás. La llegada del (esperado por Caín, no esperado por Abel) Tata(Dios), llevará a una nueva ronda de disparates y equívocos, discusiones y situaciones (sopapos incluidos).

Si en El niño Argentino Kartun utilizó el verso, en Ala de criados la recuperación de “anacronismos” y lenguajes propios de la época de la oligarquía enfrentando la “semana roja” de 1919 (además de palabras inventadas), y, en Salomé de chacra el mito bíblico de Herodes y Juan el Bautista tamizado por el “lenguaje del campo”, gauchesco, en Terrenal todo esto cobra nuevo vigor y funciona, potente y dinámico, como una obra “redonda”: perfecta, como la esfera. El lenguaje de Kartun atrapa, concita atención, sorprende y divierte (muchísimo), y discute también –cómo no– el origen de la propiedad privada y la producción (en contra del “uso libre” de la naturaleza, del nomadismo de Abel), la acumulación del capital, el comercio y el uso de la violencia (la “defensa propia”), que reverbera y (nos) recuerda (muchos) sonidos (“voces”) del presente.

Así el “Tatita”, un impresionante personaje parrandero, que –tal como en el mito– acepta la ofrenda de Abel (en este caso, irse a un asadito, a chupar, comer y bailar), y desprecia la de Caín (el laborioso productor de morrones), terminará provocando la ira de este último, con el resultado conocido (la condena de Caín por asesinar a su hermano, y un planteo del Tata(Dios) acerca del universo, las palabras –y las confusiones que pueden crear– y la música, que ya no se oye…). El “misterio” (ácrata, rebelde, contestatario, libertario) se lo conocerá hacia el final.

Con excelentes actuaciones de Claudio Da Passano (Abel), Claudio Martínez Bel (Caín) y Claudio Rissi (Tatita), Terrenal tiene también una excelente puesta en escena, con sonidos, luces y música, lo que incluye un divertido “número” camdombero-murguero protagonizado por Caín… como fumigador (aparato y máscara incluidos).

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La obra está –hasta mediados diciembre– en el Teatro del pueblo (Diagonal Norte 943), los viernes, sábados y domingos.