Era la segunda mujer en la Corte Suprema y había desarrollado una reputación de "feminista" y "progresista". Murió a los 87 años por complicaciones asociadas al cáncer pancreático. Trump y el Partido Republicano ya están pensando en su reemplazo, que podría incidir en temas tan sensibles como el derecho al aborto y el resultados de las próximas elecciones.
Sábado 19 de septiembre de 2020 11:18
AP Photo/Jeff Chiu
La jueza de la Corte Suprema de EE. UU. Ruth Bader Ginsburg (RBG) falleció el viernes por la noche a la edad de 87 años, causando pánico en millones de personas sobre el futuro de los derechos reproductivos. Debemos recordar que en el país el aborto no es legal, sino que está amparado por un fallo de la Corte Suprema, Roe vs. Wade. Su muerte y el miedo subsiguiente muestra el inmenso poder que tiene el tribunal y por qué debemos abolirla.
Ginsburg murió por complicaciones de cáncer pancreático metastásico después de luchar contra la enfermedad durante los últimos 20 años. Era la segunda mujer en la Corte Suprema y había desarrollado una reputación de "feminista" y "progresista". La progresía estadounidense la llamaba The Notorious RGB (la afamada RBG); se hicieron dos películas sobre ella; e incluso hay quienes se disfrazaban de ella en Halloween. Sin duda, RBG era un icono de la cultura pop. Será recordada por sus decisiones más progresistas en el Tribunal Supremo, y otras serán barridas bajo la alfombra por progresistas y socialistas por igual. Tomemos el caso de la ciudad de Sherrill contra la Nación India Oneida de Nueva York, en el que RBG y todo el Tribunal Supremo se pronunciaron en contra de la soberanía tribal.
La muerte de RBG y la lucha que se avecina por su reemplazo pone de relieve una vez más la completa bancarrota de la estrategia electoral reformista para defender nuestros derechos básicos. Recordemos que los miembros de esta corte los elige el Senado, que hoy tiene mayoría republicana, con lo que Trump podría sentar en el tribunal más alto del país a su tercer nominado, algo histórico desde todo punto de vista. Si el plan era sólo para esperar que RBG no muriera antes de que Biden fuera elegido, era un mal plan. Confiar en instituciones antidemocráticas como la Corte Suprema, o en partidos capitalistas como los Demócratas, demostró una y otra vez que es una estrategia para la derrota.
La muerte de RBG abre una enorme crisis para el régimen político. Parece casi seguro que Donald Trump, el presidente del Senado Mitch McConnell, y el resto del Partido Republicano comenzarán muy rápidamente a buscar maneras de impulsar a su candidato. Saben que hay posibilidades de perder la mayoría de la Cámara Alta en las elecciones de noviembre. Sin embargo, esto es una hipocresía para los republicanos que bloquearon la nominación de Merrick Garland al final de la presidencia de Obama con la excusa de que las elecciones estaban muy reñidas y debería esperar hasta después de la elección.
No parece ser el caso ahora. Los republicanos van a tratar de impulsar un reemplazo.
La decisión sobre a quién colocar en la Corte Suprema es sumamente importante en parte porque hay posibilidades de que el resultado de esta elección sea decidido por este órgano. Demócratas y Republicanos han reunido un ejército de abogados constitucionales, listos para disputar las elecciones. Después de todo, fue la Corte Suprema la que decidió las elecciones de 2000. En lugar de contar los votos en Florida, entregó la elección a George W. Bush, y el candidato Demócrata Al Gore aceptó obedientemente los resultados.
Podríamos ver un escenario similar esta vez, pero en una situación mucho más volátil. Muchos creen que Trump puede intentar mantener la presidencia aunque pierda. Después de todo, se pasó las últimas semanas posicionándose para desafiar la validez de la elección, prediciendo "caos electoral". Ya está atacando el voto por correo y buscando formas de evitar que la gente vote en medio de la pandemia. Como si fuera poco Trump alienta a las milicias de extrema derecha que han estado movilizando, atacando y matando a los manifestantes.
Decimos en términos inequívocos: defendemos el derecho al voto. Las elecciones no deberían ser decididas por jueces que nadie eligió. ¿Y saben qué institución se ha mantenido en el lado opuesto de esa lucha? La Corte Suprema. Desde la decisión de Citizens United (Ciudadanos Unidos) que permitió donaciones ilimitadas por parte de corporaciones para financiar campañas políticas hasta las elecciones del 2000, la Corte Suprema ha sido integral en el mantenimiento de la falta de democracia en los Estados Unidos, donde ni siquiera decidimos las elecciones por el principio básico del voto popular. Debemos empezar a organizarnos con este mensaje: la gente tiene derecho a votar, a que se cuenten sus votos, y ningún cuerpo no elegido de nueve personas debe decidir ninguna elección.
Al mismo tiempo, una estrategia electoral para defender nuestros derechos básicos está condenada al fracaso. Si defender la justicia reproductiva o incluso la democracia depende de que una persona de 87 años siga viva hasta después de noviembre es claro que no funciona. Y tampoco es que RBG era un baluarte contra las decisiones antidemocráticas. Después de todo, ella estaba en la corte en la decisión de Bush vs. Gore. Pero es cierto que la clase obrera y los oprimidos en general, así como nuestro derecho básico a votar, están bajo ataque. Debemos responder en consecuencia, fortaleciendo la organización de la clase obrera y los oprimidos y no las instituciones que nos oprimen, que incluyen la Corte Suprema y el Partido Demócrata.
Joe Biden y los demócratas aprovecharán para insistir una vez más de que Biden nos protegerá de Trump, la derecha en ascenso, y de las amenazas a los derechos reproductivos en la Corte Suprema. Verán la ofensiva de la derecha contra el aborto y, como siempre, nos dirán que nos aseguremos de ir a votar. Pero el hecho es que los derechos reproductivos han sido atacados durante décadas, sin importar quién haya estado en la Casa Blanca. Y aunque no es un secreto que la administración Trump atacó los derechos reproductivos y se posicionó como antiabortista, es aún más hipócrita decir que deberíamos votar por Biden para defender los derechos reproductivos.
Después de todo, Biden apoyó la famosa Enmienda Hyde, que impide usar presupuesto nacional para financiar las clínicas de salud reproductiva, hasta que se volvió políticamente insostenible para su campaña. Además, Roe vs. Wade fue más tarde socavado por otras decisiones de la Corte Suprema como Planned Parenthood vs. Casey. Como escribió Yekaterina Oziashvili: "Si bien es un hecho que Roe vs. Wade mejoró drásticamente la vida de millones de mujeres y de la clase trabajadora en general, muchos sacaron una lección equivocada de la decisión. En lugar de verlo como un paso en la dirección correcta, infieren que el Tribunal Supremo es el principal, si no el único, defensor de los derechos democráticos; y es esta conclusión errónea la que conduce a la desmovilización". La verdad es que nos corresponde a nosotros defender los derechos reproductivos y los derechos de la clase obrera y los oprimidos.
Para ello, debemos reconocer que los demócratas, a pesar de todas sus bonitas palabras sobre el apoyo al derecho a elegir, son también nuestros enemigos en esta lucha. Después de todo, hay una buena parte de demócratas anti-aborto, y la propia Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Diputados, dijo que el aborto no es un tema central para su partido. Es un partido capitalista y existe para proteger los intereses del capital. Mientras que los demócratas usan temas como los derechos reproductivos para ganar elecciones, no están de nuestro lado en la lucha para proteger esos derechos. Por ejemplo, defienden el sistema de salud privado que hace que los abortos sean inasequibles, y no hacen nada acerca de la continua explotación del trabajo de las mujeres en la economía capitalista. Los demócratas han demostrado una y otra vez que no les importan los intereses de los trabajadores, las mujeres, los inmigrantes y las minorías raciales.
En las próximas semanas, la discusión estará dominada por quién reemplazará a Ginsburg. Como socialistas, no podemos quedarnos atascados en ese debate. La Corte Suprema es una institución ilegítima, antidemocrática y opresiva. ¿Por qué nueve personas que nadie votó, que cobran cientos de miles de dólares al año y son vitalicios en sus cargos deben decidir sobre nuestros derechos?.
La Corte Suprema fue creada para proteger los intereses de la clase dominante. Ha fallado una y otra vez contra la clase obrera y los oprimidos. Cuando la Corte Suprema se puso del lado de las causas progresistas, fue sólo por la presión de los movimientos en las calles, no por algún concepto abstracto de "justicia". Ese fue ciertamente el caso del movimiento de los derechos civiles y el movimiento de la justicia reproductiva. ¿Y qué tan justa es, después de todo, una institución que incluye entre sus filas al menos a dos hombres acusados de agresión sexual? No podemos sentarnos a esperar que esta o aquella jueza no muera porque es lo único que se interpone entre nosotros y nuestros derechos civiles básicos. La única manera de arreglar la Corte Suprema es abolirla.
Son tiempos de miedo, y el Partido Demócrata está tratando de usar ese miedo para conseguir apoyo para Biden, diciéndonos que él es lo único que se interpone entre nosotros y un gobierno de extrema derecha. Pero la historia nos muestra que la única manera de luchar contra la derecha es construir la izquierda y fortalecer la organización de la clase obrera. Biden, los demócratas y la Corte Suprema no nos salvarán, y no nos protegerán. Sólo la fuerza unificada de la clase obrera y los oprimidos tiene el número y el poder para combatir los ataques de la derecha. No debemos sentarnos de brazos cruzados mientras los capitalistas y sus políticos discuten sobre qué juez debe servir de por vida en la Corte Suprema. Es hora de movilizarse, cerrar la economía a través de huelgas, y exigir la abolición de la Corte Suprema. No nos sirve. Su tiempo se ha acabado.
Tatiana Cozzarelli
Docente, actualmente estudia Educación Urbana en la CUNY.