El surgimiento del movimiento Nuit Debout en la juventud francesa junto con la entrada en escena de sectores clave del movimiento obrero, marcaron el retorno a la acción directa en Francia.
La Izquierda Diario @izquierdadiario
Martes 9 de agosto de 2016
Versión editada del artículo original en francés de Guillaume Loïc: “Jeunesse et loi Travail. Elans politiques et tâtonnements tactiques d’une nouvelle avant-garde étudiante”
El surgimiento del movimiento Nuit Debout en la juventud francesa junto con la entrada en escena de sectores clave del movimiento obrero, marcaron el retorno a la acción directa en Francia, a través de la lucha contra la “Ley de trabajo”. Desarrollamos un debate sobre las estrategias en pugna.
Desde marzo se vivió en Francia una enorme lucha contra “la Ley El Khomri” (ley que adoptó el nombre de la Ministra de Trabajo) protagonizada por la juventud y amplios sectores del movimiento obrero, y de la que aún no hemos visto el final. Estas son algunas conclusiones que comenzaron a desarrollar los jóvenes de la Corriente Comunista Revolucionaria, integrante del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) francés.
Nuit Debout: ¿Movimiento reivindicativo o fenómeno político?
Si el movimiento obrero quedó sometido, en general, a su conducción sindical y burocrática, a pesar de su ofensiva entrada en escena, no pasó lo mismo con la juventud y los estudiantes. Junto con la emergencia de Nuit Debout (“Noche de pie”) luego del 31 de marzo, hubo un tsunami que marcó el comienzo de la movilización. Tres meses más tarde, ya eran miles y miles los trabajadores y los jóvenes que acumularon una enorme experiencia de movilización y de confrontación, en los lugares de trabajo y de estudio, a través de sus acciones, enfrentando la represión y rompiendo las fronteras que dividen y separan, en tiempos de normalidad, a los distintos sectores de la sociedad capitalista. Una experiencia que fue puesta en discusión en los marcos de la autoorganización del movimiento, dio lugar a distintas interpretaciones a veces convergentes, a veces no.
Comités de movilización, Nuit Debout, acciones: ¿Una nueva vanguardia?
Una cosa nos golpeó de entrada a nosotros, los militantes organizados, quienes habíamos tenido la “mala suerte” de dar nuestros primeros pasos en la política en la monótona llanura del “Hollandismo”, y fue el carácter explosivo de este movimiento contra la ley El Khomri. Y aunque las asambleas generales y las manifestaciones no alcanzaron la cantidad de jóvenes como en la lucha contra el CPE [Contrato de Primer Empleo, NdR] en 2006, igual fueron importantes.
En varios barrios de Paris, así como en otras ciudades, fueron organizados bloqueos, a veces durante varios días, iniciativas que permitieron mantener unido al movimiento y romper con la disciplina de las clases y del control continuo, una condición central para que la movilización se extienda. Sin embargo, no han tomado la magnitud de los grandes movimientos de los años 2000. La energía desbordante que se exprimía desde el inicio del movimiento ha sido en buena parte canalizada por la “autoorganización”.
Esta primavera manifestamos un imaginario radical, un retorno a la acción directa al calor del hartazgo de la pasividad de 4 años, del reaccionario “diálogo social” del Partido Socialista. Surgió una voluntad de retomar el espacio, de trasgredir las fronteras.
Los comités de movilización no fueron más que uno de las tantas formas del activismo que caracterizó al movimiento. Rápidamente, convivieron con diferentes expresiones del autonomismo, pero también con centenares de jóvenes que querían manifestarse de una manera mucho màs política y ofensiva.
Las organizaciones estudiantiles, ¿desbordadas? Es un poco más que eso…
La confrontación entre la democracia estudiantil de las asambleas generales y de su coordinación, por un lado y los llamados de las organizaciones de estudiantes, principalmente de la UNEF (Unión de Estudiantes de Francia, la única de alcance nacional, NdR) , por el otro, fue un “clásico” de todas las movilizaciones. Así como el movimiento contra la Ley El khomri explotó profundamente luego del 31 de marzo, lo hizo también contra la burocracia de la UNEF. En un primer momento, la UNEF acompañó al movimiento, quizás para no ser desbordada, y quizás “inspirada” por algunos “frondosos” socialistas del parlamento que se oponían parcialmente a la ley. La UNEF se vio desbordada, no tanto por la cantidad, sino por la determinación de los estudiantes, opuesta a las organizaciones tradicionales y por una ruptura profunda con el Partido Socialista.
Un anticapitalismo romántico
La primavera de 2016 ha visto el resurgir de la juventud en la escena política, haciendo saltar el “cerrojo” de las mediaciones que intentaban mantener el reclamo como una lucha meramente corporativa. Es de destacar la vuelta a las calles de un eslogan como el de “Anti-anticapitalista”, no sólo por parte de los jóvenes movilizados, sino más tarde por sectores obreros, como los ferroviarios. Las discusiones de las asambleas del Nuit Debout en la Plaza de la República, fueron profundamente antisistema y, de conjunto, más radicales, que el 15M del Estado Español.
La politización radical que empezó a verse desde marzo, fruto de la ruptura con el reformismo del PS, del descrédito de la democracia burguesa, la bronca por la explotación en el trabajo y el fin de las expectativas de ascenso social, deja abierta la cuestión sobre los métodos necesarios para ganar. El marxismo revolucionario debe retomar la discusión con sus propuestas, pero ante todo es la discusión estratégica la que se abre al calor de la llegada de un nuevo ascenso en la lucha de clases.
La unidad obrero estudiantil
La unidad de las luchas, la huelga general, eran aspiraciones que estaban desde el comienzo en el corazón de los estudiantes movilizados, junto con los ferroviarios, los trabajadores de la salud, los carteros, los portuarios del Havre que, en una asamblea en Paris, mocionaron bloquear el puerto cada vez que la policía tocara a un joven movilizado.
Pero lo central de la experiencia contra la ley de trabajo es la contradicción brutal entre las aspiraciones de las bases y el control conservador de las burocracias sindicales, que separaron al sector más activo de la juventud movilizada con los trabajadores, en lugar de unirlos.
Por su parte, las corrientes del autonomismo han avanzado en una crítica de la democracia del propio movimiento, describiéndola como una reproducción de las formas parlamentarias burguesas y proponiendo como forma de organización el simple agrupamiento de todos aquellos y aquellas que salen a luchar, incluso los que estaban bajo la estricta influencia de la burocracia sindical.
Es así que hay una cuestión estratégica que debe ser evaluada por todo aquellos que reivindican el derrocamiento de este sistema: ¿Cómo eliminar el obstáculo de la burocracia sindical? Nuestro debate con el autonomismo se sitúa en buena parte en este terreno, en tanto ideólogo de la autoorganizaciòn de los huelguistas, sector por sector, y la coordinación a gran escala de estas formas de apropiación democrática de todos aquellos sobre la que se extiende como el único método capaz de abrir la posibilidad de derrocar la dominación burguesa.
“Todo el mundo odia a la policía”
La omnipresencia del Estado y de su arsenal represivo luego de los ataques a la Revista Charlie Hebdo en enero de 2015, es otro dato importante en estos meses. Cada marcha tenía un nuevo dispositivo represivo, llegando incluso a intentos de prohibir directamente las movilizaciones. Las imágenes de las represiones fueron de las más compartidas en las redes sociales. Un nivel represivo y violento que no puede ser comprendido por fuera de “la lucha contra el terrorismo” y la permanencia del estado de emergencia y la vigilancia generalizada. Esta situación amerita una discusión profunda que permita dar respuestas radicales y ofensivas a esta puesta en escena del Estado.
Acordando en el odio al Estado opresivo (ese Estado que vigila, golpea, detiene, coloniza), nuestra diferencia con el autonomismo viene de esa manera individualista de ubicar el problema de la emancipación, que no permite ver hasta el final las raíces y el rol de ese Estado burgués, su relación con la explotación capitalista y el carácter de clase de la lucha para su derrocamiento.
Tomar seriamente la cuestión de la insurrección, en el nivel político y militar, y partiendo de un análisis de fuerzas del adversario, es un proyecto que trasciende el plano simbólico y pacifista o el legalismo reaccionario.
Los trotskistas debemos tomar la ofensiva en un país donde la tradición revolucionaria republicana se utiliza desde hace dos siglos y que ha sembrado en el movimiento obrero una “confusión” sobre la naturaleza del Estado burgués y de su policía.
Existe algo imponente para los jóvenes que se levantaron en el Nuit Debout, y que es la entrada en escena, con una potencia que fue subrayada por los editorialistas de los grandes medios, de sectores clave de la clase obrera, en una segunda fase del movimiento. Asistimos durante algunas semanas a la emergencia de una gran vanguardia dentro del movimiento obrero y de la juventud, con un nivel enorme de radicalidad, conformado por la bronca que se gestó durante cuatro años de reacción [del partido] “socialista” y de “diálogo social”.
Un partido revolucionario
El balance de esta etapa, desde el punto de vista de aquellos y aquellas que deseen preparar los próximos combates, debe dotarse de un plan de batalla y de una organización, de un partido revolucionario, que sigue estando ausente en el seno de la vanguardia actual. Es una cuestión clave para los revolucionarios y es una de las debilidades preexistentes al movimiento, esto es, la ausencia de una alternativa a la dirección de los sindicatos y de su política de conciliación, a toda costa, con los explotadores.
El marxismo revolucionario puede ser una herramienta en una verdadera ofensiva, de cara a las luchas más duras que se anuncian, discutiendo con un espíritu de época impregnado profundamente por las derrotas del siglo XX y de la idea reaccionaria de que éstas habrían condenado toda posibilidad para los explotados y los oprimidos de construir una conciencia colectiva y estratégica.
Si hay una cosa que demostró esta lucha, es que el escepticismo instalado a gran escala a través del neoliberal “there is no alternative” [no hay alternativa] es desoído y resulta, simplemente, anticuado.