Además salió a bancar a Elisa Carrió, que se quedó con $ 355 mil pesos por canje de pasajes. Un diputado cobra $ 140.000 mientras que hay trabajadores que cobran $ 13.000.
Lunes 2 de abril de 2018 15:03
Fernando Iglesias volvió a dar la nota. Como no podía ser de otra manera lo hizo defendiendo al gobierno del que forma parte. Pero también sumó la defensa de los enormes privilegios que tienen los diputados y senadores nacionales.
El diputado macrista quedó envuelto en las denuncias por sobresueldos que se dieron a conocer hace poco más de una semana. La información demostró que Iglesias se había quedado con casi $ 105 mil de canje de pasajes no utilizados. El hombre vive en la Ciudad de Buenos Aires. Ya debía saber que no necesitaba los pasajes aéreos. Cuando las críticas los salpicaron apareció con una donación al Hospital Garrahan.
Este domingo, sin embargo, eligió seguir defendiendo los enormes ingresos que tiene un diputado nacional. Así, en una columna publicada en Infobae escribió, entre otras cosas, que “cada diputado forma parte de las aproximadamente 500 personas que tienen la responsabilidad de dirigir la Argentina”.
A partir de ahí, el diputado justifica ingresos por $ 140.000. Dice Iglesias que “no parece haber motivo para que los diputados nacionales ganen menos y dispongan de menores recursos que los provinciales”.
Pero eso no justificar que los legisladores provinciales no ganen cifras escandalosamente altas.
“Nadie se hace rico en política con dietas y pasajes, sino mediante la corrupción”, dice Iglesias. La discusión resulta difícil de saldar. Sin embargo, si una diputada como Elisa Carrió puede canjear $ 355 mil pesos en pasajes y sumarlos a los más de $ 100.000 que cobra por mes, está más cerca de “hacerse rico” que una docente que apenas orilla los $ 15.000 de salario.
Iglesias, como no podía ser de otra manera en el oficialismo, elige tirarse contra los trabajadores. Afirma que “el total que recibe un diputado y sus asesores le cuesta menos al Estado que dos pilotos de Aerolíneas y, entre diputados y asesores, el único que cobra un poco más que un camionero argentino es el diputado”.
El diputado podría haber dicho que también “cuesta menos” que un juez de la Corte Suprema que no solo recibe cerca de $ 270.000 sino que no abona el impuesto a las Ganancias. O que es un expresidente, como Adolfo Rodríguez Saá, que “gobernó” el país apenas una semana y se lleva $ 160.000.
También se podrían pensar otras comparaciones. Como por ejemplo, cuántas dietas legislativas actuales se podrían abonar con los montos que impuestos los funcionarios macristas que tienen cuentas y empresas offshore. Habrá que preguntarle al nuevo titular de la AFIP, Leandro Cuccioli, que tiene la mayor parte de su patrimonio en el extranjero.
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El diputado afirma, increíblemente que, “después de años de populismo, buena parte de la población nacional no comprende la complejidad ni el valor de la tarea legislativa”.
Así parece ser. Un reciente estudio demostró que la confianza en el Poder Legislativo bajó en los últimos 5 años. Antes ya era baja, ahora apenas alcanza el 16 %. Poco y nada.
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Razones no faltan. En 2017 el Congreso prácticamente no sesionó de manera regular. El oficialismo nacional, encargado de convocar a sesiones, no lo hizo de manera constante por el marco de la campaña electoral. Solo en diciembre, cuando quiso aprobar su paquete de leyes antipopulares como la reforma previsional, armó reuniones de emergencia y pasó por encima de los plazos normales para sesionar. El apuro en el Congreso solo parece importar cuando se votan leyes contra los trabajadores y el pueblo.
El diputado no se priva de lanzar algún que otro chiste en su columna. Así, por ejemplo, escribe que “el Gobierno de Cambiemos está comprometido con la transparencia y la austeridad”. ¿Será entonces que el ministro Caputo se preparar a renunciar? No, sólo se trata de otra frase hecha.
Por último, pero no por eso menos importante. Iglesias ataca la propuesta del PTS y el Frente de Izquierda de que diputado o funcionario gane como una maestra.
Nadie debería sorprenderse de que así sea. La propuesta de la izquierda implica un ataque fuerte a la casta política que se enriquece –realmente- con la gestión de un Estado al servicio del gran empresariado.
Pero, al mismo tiempo, se trata de la única fuerza política que denunció de manera permanente los privilegios de esa casta política. No está de más recordar que los distintos dietazos que se auto-otorgaron diputados macristas y peronistas, a nivel nacional y en las provincias.
Una última cuestión. Fernando Iglesias fue diputado nacional en el período que entre el 10 de diciembre de 2007 y el 10 de diciembre de 2011. En ese lapso de tiempo, nadie recuerda que haya dado batalla alguna contra un mecanismo que no inventó ayer.