Con el título “Luz y Fuerza”, el autor y referente de La Garganta Poderosa relata la situación en las villas del país, con eje en el abandono energético del Estado sobre ellas y las trágicas consecuencias sociales que eso trae.
Jueves 23 de julio de 2020 14:40
Foto La Garganta Poderosa
El texto que se reproduce a continuación fue publicado por el autor en la página de La Garganta Poderosa. Con autorización de su organización, La Izquierda Diario lo comparte con sus lectoras y lectores.
Luz y Fuerza
Hace casi dos meses, propusimos formalmente la provisión de generadores para evitar consecuencias peores, cuando llegara el invierno disfrazado de infierno.
Amenazados por los tendidos de la precariedad que no mata publicidad ni siquiera en este momento, más la literal tensión del aislamiento, los vulnerados por estos lados aparecen “vulnerables” como todos los años, entre ligaduras de cables y roturas de caños.
“Hay que llamar a la Unidad de Gestión e Intervención”, señores y señoras, que se toma 72 horas, te clava una espera biennn larrrga y cuando llega regenera la misma carga para la misma tensión, ¡adivinen lo que sucede a continuación!
Sólo en las últimas tres semanas, entre las 64 manzanas de la Villa 21, estallaron cinco de sus siete transformadores, sin estupor de los editores, ni títulos rimbombantes. Pero bue, sólo tiene 70 mil habitantes que ya gozan de “dos cuadrillas”, como si las villas fueran autosuficientes, como si no fueran electrodependientes y como si dejarlas libradas a la suerte no implicara semejante riesgo de muerte, sin contar los artefactos que se vuelven a quemar tanto más fácil de lo que se vuelven a comprar, con algún magro salario: chau calefacción, ¡hola sistema sanitario!
Hay tanto para “normalizar”, mientras los dueños del espanto nos invitan a olvidar los 12.600 millones que pudieron recaudar los ladrones de Edesur en 2019, a la sombra de cada obra que no se mueve, pues hace nueve años existe un fallo judicial que acredita el riesgo eléctrico real e impone atender esas obras pendientes, todavía en el tercer mandato de la misma gestión.
Porque sin luz, puede perfectamente continuar la función, una multa y una condonación, otra multa y otra condonación. Ahora, si miran con atención, podrán ver las luminarias de la desigualdad, pues tal como sucedió con el agua, la 31 y la impunidad, las prestatarias de nuestra electricidad “sólo llegan hasta el contorno de la comunidad” y “hacia adentro ya se ocupa cada gestión”. A esto, de verdad, le llaman “urbanización”.
Todos los datos del último mes
Ojalá no venga a iluminarnos otro cajón.
Ojalá no descubramos que no veíamos nada.
Ojalá no hubiera gente hacinada en estos lugares.
“Situación normalizada de los barrios de los populares”.