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Red Internacional
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Opinión. Israel entre las manifestaciones contra la reforma judicial y su ofensiva colonial

El gobierno ultraderechista israelí ha seguido aplicando su programa supremacista, aumentando sus ataques contra el pueblo palestino. Estos fenómenos son indicativos de una profunda crisis del régimen israelí.

Martes 18 de abril de 2023 21:45

Tras los violentos asaltos a musulmanes en la Explanada de la mezquita Al Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén durante las últimas semanas del Ramadán, esta vez fue el turno de los cristianos. Con motivo de la ceremonia de Pascua, el sábado 15 de abril, el gobierno de Netanyahu siguió aplicando su programa supremacista y aumentando sus ataques contra el pueblo palestino. Las autoridades israelíes han decidido endurecer las restricciones contra las comunidades cristianas, que también han sido atacadas por colonos extremistas en los últimos años.

Ceremonias religiosas palestinas suprimidas por la supremacía sionista

La política de apartheid que persigue la entidad sionista no diferencia entre musulmanes y cristianos, sino que reivindica descaradamente su supremacía mediante la represión sistemática contra todo el pueblo palestino. El giro violento del gobierno, donde los ultraortodoxos Ben Gvir y Bezalel Smotrich siguen implementando su agenda supremacista registró este último sábado 15 de abril un nuevo ataque a lugares sagrados para muchos palestinos. Esta vez no se trataba de ataques con el argumento de sospechas de la presencia de agitadores islamistas -como ocurrió contra fieles musulmanes en la mezquita de Al-Aqsa en las últimas semanas-, también buscaron limitar la movilidad de los cristianos en uno de sus días más importantes.

La Policía israelí ha restringido el acceso de fieles cristianos a la Iglesia del Santo Sepulcro, ubicada en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Esta restricción se realizó mediante la instalación de puestos de control en los barrios cristianos, destinados a controlar el número de visitantes que deseaban ingresar al edificio. Permitió la entrada de solo un pequeño número de peregrinos con permisos de residencia locales. El gobierno israelí también había revocado recientemente los permisos de viaje de un gran número de palestinos de Gaza para impedirles celebrar su ceremonia religiosa.

Es el segundo año consecutivo que las autoridades israelíes anuncian su intención de limitar el número de cristianos autorizados a asistir la la Iglesia del Santo Sepulcro, en la Jerusalén Oriental ocupada, en el Sábado Santo. En los últimos meses, a medida que se ha intensificado el giro reaccionario del gobierno de extrema derecha, la comunidad cristiana también sufre el asalto de ultraortodoxos contra monjas y símbolos cristianos del país.

Un repaso a las manifestaciones contra la reforma judicial y sus límites

La crisis que atraviesa hoy el régimen israelí, que comenzó al inicio de la coalición que condujo al ascenso de la extrema derecha en Israel, fue seguida por una serie de ofensivas con las que el Estado sionista inauguró el año 2023, que van desde la sangrienta masacre del campo de Yenín, el incendio de la aldea de Hawara, hasta la persecución de presos, pasando por una sucesión de ataques contra lugares sagrados y edificios religiosos palestinos cristianos y musulmanes, con el fin de enviar un mensaje claro al pueblo palestino y a todos los que se oponen al proyecto sionista de que el apartheid y el desplazamiento forzoso son el único combustible que alimenta al Estado colonial y la única garantía de su continuidad.

Estas ofensivas exacerbadas desde principios de año forman parte de una crisis interna que vive el gobierno desde su elección, tras el anuncio del Primer Ministro Benjamín Netanyahu de reformas judiciales que limitan drásticamente el poder del Tribunal Supremo. Una reforma que en gran medida es una moneda de cambio que Netanyahu ofrece a sus socios de la coalición para avanzar sin ningún tipo de trabas (ni las formales) en profundizar la colonización de Cisjordania, además de que el Primer ministro espera poder protegerse de los procesos judiciales en su contra, por tres causas de abuso de poder en sus anteriores mandatos.

En respuesta a este intento, que ha sido el principal proyecto de Netanyahu desde el inicio de este gobierno, los israelíes han salido a la calle en manifestaciones masivas desde enero para exigir la retirada de la reforma, que se considera una amenaza para la "democracia" de un país fundado estructuralmente en el apartheid implementado por este Estado colonial.

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El 27 de marzo, como respuesta a esas movilizaciones, Netanyahu puso una pausa a su intento de que avance este proyecto de ley. Esto les sirve también a los políticos opositores, como el ex primer ministro Yair Lapid y el ex ministro de defensa y ex vice primer ministro Benjamín Gantz para jugar con la ilusión de un Israel democrático.

Por otra parte, Ben Gvir logró obtener la autorización para formar una guardia nacional, con la forma de fuerzas de voluntarios que están directamente bajo su control, esto a cambio de aceptar que por un tiempo se congele esta reforma. Si la reforma judicial es una amenaza para la clase media laica israelí que se movilizó en masa para rechazarla, sin duda no estará a salvo con una guardia nacional de supremacistas colonos criados con violencia, racismo y apartheid.

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Los proyectos exteriores de Netanyahu se diluyen

En cuanto a la posición de Israel en el plano regional, también se complica, por un lado, tras las diferencias entre el gobierno de Biden y Netanyahu, que comenzaron a aflorar después de que el imperialismo estadounidense no dudara en expresar su preocupación por las reformas judiciales y sobre todo la política de los socios de la coalición de gobierno israelí. Muchos analistas hablan de una tercera intifada como respuesta a la brutalidad del Estado de Israel.

Además de la inestabilidad subyacente, las ambiciones regionales de Netanyahu de ampliar los acuerdos de Abraham con el resto de los Estados del Golfo y la continuación de las sanciones contra Irán, empezaron a desvanecerse, especialmente después de que el país persa y Arabia Saudí anunciaran el restablecimiento de relaciones diplomáticas tras siete años de desencuentros.

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A esto siguió el restablecimiento gradual de las relaciones entre Irán y los demás Estados del Golfo -Emiratos Árabes Unidos y Kuwait-, que el ex primer ministro israelí Naftali Bennett consideró "una victoria política para Irán" y "una amenaza para Israel".

El cambio fundamental de las relaciones internacionales en la actualidad se rige principalmente por la guerra que el presidente ruso declaró contra Ucrania a principios del año pasado y la guerra por procuración que desde ahí lleva adelante la OTAN con la dirección de Estados Unidos. Está claro que la crisis estructural del sistema capitalista no sólo se manifiesta en Israel, sino que ha empezado a traducirse en todo el mundo en crisis internas y crisis económicas, después de que la pandemia actuara como catalizador exponiendo cada vez más las contradicciones de este sistema. Sin embargo, todas estas actualizaciones de las dinámicas regionales entre los países capitalistas no cambiarán la realidad de la clase trabajadora, salvo el fortalecimiento masivo de la lucha de clases frente a la crisis de los regímenes.

La crisis que hoy atraviesa el mundo, sea en las "democracias" imperialistas o en los regímenes dictatoriales, abre nuevos escenarios de lucha de clases. Este escenario de más lucha de clases puede ofrecer al pueblo palestino un espaldarazo para la lucha por su liberación, que sólo podrá venir a través de la perspectiva revolucionaria de un Estado palestino obrero y socialista desde el mar hasta el río Jordán, donde los pueblos palestinos y judíos puedan vivir en paz y fraternidad.

*Traducción de artículo publicado en Révolution Permanente, integrante de la Red Internacional La Izquierda Diario.