Cientos de israelíes protestaron el día martes contra la celebración del Festival de Eurovisión exigiendo el fin de la ocupación de los territorios palestinos en la capital Tel Aviv.
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Santiago Montag @salvadorsoler10
Miércoles 15 de mayo de 2019 00:51
Foto: EFE - El grupo musical palestino ’Dawaween’ actúa delante de un edificio en ruinas tras un ataque del Ejército de Israel para pedir un boicot al festival de Eurovisión.
Coincidiendo con los 71 años de la creación artificial del Estado de Israel, cientos de músicos se presentaron para participar. Lo que para Israel fue su "independencia", para Palestina fue el inicio se la Nakba (catástrofe).
Efraim Davidi, uno de los manifestantes, profesor de la Universidad de Tel Aviv, declaraba a la prensa, "estamos aquí para atrapar a la opinión pública tanto local israelí, palestina e internacional, que llegó a Eurovisión, y explicar que lo que se muestra no es exactamente la realidad de Israel, la realidad son los millones de palestinos que están bajo la ocupación israelí desde hace decenas de años".
Entre los gritos de los manifestantes podía oírse, "Peligro, peligro, gobierno de guerra", "No moriremos al servicio de Estados Unidos ni al servicio del sionismo". La mayoría de ellos israelíes, algunos de los cuáles ondeaban banderas palestinas y sostenían pancartas en apoyo al boicot del festival preparado durante semanas.
La movilización organizada por organizaciones de izquierda como el partido Hadash, comenzó horas antes del inicio del festival musical en el Teatro Hamiba. Caminaron desde allí hasta el parque Meir, que puso fin a la protesta con diversos discursos de los organizadores con un contenido de apoyo a los palestinos, con denuncias al bloqueo del sionismo a Franja de Gaza donde se levanta un verdadero campo de concentración a cielo abierto.
También hicieron alusión a la última escalada bélica con lanzamiento de cohetes de las milicias palestinas de Hamas hacia el sur de Israel, zona desde la que llegaron algunos manifestantes, y los bombardeos masivos como respuesta del gobierno de Netanyahu dejando gran cantidad de heridos.
El director de la ONG israelí-palestina Combatientes por la Paz, Tuly Flint dijo en su discurso que "estamos aquí porque ya ha pasado un año desde la primera Gran Marcha del Retorno en Gaza, hubieron cientos de muertos, cientos de heridos (...) nadie debería morir por marchar por su libertad, y nosotros estamos aquí para protestar contra lo que Israel, nuestro país, está haciendo".
Los activistas de izquierda y BDS han pedido a los artistas y emisoras que retiren su participación en el festival Eurovision, y consideran que la organización del concurso por parte del Estado de Israel es una forma de lavarse la cara por las violaciones a los derechos humanos cometidas por los israelíes en los territorios ocupados.
La manifestación estuvo rodeada por decenas de agentes policiales durante todo el recorrido con el objetivo de no opacar la Expo de Tel Aviv para el inicio del festival de música que arrancó con la actuación de la ganadora israelí del año pasado, Netta Barzilai, y que cuenta con la participación de artistas como Madonna que se pronunció contra el boicot internacional al evento.
Donald Trump hace un año realizó una de las provocaciones más potentes en Medio Oriente, respondiendo a una de las demandas de la derecha sionista, el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalem. Ese día, más de 60 palestinos murieron durante la protesta por disparos del Ejército israelí en Gaza. Mañana se espera otra gran marcha por la conmemoración de la Nakba (Catástrofe, en árabe), que para los palestinos supuso la imposición del Estado de Israel, y una limpieza étnica de 70 años, con millones de desplazados miles de muertos.
En Gaza, a 70 kilómetros de Tel Aviv, un grupo de músicos de Israel celebró un simbólico festival alternativo al de Eurovisión, sobre las ruinas de un edificio bombardeado en los últimos ataques israelíes, y denunciaron al Estado de Israel por querer limpiar su imagen.
Manifestaciones de solidaridad como la del martes, muestran que el gobierno de Netanyahu tiene enormes contradicciones para sostener la política de limpieza étnica, que no sólo encuentra resistencia entre los palestinos, sino también entre israelíes.
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Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.