Faouzi Hliba, licenciado en Sociología por la Universidad de Fez analiza algunas de las claves históricas coloniales pata entender el conflicto palestino-israelí y la imposibilidada de la estabilización de la región por parte de las potencias imperialistas.
Lunes 16 de octubre de 2023 06:48
Foto: 15/10/2023.- Miles de personas protagonizaron este domingo una marcha en Rabat, la más grande vivida en Marruecos en los últimos años, para protestar contra la normalización de las relaciones entre este país magrebí e Israel y mostrar su apoyo a los palestinos de la Franja de Gaza. EFE/María Traspaderne
El día 7 de octubre de 2023 fue un día histórico en el conflicto palestino-israelí. Por primera vez, una organización palestina (en este caso, el brazo militar de Hamás que gobierna Gaza) pudo atravesar las líneas defensivas de Israel y realizar una operación militar sin precedentes que ha dejado muchos muertos, heridos y rehenes. Veinticinco minutos fueron suficientes para terminar con el mito de que contra Israel, gran potencia militar y de espionaje, no se podía asestar un golpe de esta envergadura.
Entre los objetivos de la ofensiva hubo diversos objetivos militares. Hamás también atacó objetivos civiles con el mismo tratamiento que hacia los militares. Unos métodos que no compartimos y rechazamos. Esto es así tanto porque somos contrarios a la utilización de la población civil como un blanco - como lleva décadas realizando Israel de forma masiva y en estos mismos momentos en Gaza a una escala 1000 veces mayor que Hamás - como porque son un obstáculo para que la causa palestina pueda lograr avanzar y tejer las alianzas necesarias para vencer.
El actual conflicto es sobre todo otra prueba más del fracaso indiscutible de todos los acuerdos de paz firmados, entre las autoridades palestinas e Israel, desde finales del siglo XX y comienzos del XXI. Esto plantea la pregunta careca del fracaso y una hipótesis de como superarlo.
La historia del llamado conflicto palestino-israelí ha sido una sucesión de fracasos políticos dominado por las guerras y las revueltas. En su origen se encuentra la construcción artificial, impuesta por las potencias europeas, del mapa geográfico de Medio Oriente a comienzos del siglo XX. Este colonialismo condicionó el dramático devenir de todos los países de la región.
Se crearon un conjunto de estados a su medida, sin consultar en ningún momento con los pueblos, y muchas veces se agruparon comunidades y grupos sociales que no se reconocían en las nuevas entidades nacionales que les imponían.
Francia creó un Líbano al servicio de su clientela cristiana maronita, escindiendo ese territorio de Siria. Los británicos inventaron un país llamado Transjordania, después Jordania, como estado-colchón frente al protectorado francés en Siria, y un Iraq que les costó esfuerzos conformar y cuyas tensiones reaparecieron de forma dramática después de la ocupación estadounidense en 2003. Fragmentaron la petrolífera región del Golfo en pequeños emiratos que necisitaban de su protección para poder sobrevivir, como débiles entidades nacionales que eran, y favorecieron el auge de monarquías milmillonarias y despóticas afines a sus intereses.
Por último, Gran Bretaña - con el apoyo de EE. UU. y la URSS estalinizada - impuso la creación de un Estado que, después de la salida oficial de las metrópolis de la región, sería un auténtico enclave afín y militarizado para hacer de gendarme de sus intereses imperialistas. Hablamos de Israel, un Estado fiel a los intereses de las potencias occidentales y que se ha convertido en el gran fracaso de Occidente en la región.
En 75 años de historia, nunca se ha conseguido superar el problema irresoluble de como levantar un país fundado y poblado por colonos extranjeros y sus descendientes, sin amenazar la subsistencia de la población nativa palestina, y sobre todo, sin que esta se rebelara regularmente contra la limpieza étnica en su territorio.
La lucha del pueblo palestino no desaparecerá, salvo que los planes de limpieza étnica del Estado de Israel, que reciben el apoyo de EE. UU. y los gobiernos de la UE, lleven adelante un exterminio de proporciones históricas. Pero esto no podrá hacerse sin tener que enfrentar una dura resistencia, no solo de la población asediada en Gaza, sino de quienes viven en el régimen de ocupación en Cisjordania y posibles levantamientos en otros países de la región en solidaridad.
Crear un estado judío en el corazón de Palestina en 1948 abrió, por lo tanto, las puertas a guerras, carreras armamentísticas, la ocupación ilegal de más territorios árabes por parte de Israel y a la creación de liderazgos ultra-corruptos en toda la región, que sistemáticamente utilizan la causa palestina para justificar su desprecio por las formas de gobierno representativas, la brutal miseria y desigualdad y a la continua injerencia de las potencias extranjeras.
Por el otro lado, para justificar la empresa colonial, Europa asumía la misión presentada como “civilizatoria”, de crear un Medio Oriente "ex niilo", según sus tesis imperialistas, para pasar de un territorio poblado por beduinos primitivos y comunitarismos arcaicos incapaces del auto-gobierno, a modernas naciones. En el caso de Israel usaron demagógicamente el crimen del Holocausto y la persecución del pueblo judío - del que todas las potencias fueron cómplices en mayor o menor medida - para intentar dar legitimidad a una ocupación basada en criterios religiosos.
En todos los casos, el nuevo imperialismo europeo y norteamericano despreció todas las formas seculares de administración, arbitraje y gobierno que había entre los pueblos y las comunidades religiosas y étnicas locales, pretendiendo borrar un poderoso legado secular en el que diversas relaciones fraternales y solidaridades habían perdurado a través de la historia, aún incluso bajo la dominación de diversos imperios como el persa, el bizantino o el islámico.
De este modo, la integración de la región en el sistema global se realizó por medio de la ocupación militar, la expoliación y la imposición de un modelo jacobino, donde la autodeterminación de los pueblos fue sustituida por procesos de independencia formales que mantenían esta dominación garantizada por regímenes corruptos, o aún peor, el proyecto de un Estado colonial como el de Israel. Esta es la principal razón de fondo que explica que, a pesar de su poderío económico y militar, mantiene una crónica debilidad e ilegitimidad.
Al mismo tiempo, la vía para que la región rompa con esta sucesión de inestabilidad, guerras, miseria y regímenes autoritarios, no es otra que la lucha fraternal de todos los pueblos que la habitan contra el imperialismo y sus gobiernos.
En primer lugar, para detener el genocidio perpetrado por el Estado de Israel y su disolución. Solamente una Palestina unificada, laica y conquistada en común por la clase trabajadora y los pueblos, independientemente de su religión, podrá poner fin al apartheid y la limpieza étnica. En el resto de países, la tarea es deponer las monarquías y dictaduras que gestionan el legado colonial, y poder establecer también gobiernos de la clase trabajadora y los sectores populares, en la perspectiva de poner en pie una federación socialista de todos los pueblos que viven en Medio Oriente.