Avanza la federalización de los servicios de salud propuesta por el gobierno de la 4T, mientras crece la incertidumbre en trabajadoras y trabajadores de la salud, sobre nuestros derechos sociales, laborales, jubilaciones, etc. ¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Marisol FN Agrupación de mujeres y disidencias Pan y Rosas
Jueves 29 de septiembre de 2022

El proyecto del IMSS-BIENESTAR, buscará la centralización de los servicios de salud y ampliar la cobertura de salud para 800 mil millones de personas que no cuentan con seguridad social ni acceso a servicios médicos. Sin embargo, aún hay mucha incertidumbre sobre este nuevo organismo, pues el presupuesto hasta ahora autorizado vendrá de las propias instituciones de la salud involucradas y sin aportes patronales para seguridad social. Además, es importante señalar que las instituciones de salud fueron gravemente afectadas –estructural y económicamente- durante la emergencia sanitaria.
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Reconversión hospitalaria y crisis de la salud pública
Además de la saturación y desborde de los servicios hospitalarios y de urgencias, de todo el país, en los meses más críticos de la pandemia, fueron miles de trabajadoras y trabajadores los que se contagiaron en el ejercicio de su labor y cientxs más de valiosas compañeras y compañeros que perdieron la vida en su lucha contra el Covid-19. Y como todxs sabemos, fueron muertes que bien pudieron evitarse si las autoridades hubieran garantizado el equipo de protección para todo el personal y los insumos suficientes para salvaguardar nuestra salud e integridad.
Por otro lado, la reconversión hospitalaria también implicó el retraso y/o cancelación de miles de citas médicas, consultas, controles y seguimientos médicos, estudios de gabinete, cirugías y otros procedimientos programados para las y los derechohabientes del IMSS, ISSSTE y la SSA, que llevaban meses, y en algunos casos años, esperando fechas para estudios y/o cirugías. Son muchos los pacientes que vieron deteriorarse su salud y padecimientos por dichos retrasos, mientras que otros perdieron la vida por el Covid-19 u otras enfermedades o padecimientos que no fueron tratados a tiempo.
Entre tanto, la demanda de los servicios en hospitales, institutos y unidades de salud del IMSS, ISSSTE y la SSA continúa en aumento, luego de los meses más críticos de la pandemia, así como las urgencias y el deterioro de salud de pacientes con enfermedades graves como el cáncer, la diabetes, leucemia y otras.
Es importante mencionar que los sistemas de salud pública en México ya se encontraban en crisis antes de la pandemia, luego de largos años de políticas neoliberales y robos siderales durante los gobiernos del PRI y el PAN. La emergencia sanitaria no hizo más que agudizar esta situación, mientras que el actual gobierno de la 4T, en complicidad con todos los partidos en los parlamentos, ha mantenido la precarización tanto en la mayoría de los servicios de salud, como en los derechos sociales y laborales para una gran parte del personal de salud.
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¿Qué pasa con el IMSS-Bienestar?
Hasta ahora, la implementación del IMSS Bienestar ha sido operada por decretos oficiales y desde las alturas, entre los directores del IMSS y la Secretaría de Salud (SSA), autoridades federales y estatales, la Secretaría del Trabajo y con la infaltable complicidad de los charros de la FSTSE, SNTSS y SNTSA, que no han consultado ni informado seriamente a las bases trabajadoras, sobre el nuevo organismo y sus implicaciones en la vida laboral. Sobre este nuevo organismo que en los hechos va a sustituir al INSABI, las autoridades tampoco han presentado un balance claro sobre las actividades y presupuestos que se le destinaron.
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Quizás, la propuesta de re-centralización de los servicios de salud pueda ser acertada, pero sin consultar ni tomar en cuenta las opiniones de quienes tenemos el contacto directo con pacientes y sostenemos los sistemas de salud públicos, ese programa, definitivamente no está buscando la verdadera solución que requiere la población, y no podrá cumplir con los objetivos trazados.
Si realmente se pretende aumentar los servicios de salud a la población que no cuenta con seguridad social, lo primero y más importante a garantizar es un aumento superior al presupuesto para el sector salud, así como la estatización de infraestructura hospitalaria y de laboratorios privados, para un sistema realmente universal y para toda la población. Los recursos bien podrían venir de la reasignación de presupuesto que actualmente se destina a la Sedena, la Semar y la Guardia Nacional, así como al no pago de la deuda externa y de impuestos progresivos a las grandes farmacéuticas que operan en México.
La realidad es que, sin los recursos materiales y financieros necesarios, las promesas y buenas intensiones quedarán solo en el plano discursivo y promesas políticas y electorales hacia 2024.
Ante la incertidumbre, unidad del sector salud
Si tomamos como ejemplo las promesas que hicieron el presidente López Obrador y la 4T con la Reforma Educativa al magisterio, podremos ver que, los resultados no fueron los esperados. Si bien dicha reforma incorporó discursivamente las demandas sentidas del sector, en los hechos se mantiene vigente más del 90% de la reforma de Peña Nieto y la educación pública continúa en detrimento.
Partiendo de esa y otras experiencias, las y los trabajadores de la salud no tenemos muchas acciones concretas que indiquen un buen resultado, al contrario, por el momento, prevalece la incertidumbre, y como fue con las y los maestros, tampoco a nosotrxs nos están consultando que opinamos sobre la nueva estrategia de salud. Es indignante que mientras el gobierno de MORENA y
la Cuarta Transformación destinan cientos de millones de pesos a la militarización del país, las enfermeras, médicos, trabajadoras sociales, químicos y el resto del personal de salud en todo el país, nos enfrentamos a una mayor carga laboral y administrativa al mismo tiempo que nuestros salarios son impactados por el aumento de la inflación y se degradan nuestras condiciones de vida.
Ante falta total de información sobre el nuevo organismo y nuestro destino laboral, situación sostenida con la complicidad abierta de los charros de SNTSS, FNTSE y SNTSA, es necesario que las trabajadoras y trabajadores de la salud convoquemos a asambleas en cada hospital, instituto y centro de trabajo, donde participemos personal sindicalizado y no sindicalizado, y votemos nuestros propios planes de lucha para la defensa de los derechos sociales y laborales, así como por el aumento presupuestal para el sector salud. Y aprovechando las recientes elecciones sindicales en el sector, es necesario que discutamos también cómo recuperar nuestras organizaciones sindicales como instrumentos de lucha, de las garras de la burocracia y el charrismo sindical.
No solo se trata sólo de la lucha por la defender los derechos ya conquistados para compañeras y compañeros basificados y sindicalizados, sino también, de la conquista de contratos colectivos que permitan el acceso a vivienda, educación, salarios dignos, cultura, salud y una vejez digna para las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras que no contamos con ningún tipo de seguridad social, prestaciones ni estabilidad laboral. Para lograr todo esto, será fundamental tejer alianzas con trabajadoras y trabajadores de la educación, cultura y otros sectores, pues ellas y ellos son nuestros pacientes, derechohabientes y grandes aliados en la defensa del derecho a la salud pública y gratuita para el pueblo pobre y trabajador.
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