
Iuri Tonelo Campinas
Sábado 8 de noviembre de 2014
La situación nacional en Brasil esta más polarizada desde junio. Tras la ola de huelgas obreras que ocurrió este año (recolectores, subte, choferes, trabajadores no docentes de las universidades) se empiezan a expresar elementos más consecuentes de la izquierda (como en la victoria de la huelga de USP) y elementos de la ultraderecha, como el acto de 2 mil personas en la semana pasada, pidiendo la vuelta de la dictadura militar.
A algunos (como parte de la política o por inmadurez política) les parece que estamos en un conflicto entre “la izquierda” y “la derecha”, que puede decidir como va quedar la “democracia y el régimen” en Brasil. Sin embargo, en contraposición a esa visión, nosotros queremos acordar de dos procesos, uno de la derecha (el golpe de 1964) y uno de la izquierda (la intentona comunista de 1935) para mostrar que, más allá de la polarización entre PT y PSDB (y los grupitos fascistoides), la decisión de un cambio en el Estado y el régimen pasan, invariablemente, por la situación de la clase obrera en nuestro país.
El golpe de ’64 y los “puntos de vista” de la historia
Más allá del intento del petismo de hacer parecer que “la derecha está organizada pensando el golpe”, la realidad es que las condiciones para el golpe de ‘64 eran muy distintas. La clave de la reflexión es que los petistas de hoy son los historiadores de ayer que quieren mirar la historia según su lógica de pensamiento, o sea, de dos grandes bloques de izquierda y derecha que se enfrentan y que la ecuación de eso es el petismo o el golpe.
Así, si toman como ejemplo el proceso de ‘64, ven un enfrentamiento entre João Goulart y la dictadura, lo que es un poco distante de las verdaderas fuerzas que operaban en la década de ‘60: por un lado, los trabajadores, campesinos (y las Ligas Campesinas) empezaban a radicalizar su proceso de lucha, lo que se daba en un contexto de crisis inflacionaria, en que los empresarios y políticos no conseguían atacar frontalmente los salarios y derechos laborales por la resistencia en luchas de los trabajadores. Un proceso que se combinó con una división en las fuerzas armadas.
Por el otro lado, la débil burguesía brasileña que abre las puertas a los militares y al imperialismo norteamericano articulándose para dar una “respuesta” al movimiento obrero y eliminar las posibilidades de convulsiones sociales en Brasil, lo que podría tener consecuencias en Latinoamérica, en el contexto de la cercanía en el tiempo de la revolución cubana.
Aunque en el Brasil actual vimos una importante oleada de huelgas, ésta no se compara con el proceso nacional e internacional que ocurría en la década de ‘60, el verdadero peligro para los dominadores y la verdadera razón de la respuesta reaccionaria para mantener a Brasil en sus manos.
El otro lado: a casi 80 años de la intentona comunista
Lo interesante en el análisis histórico es que, a veces, el otro lado de la verdad confirma la misma tesis. Y el otro lado acá es el intento de levantamiento del Partido Comunista Brasileño (PCB) de Luis Carlos Prestes en Noviembre de 1935.
Si retomamos brevemente esa historia, veremos que las dos grandes debilidades centrales del PCB en aquel entonces es que hizo en algunos meses (de 1935) un gran zigzag en su política, que en sus dos extremos la clave era no partir del movimiento obrero para luchar hasta el final al de gobierno Vargas.
Así, la orientación de la internacional bajo dirección de J. Stalin (orientación que desde ese año daba un giro del ultrasectarismo al oportunismo extremo creando en todos los países frentes populares) fue implementada un año antes con el “giro” del PCB de intentar un gran frente de colaboración de clases para “acabar con la fascistización del país”, que fue conocida como Alianza Nacional Libertadora (ANL), la que no tenía ni cohesión ideológica ni una estrategia independiente. Cuando Getulio Vargas la ilegalizó en julio de ‘35, la ANL redujo en decenas de millares su número de militantes. En ese momento, los estalinistas del PCB, sin buscar ligarse a los obreros, intentan un putsch con sectores militares (con Prestes a la cabeza) que es rápida y completamente derrotado por Getulio Vargas, abriendo el campo, ahí sí, para un “golpe desde el gobierno”, con el que Vargas empezó la dictadura de ’37, el llamado “Estado Nuevo”.
El “golpismo” de ayer, las lecciones de hoy
Las lecciones de procesos históricos como éstos son muchas, pero con el objetivo de extraer las conclusiones principales tras el proceso de elecciones en el Brasil actual, la clave parece una sola: las discusiones sobre la derecha o izquierda aisladas del movimiento de las masas proletarias son “pura escolástica”, para jugar con los términos de Karl Marx.
Si es verdad que aumentó la polarización es muy distinta la marcha actual de dos mil personas a la de cien mil por “Dios, familia y propiedad” en los ‘60. Por otro lado, el ascenso del movimiento obrero fue importante pero quedó como una primera oleada frente a la decadencia del PT en el movimiento obrero.
El desarrollo de estas tendencias podría abrir una situación mas convulsiva en Brasil sin duda, pero la anticipación irrazonable que hacen los partidarios de la vieja “izquierda” en el país solo tiene el interés de mantener el último aliento del PT en el movimiento obrero, intentando cerrar el espacio para las críticas al gobierno, para dejarlas como una “herejía’ frente al “avance de la derecha”.