×
×
Red Internacional
lid bot

Transición 2024. Inicia el gobierno de Claudia Sheinbaum con la bandera del “humanismo mexicano”

Promesas y expectativas de la sucesora de López Obrador, referente de los progresismos tardíos latinoamericanos, y primera mujer en llegar a la presidencia en el país que ocupa el doceavo lugar en las economías del mundo. Fortalezas y contradicciones de la Cuarta Transformación.

Martes 1ro de octubre de 2024

En una tarde ventosa con un sol rebelde que por momentos brincó a las nubes grises, tuvo lugar la llegada al gobierno de Claudia Sheinbaum.

A lo largo de un protocolo cargado de simbolismos, desde la reivindicación del pasado prehispánico con la entrega del bastón de mando ─una ceremonia que también realizó López Obrador─ la realidad cruda y dura, sin adornos, es que la nueva presidenta buscó mantener las garantías a Estados Unidos y las trasnacionales, como lo expresó en su discurso en el Palacio de San Lázaro, donde funciona la cámara de diputados y recibió la banda presidencial.

Numerosos mandatarios y representantes diplomáticos de todos los continentes acudieron a esta transición, entre quienes destacaron Luiz Ignacio Lula da Silva, presidente de Brasil, Gustavo Petro, su homólogo de Colombia, Gabriel Boric, mandatario chileno y Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba. De los principales socios comerciales de México, no acudieron ni el primer ministro de Canadá ni el presidente Biden.

De Estados Unidos se puede especular que sus radares están en la campaña electoral hacia los comicios presidenciales de noviembre y en Medio Oriente con el intercambio de fuego entre Líbano e Israel, pero lo cierto es que previo a la aprobación de la reforma judicial que incluye la elección popular de jueces, magistrados y ministros, las relaciones diplomáticas se tensaron entre México de un lado y Canadá y Estados Unidos del otro.

Te puede interesar: México recibe a líderes mundiales en la toma de protesta de Claudia Sheinbaum

La oposición de derecha ─el Partido Revolucionario Institucional (PRI, que gobernó México por 80 años) y el Partido Acción Nacional (PAN, que intensificó la militarización en 2006 durante el gobierno de Felipe Calderón)─ criticó por enésima vez la reforma judicial para postularse como los mejores garantes de los negocios capitalistas, pero la realidad es que sus administraciones, campeonas de los planes neoliberales, nunca consiguieron la legitimidad de las instituciones de la democracia burguesa, lo que sí logró López Obrador.

Las principales promesas de Sheinbaum

Horas después, ante el Zócalo lleno de personas que acudieron al acto de su toma de protesta, Claudia Sheinbaum dio a conocer las cien promesas de su gobierno.

Sheinbaum sostuvo que “Nunca nos someteremos a intereses económicos, políticos o extranjeros, siempre trabajaremos por el interés supremo del pueblo y de la nación”, pero es innegable que la estructura productiva de México está desarrollada de acuerdo con las necesidades de la cadena de valor que se extiende desde Estados Unidos, donde al sur del río Bravo se despliegan armadoras que funcionan con partes que llegan en su mayoría desde Estados Unidos, y en las exportaciones destacan los vehículos fabricados en las instalaciones de las trasnacionales automotrices y que se venden a Estados Unidos.

La flamante mandataria proclamó que “Gobernaremos teniendo como sustento el humanismo mexicano, que se nutre de dos pilares: la esencia de los pueblos originarios y también la fecunda historia de México”, pero la realidad es que el desarrollo de megaproyectos como el Corredor Transístmico y el Tren Maya implicó una ofensiva contra territorios de pueblos indígenas y su relación con el entorno, y aun cuando amplios sectores son beneficiarios de planes sociales que ayudan a su subsistencia, la pobreza estructural no acabó.

El rubro educativo tuvo especial atención en el discurso presidencial, con la promesa de construir más instituciones educativas de nivel medio y superior, y ampliar la matrícula universitaria -una medida muy sentida por amplios sectores, pero de las casas de estudio creadas por el Morena, como las universidades Benito Juárez y Rosario Castellanos, cuestionadas por sus estudiantes, trabajadores y académicos debido a déficits de infraestructuras y precarización laboral. Nada para las universidades como la UNAM.

A su vez, Sheinbaum prometió continuar con los aumentos al salario mínimo y buscar un acuerdo con empresarios para adoptar la semana laboral de 40 horas, otra aspiración muy sentida, dado que en promedio se trabaja 48 horas por semana en México, que junto con Colombia encabeza el ranking de las jornadas laborales más extensas de la OCDE.

La mandataria anunció que el Sistema Nacional de Cuidados iniciará con el establecimiento de centros de bienestar infantil del Instituto Mexicano del Seguro Social y del DIF, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, en particular dirigido a jornaleras y obreras de la industria maquiladora en Ciudad Juárez. Una medida que, si bien, es una ayuda para las mujeres, no garantiza tiempo libre para su pleno desarrollo, sino que genera tiempo para que puedan alquilar su fuerza de trabajo a los agronegocios y las empresas por salarios que aún con los aumentos del gobierno de López Obrador, muy bien recibidos, no consiguió recuperar el poder adquisitivo perdido desde la década de 1970.

Sheinbaum dio a conocer también que se creará el Consejo nacional para el Desarrollo Regional para crear nuevos polos tecnológicos y 100 nuevos parques industriales. Medidas de gobierno desarrolladas para el nearshoring y que, si se concreta, llevará a la ampliación numérica de la clase obrera mexicana.

La cadena productiva de litio, cobre, semiconductores y almacenamiento de electricidad tuvo también un lugar destacado en las promesas de Sheinbaum, con la promesa de que se fabricarán semiconductores en México, una medida alineada con las necesidades del imperialismo estadounidense en su competencia tecnológica y económica con China.

Rechazo a “guerra contra el narcotráfico” y negación de la militarización

La nueva mandataria criticó la “guerra contra el narcotráfico” profundizada desde el gobierno de Felipe Calderón por las nefastas consecuencias para México. Sostuvo que “la seguridad y la paz son fruto de la justicia”. Reivindicó la estrategia inaugurada por López Obrador, basada en cuatro ejes: atención a las causas, fortalecimiento de la Guardia Nacional, inteligencia e investigación y coordinación. Explicó que la atención a las causas implica asegurar el derecho a la educación, vivienda, trabajo digno de las y los jóvenes de nuestro país.

Destacó que la Guardia Nacional se fortalecerá como parte de la Sedena con la reciente reforma constitucional y descalificó como falso nombrar este hecho como militarización. “En nuestro país no hay estado de excepción, no hay violaciones a los derechos humanos, lo que hay ahora es con la 4T más democracia, más libertades y un verdadero Estado de derecho que vamos a construir con el cambio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Poder Judicial. La próxima semana anunciaremos la estrategia nacional de seguridad” sostuvo Sheinbaum.

Sin embargo, la securitización de labores del orden civil, como la administración de aeropuertos, puertos, aduanas, del Tren Maya, y de tareas de seguridad pública, los “desfiles” de vehículos que transportan uniformados del ejército y de la Guardia Nacional en todas las ciudades, incluida la capital del país, desmienten a la mandataria. Ni hablar del despliegue de vallas de concreto en el zócalo capitalino con la ocasión de la protesta por los 10 años de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos.

Forjar una alternativa a la "humanización del capitalismo"

El arco del progresismo internacional, como Podemos, reivindican como de “izquierda” al nuevo gobierno y al de López Obrador que “logró” que parte de los empresarios empezaran a pagar impuestos, aunque no llevó a cabo una reforma fiscal y cierta redistribución de la riqueza.

Ante la continuidad de la precarización laboral -que se expresa en falta de prestaciones como vacaciones, aguinaldo, seguridad social, inestabilidad- para sectores de la clase trabajadora, de la militarización -que trae consigo la impunidad de las fuerzas armadas ante crímenes de lesa humanidad como la masacre de Tlatelolco y violaciones a los derechos humanos como las desapariciones y los desplazamientos forzados- no podemos conformarnos con un gobierno que se proclama antineoliberal, pero no está dispuesto a tocar los intereses de trasnacionales y empresarios en beneficio de las mayorías.

Quienes exigen justicia para las y los desaparecidos, el alto a la violencia contra las mujeres, a la precarización laboral, la militarización y los megaproyectos desarrolladas en beneficio del gran capital, las organizaciones de derechos humanos, sociales y de izquierda tenemos planteado forjar una alternativa independiente de los partidos patronales y del gobierno, que luche por terminar con la subordinación al imperialismo estadounidense, por una integración de América del Norte en función de los intereses de las mayorías, y por una perspectiva socialista que combata desde el presente toda forma de explotación y opresión. Ese el desafío que nos mueve a quienes somos parte del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.

Te puede interesar: Dossier: 6 años del gobierno de AMLO. Debates desde el marxismo