El Globo empató 2 a 2 con River pero el triunfo en la ida le alcanzó para superar en las semifinales al equipo de Gallardo. Con goles de Toranzo y Ábila en el primer tiempo, el pueblo quemero acaricia la gloria y llega a una final internacional por primera vez.

Augusto Dorado @AugustoDorado
Viernes 27 de noviembre de 2015
Foto: Reuters
Llegó sufriendo, porque a Huracán todo le cuesta sacrificio, aún cuando juega bien como anoche. Porque superó claramente al River campeón de toda América (todavía detentaba el título de la Sudamericana del año pasado y sumó la Libertadores 2015) y jugó como se debe jugar una copa: buscando el partido. Pero sin embargo terminó “cortando bulones” como se dice en Parque Patricios, porque con dos llamaradas de inspiración de Mora, River quedó a las puertas de un triunfo que lo colocaba en la final. Pero se le dio a Huracán. Lo respaldó con el trámite del encuentro y se hizo justicia en el Palacio Ducó.
Arrancó ganando enseguida el Globo, casi desde el vestuario cuando a los 2 minutos, de un despeje de la defensa quemera que cayó en el área riverplatense, Barovero despejó tímidamente y le quedó un rebote regalado a Toranzo que la estampó en la red para ponerse en ventaja 1-0.
River era pura tibieza. Gallardo dispuso un doble cinco con Carlos Sánnchez como una especie de enganche que no le resultó para generar juego. Huracán en cambio presionaba en todo el terreno, sin perder la calma. Con una serie de jugadores muy inspirados empezando de atrás para adelante con la seguridad del arquero Marcos Díaz, la solidez de Mancinelli en el fondo, la calidad y visión de juego de Vismara, el impulso contagioso del Rolfi, la dinámica de Toranzo y Wanchope Ábila. En ese primer tiempo tuvo momento de gran nivel el Globo.
Lo hizo sufrir varios sustos el local a River hasta que llegó –con justicia- el segundo tanto. De otro pelotazo largo que la defensa visitante achicó muy mal (quedó enganchado Balanta) se la llevó al gol Wanchope, con sombrerito a Barovero incluido. Delirio en el Parque con ese 2-0 arriba que disparaba a Huracán a la gran final.
Pero River tuvo reacción en el segundo tiempo. Recuperó lo que le faltó en la primer etapa: un poco de orgullo. No jugó bien pero a fuerza de empuje logró equiparar el resultado parcial. La clave estuvo en los cambios pergeñados por el Muñeco Gallardo en el vestuario: la entrada de Lucho González le aportó el fútbol que le faltaba y Mayada la salida que con el inseguro Casco no tenía. Y así empujó al 2 a 2, con dos gritos de Mora, el primero un golazo. En el medio tuvo su oportunidad Alario, pero Díaz le ahogó el grito en el mano a mano.
Cuando se escurría el tiempo y el árbitro Meira Ricci adicionó 4 minutos, los corazones se paralizaron en el Ducó… Estaba tan cerca Huracán, pero River lo podía despertar del sueño sólo con un gol. Pensar que hasta hace unas semanas el equipo de Patricios se debatía entre la Primera División y la B Nacional. Milagros no hay, si llegó a esta instancia y a este muy buen presente fue obra de la mano de Eduardo Domínguez que les contagió mentalidad ganadora a sus ex compañeros… Justamente lo que le viene escaseando a River.
¿Se nos dará esta vez o se nos escapa de nuevo? Pensaba para sus adentros la parcialidad quemera. El uruguayo Sánchez pareció querer tranquilizarlos cuando –presa de sus nervios- se hizo expulsar inexplicablemente por propinarle un cachetazo a un pibe alcanzapelotas. Y así llegó el silbatazo final y la noche se tiñó de blanco.
Se lo mereció Huracán porque volvió a pedir a mano alzada el papel de protagonista, regaló momentos de buen trato a la pelota y sobre todo demostró personalidad. A esta altura, ya es uno de los grandes animadores de este torneo continental. Le falta un solo paso para inscribir su nombre en el estrellato de Sudamérica. Para eso deberá enfrentar a Independiente Santa Fe de Colombia, primero el miércoles que viene en el Parque y luego en Bogotá. Pero ya empiezan a inflar el globo porque el pueblo quemero quiere conquistar el cielo del fútbol y quedarse a vivir allí, con un primer campeonato internacional. Si encaran el desafío con la misma personalidad, se le puede decir a la hinchada del Globo –parafraseando el recientemente fallecido Berugo- “venga y atrévase a soñar”.