La alianza e integración del gobierno de Gabriel Boric junto a los sectores de la ex Concertación ha repuesto el debate en quienes nos ubicamos a la izquierda del gobierno. Compartimos una reflexión frente a la inscripción reciente del pacto “Izquierda Ecologista y Popular” y la necesidad de un frente político de la izquierda revolucionaria y de independencia de clase en Chile.
El sábado 20 de julio se conformó el pacto “Izquierda Ecologista Popular” que integran los partidos Igualdad, Humanista, Popular, ex Comunes y el PC-AP, además de referentes del mundo social que entraron a la carrera en las elecciones municipales, de gobernadores y consejeros regionales que se efectuarán en octubre próximo.
De acuerdo con dirigentes de esos partidos, una meta es alcanzar, en total, alrededor del 10% del electorado, trabajando con el criterio de llegar a gente que nunca ha votado y evitando que se vayan votos hacia la extrema derecha.
Muchos de sus integrantes tienen trayectoria como Cristian Cuevas, ex militante del Partido Comunista, quien fue delegado designado bajo el gobierno de Bachelet e integrante de “Victoria Popular” uno de los agrupamientos fundadores del Frente Amplio. En el siguiente artículo queremos debatir con las propuestas del pacto Izquierda Ecologista Popular, con el objetivo de abrir la reflexión, sobre la necesidad y urgencia de un frente político de clase trabajadora, socialista y revolucionario en Chile.
En su manifiesto de constitución el pacto Izquierda Ecologista y Popular menciona “La derecha y el actual gobierno, son meros administradores del modelo capitalista vigente. Mientras el bloque de partidos de gobierno se esfuerza en dar señales a la clase dominante de que son respetuosas de sus dictámenes (...)“Solo la ciudadanía a través de la organización, la movilización y la disputa de las instituciones puede construir la alternativa necesaria y detener el avance de la ultraderecha en Chile. Desde abajo, desde el pueblo organizado y movilizado, estamos empeñados en construir esa alternativa radicalmente democrática, rebelde y soberana”. ¿Pero a que estrategia responde este nuevo pacto?
Democracia “popular”, estado combinado y democratización de las instituciones del capitalismo
La idea de “democracia participativa” o “popular” se ha extendido entre la izquierda que compone los frentes “antineoliberales”. Y se basa en la integración de las organizaciones sociales y populares al Estado capitalista, bajo la ilusión de “democratizarlo” sin tocar sus intereses de clase, usando la “movilización social” como presión en extremo en los regímenes políticos para incorporar demandas sociales y combinar formas de participación popular con las formas actuales del estado liberal. Esta estrategia ha jugado un rol en pasivizar al movimiento de masas mientras mantienen ciertas reformas muy precarias, dentro de los marcos del capitalismo, poniendo su centro de gravedad en las instituciones de la democracia capitalista, y su transformación gradual.
Esta idea, que ha sido utilizada de forma contemporánea por las variantes autodenominadas “pos neoliberales” ha servido para fundamentar proyectos que han funcionado como desvío de procesos de la lucha de clases, lejos de fortalecer la lucha de clase trabajadora y el pueblo. En perspectiva histórica, la estrategia de transformaciones graduales y “Estado combinado” (combinación de formas estatales capitalistas y formas de organización popular”) han servido de contención de procesos revolucionarios, con una expresión trágica en la historia de Chile en la experiencia de Allende y la “vía pacífica al socialismo” o en sus variantes bonapartista autoritarias como la estrategia del Chavismo.
Posneoliberales y el límite de los progresismos burgueses latino americanos
En sus referencias internacionales no es necesario indagar mucho para que aparezca la reivindicación de Morena de México, la alusión a los gobiernos como Lula y los Kirchner como un lugar común.
Cristian Cuevas, uno de sus voceros y dirigentes, compartió hace algunos días su estadía en México junto al diputado Kevin Ruiz Moran y Citlalli Hernández secretaria general de Morena, y celebró la victoria de la presidenta Sheinbaum en México el tercer gobierno ligado a López Obrador, un gobierno de centro izquierda que ha impulsado reformas sociales en materia estatal pero a la par viene profundizando elementos neoliberales (como el cambio en la ley laboral ampliando el subcontrato contra los trabajadores y la aprobación de grandes proyectos extractivistas en la zona con represión a las comunidades indígenas, hecho repudiado incluso por EZLN).
Asimismo entre otros miembros del pacto Izquierda Ecologista y Popular, estuvieron recientemente en Venezuela para hacerse parte de las elecciones en defensa del gobierno de Maduro. Si bien compartimos la pelea contra el imperialismo, el bloqueo económico y el rol reaccionario de la derecha de Maria Corina Machado, su posición en Venezuela es acrítica, lo cual es peor si consideramos que el gobierno de Maduro viene de años de pagar al imperialismo a costa de aplicar medidas de hambre contra el pueblo trabajador que han llevado a una situación crítica, profundizando elementos bonapartistas represivos del Estado, interviniendo las organizaciones obreras, proscribiendo a la izquierda y reprimiendo a sectores populares.
Aunque efectivamente el Frente Ecologista y Popular está compuesto por diferentes organizaciones, tienen este ideario común. Donde se reúnen desde los que reivindican proyectos progresistas burgueses latinoamericanos, hasta chavistas, otros campistas, como la defensa increíble que hizo el Partido Igualdad a la invasión rusa en Ucrania, o estalinistas como la ya conocida reivindicación del PC-AP al estado burocrático de Corea del Norte.
Si partimos por analizar sus referencias, podemos identificar que se encuentran en ese péndulo entre progresismo burgués y reformismo ¿Por qué es importante mencionarlo? No solo porque son las mismas referencias del PC y un sector del Frente Amplio, sino porque estos mismos gobiernos que aparecen como modelo han aplicado ajustes contra la clase trabajadora y han sido responsables del avance sostenido de sectores de la extrema derecha, capitulando ante los grandes empresarios. Los denominados gobiernos “posneoliberales” en América Latina tuvieron el efecto de sacar a las masas de las calles (como en los casos de Bolivia, Ecuador y Argentina y del nacionalismo burgués en Venezuela) y canalizar distorsionadamente el repudio a políticas de ajuste. Ajuste que estos mismos gobiernos comenzaron a implementar cuando las condiciones económicas se volvieron más adversas para políticas “redistributivas”. Desde el golpe institucional contra Dilma Rousseff en 2016 (que denunciamos y llamamos a rechazar en las calles), el posterior surgimiento de Bolsonaro y los triunfos electorales de las formaciones que se reclaman abiertamente de derecha, los “progresismos” han corrido su retórica hacia sectores más conservadores bajo la estrategia del “mal menor”. El gobierno de Lula- Alckim firma acuerdos con la derecha para mantener el legado bolsonarista, manteniendo privatizaciones y recortes presupuestarios a derechos básicos. En Argentina el Frente de Todos, para “enfrentar” a la derecha, puso a sectores del peronismo más conservadores sosteniendo en lo esencial los efectos de la política de saqueo, pagando la deuda al FMI y bajando las jubilaciones. De conjunto fue esta estrategia la que ha permitido que la derecha avance en sectores populares como “castigo” a los ajustes de estos gobiernos.
Tanto los gobiernos progresistas, como los “bonapartismos” autoritarios, son administradores actualmente del capitalismo, con énfasis en lo que demagógicamente llaman el “buen vivir”, mientras profundizan medidas neoliberales e incluso ajustes contra el pueblo.
Frente a las variantes de derecha y extrema derecha, hay que superar las experiencias del nacionalismo burgués, gobiernos progresistas o llamados nacional-populares, que le han habilitado el terreno a estas variantes aplicando los ajustes del imperialismo. En esta perspectiva es necesario que fortalezcamos una alternativa clara de la izquierda revolucionaria en Chile que pelee por un nuevo ideario socialista en el mundo, partiendo por sacar conclusiones de estos “modelos progresistas” y la confusión que siembran estas nuevas aventuras electorales.
Necesitamos reponer la pelea contra toda explotación, por un socialismo desde abajo y de ruptura con el capitalismo. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en Argentina es una expresión en esta dirección, que interviene en el escenario político con un programa claramente socialista, proponiendo el reparto de las horas de trabajo, la nacionalización bajo control de los trabajadores de la industria energética y recursos estratégicos, entre otras medidas ligadas a la unificación de las luchas de la clase trabajadora exigiendo a las centrales obreras un plan de lucha hacia la huelga general para hacerle frente al gobierno de Milei. Sus referentes como Myriam Bregman, Nicolás del Caño, o el obrero recolector de la basura Alejandro Vilca, demuestran que la clase trabajadora puede hacer política, sin rebajar el programa y buscando plantear una salida de ruptura con el capitalismo, única forma realista de mejorar las condiciones del conjunto de la clase trabajadora y los oprimidos.
Sus candidatos y apoyos políticos: un programa de gestión del capitalismo y pactos por omisión
A un mes de la conformación de este pacto, aparecen los candidatos y propuestas. ¿Qué ideas aparecen? En las propuestas de los candidatos de la Izquierda Ecologista Popular nos hablan de mayor redistribución y rol del Estado como garante y regulador. También ponen énfasis en “la gestión” y la “probidad”. Candidatos como Marco Antonio Quevedo, candidato a gobernador por la región de Tarapacá propone de forma más concreta por ejemplo, una alianza público-privada, pero “transparente” para administrar las riquezas naturales. En temas como el Litio, el caso de Nueva Zelanda les parece válido, basado en administración de recursos naturales bajo un acuerdo público-privado, con centro en la inversión tecnológica y diversificación productiva, dentro de los marcos del capitalismo.
Frente a los problemas sociales que aquejan la comuna, en entrevista con Juan Vallejos Croquevielle, Gonzalo Rebolledo candidato a alcalde de Lampa por el cupo del Partido Popular entre sus propuestas contiene “aumentar el presupuesto en seguridad en 800 millones de pesos al año, para el financiamiento de un plan comunal securitario, aumentando la dotación policial en las calles, el numero de vehiculos y distribución del cuadrante” siguiendo las ideas de poner “mano dura” con la delincuencia. En la misma dirección la candidata a alcalde por Las Condes Marcela Cubillos Hevia, independiente por el pacto Izquierda Ecologista y Popular menciona que va a“darle continuidad a los planes securitarios de los alcaldes anteriores”. No aparece ninguna crítica a las recetas que aplican los partidos del régimen, que se basan en medidas punitivas, aumentando sus presupuestos para las fuerzas del orden, mientras se dejan a un lado los problemas de fondo en salud, vivienda y educación, en un contexto donde la pobreza y precariedad aumentan. Estas medidas han demostrado no dar ningún resultado frente al fenómeno de la delincuencia (que tiene sus raíces estructurales en el aumento de la precariedad y degradación social por las políticas del estado y el gobierno), pero además permiten fortalecer los rasgos bonapartistas del régimen político, represivos, que en última instancia pueden ser utilizados también contra los trabajadores y el pueblo.
Sin un programa de ruptura con el capitalismo la cooptación del Estado se vuelve un hecho. No hablan por ejemplo de la expropiación de viviendas ociosas a nivel comunal, terminar con el sistema de concesiones que rigen actualmente los municipios para otorgar derechos básicos, o una medida mínimo como que todo funcionario político gane igual que un trabajador calificado, como lo hizo nuestra concejala en Antofagasta Natalia Sánchez que donó su dieta de concejal a las luchas sociales y a las familias de los presos políticos.
La administración del Estado los ha llevado ya a ceder a quienes dicen criticar. Un ejemplo claro es el pacto por omisión que hicieron para las elecciones de octubre en Pudahuel para apoyar a Ítalo Bravo, quien va de candidato a alcalde en la lista del gobierno (desde la DC hasta el Frente Amplio) y que es apoyado públicamente por el Partido Igualdad. Viene del “mundo popular” nos dicen, fue parte de “organizaciones populares”, pero terminó en la lista con partidos burgueses neoliberales. Es escandaloso que Ítalo Bravo fuese electo por el Partido Igualdad el 2022, pero rápidamente se acercara al PC, comenzará a saludar la política de Boric y ahora va por el cupo oficialista, y además apoyado por este frente que se dice criticó al gobierno.
Llevar a las organizaciones sociales y populares nuevamente detrás de la administración del estado, sembrar la ilusión que sin constituir una fuerza social que cuestione las ganancias capitalistas se puede enfrentar el avance de la derecha. Es un error que los puede llevar a ceder y como a Ítalo Bravo, terminar como ala izquierda de un gobierno como el de Boric.
Reformismo: la estrategia de los frentes antineoliberales y frente populismo
Tanto por sus referencias internacionales como por su propuestas y práctica, la Izquierda Ecologista Popular expresa la reedición de la estrategia de los frentes amplios anti neoliberales, o un intento precario hacia un pre frente popular que tienen como norte la democratización del Estado capitalista. La alusión desde los gobiernos progresistas burgueses de América Latina como Lula, la reivindicación de Maduro, entre otros, sumado a sus propuestas a las municipales, muestran el carácter política de este pacto.
¿Pero hacia dónde van los frentes antineoliberales? Esta estrategia, como lo señalamos más arriba, tiene su centro en “regular” el neoliberalismo, buscando que el estado cumpla el papel de fiscalizador, pero sin cuestionar los pilares del sistema capitalista combinándolo con la presión social en las calles, como presión en extremo a las instituciones. Sin una estrategia alternativa, los frentes antineoliberales pueden capitular, como lo han demostrado las experiencias de los frentes amplios en diferentes partes del mundo. La izquierda ecologista popular si bien no es el mismo fenómeno político, por la dimensión de las organizaciones que lo componen, es una expresión de esta estrategia. Que plantea la ilusión “popular” de la administración del estado burgués.
Un llamado a las organizaciones y activistas por un frente de la clase trabajadora y la izquierda revolucionaria en Chile
El Chile de los capitalistas mantiene los negocios de la salud, la educación, las pensiones y la vivienda, arrojando a la precariedad a miles de trabajadores. Mientras los empresarios, como demuestra brutalmente el caso Hermosilla, se llenan sus bolsillos, con un estado (aparato judicial y custodiado por las fuerzas represivas) que sirve para su beneficio.
Hace falta un frente político de la clase trabajadora, que se proponga defender un programa claramente revolucionario en el escenario nacional. Tenemos ejemplos internacionales como el FIT en Argentina. Hacemos un llamado a organizaciones, activistas, a que busquemos levantar un frente común de estas características. Que tenga como objetivo fortalecer la pelea por un socialismo desde abajo, diferenciado de las tentativas reformistas que buscan llevar a nuevos callejones sin salida a la clase trabajadora y al pueblo.
Que defienda la independencia de clase en un escenario nacional e internacional cada vez más convulsivo, apostando por la unidad de la clase trabajadora y sea un punto de apoyo para la lucha de clases, único terreno en que podemos formar una fuerza social para vencer a los empresarios.
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