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Red Internacional
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Opinión. Jaldo busca hacer pie en un campo minado por Milei

La incorporación de Domingo Amaya al Gabinete reavivó las versiones de cercanía con la oposición referenciada con Germán Alfaro. Estos movimientos envolventes sobre la oposición quedan opacados por las medidas presidenciales que desplantan a un gobernador que no para de declamar su colaboracionismo con el ajuste. Este lunes comienzan las paritarias.

Maximiliano Olivera @maxiolivera77

Domingo 18 de febrero de 2024 00:30

La interminable rosca veraniega en torno a la Ley Ómnibus, devenida en la primera derrota política del gobierno de Javier Milei, dejó expuesto a Osvaldo Jaldo. El gobernador tucumano se apresuró a mostrarse como un dador voluntario de gobernabilidad rompiendo con el bloque de diputados de Unión por la Patria y armando un bloque propio. Afiebrados, algunos vieron en esto una “jugada maestra” del tranqueño al elevar su cotización entre la oposición “dialoguista”. Otros, más terrenales, vieron una traición que remitió a lo que hizo Juan Manzur en los años de Mauricio Macri. Una jugada audaz, temeraria, ¿a qué costo?

Jaldo sufrió los primeros desplantes con la retirada del impuesto País de la mesa de negociaciones y luego del capítulo fiscal de la Ley Ómnibus, que había alertado a las patronales del azúcar y el citrus. Pese a todo, los diputados jaldistas siguieron a las “fuerzas del cielo” en el recinto, votando junto al oficialismo en lo general y en lo particular (incluso en los artículos que fueron rechazados). Derrotada la Ley Ómnibus, Jaldo busca cómo fortalecer su liderazgo mientras reafirma su vocación colaboracionista ante un Milei que se empeña en tensar más la relación con las provincias. A la par avanza la licuación de salarios y jubilaciones: en enero los tucumanos padecieron una suba de precios que rondó el 24,1% más que en diciembre. La inflación local fue cuatro puntos más alta que la nacional.

Un colorado entre azules

La novedad política de la semana fue la incorporación de Domingo Amaya como funcionario al frente del Ente Tucumán Turismo. En el nombramiento que motivó sorpresas podemos leer tres connotaciones. La primera es que ningún funcionario es imprescindible; la segunda es que el recambio intempestivo de Sebastián Giobellina tiene con trasfondo su cercanía con Carlos Cisneros, diputado que no se plegó al bloque jaldista, y su ¿pasado? manzurista. La tercera es la incorporación de un peronista que llegó a ser figura central de Juntos por el Cambio (incluso impulsor de la anulación judicial de las elecciones de 2015) y a quién se le atribuye una amistad con Daniel Scioli. Más allá de los presuntos puentes nacionales, Jaldo suma otro movimiento envolvente sobre su propia oposición dialoguista, como ya hizo con la incorporación a su gabinete de Federico Masso (Libres del Sur) y José Ricardo Ascárate (UCR). Desde otra visión, con el despido de Giobellina ya son dos funcionarios que cambian tras el fracaso de la Ley Ómnibus. El primero fue el camionero César Torres al dejar la Secretaría de Trabajo.

La designación de Amaya –quien estará secundado por la empresaria Inés Frías Silva, una mujer de la Federación Económica y por linaje ligada a la Sociedad Rural– motivó las felicitaciones protocolares del caso pero sumó una que no pasó desapercibida. “En tiempos difíciles, como el que estamos viviendo, demuestra la responsabilidad que hay que tener para sacar la provincia adelante, en un trabajo que tenemos que hacer todos, dejando de lado las diferencias”. Las palabras son del ex intendente capitalino Germán Alfaro (PJS) y dan cuenta de algo que hasta hace unos meses parecía imposible. Jaldo y el ex intendente capitalino protagonizaron duros cruces públicos pero las necesidades mutuas fueron motivos para ir limando las asperezas, acercando posiciones y la versión de un pacto Jaldo-Alfaro va sumando verosimilitud. En la asunción de Amaya se pudo ver en primera plana a alfaristas como Fredy Toscano, Walter Berarducci y Rodolfo Ocaranza, una muestra de este acercamiento. Otro indicio es la gestión de Rossana Chahla frente a la municipalidad capitalina, que evita la confrontación y la mención de una “pesada herencia” tras los ochos años con Alfaro al frente.

Persisten además las especulaciones en torno al manto de silencio que rodea a Manzur. Al vicegobernador le quedan cuatro años en el Senado y la relación con Jaldo no está clara. Lo cierto es que el ex gobernador le plantea a quien quiera oír que su sucesor se apresuró en alinearse con Milei. ¿Encabezará otro polo de agrupamiento en el peronismo tucumano? El alto perfil del diputado Pablo Yedlin también despierta inquietudes en los jaldistas, mientras cumplen un rol para contener a los descontentos con el rumbo del peronismo provincial.

Crujen los bolsillos

Cualquier iniciativa que busca cimentar un “osvaldismo” –una forma de gobernar y conducir al peronismo distinta a la de sus antecesores– encuentra un límite en la economía política de Milei. Con la derrota de la Ley Ómnibus, a Jaldo solo le quedó declamar su vocación colaboracionista y dar a entender un “yo no fui” antes las acusaciones libertarianas de traición de los gobernadores. Pero además de estos desplantes, a Jaldo le aflige la avanzada mileista sobre recursos con los que los gobernadores contaban.

La quita de los subsidios al transporte volvió a poner en primer plano un problema estructural. El puñado de empresarios del transporte han aprovechado para volver sobre el reclamo de compensaciones, subsidios y un nuevo tarifazo (el último fue en diciembre). La demanda empresaria de un boleto a $1000 marca el pulso del malhumor social. Las declaraciones de Jaldo sobre este tema son inocuas mientras por lo bajo crecen las versiones de un nuevo tarifazo.

Otro punto de conflicto grave fue la decisión del Gobierno nacional de eliminar la transferencias que las provincias recibían por el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), junto a otros ítems que también incluye un ajuste sobre los comedores escolares. El FONID representa el 10,5% del salario de los docentes tucumanos y no hay precisiones sobre lo que sucederá con este componente salarial (Córdoba ya anunció una baja nominal, Buenos Aires solo lo pagará este mes). Jaldo afirmó: “no vamos a claudicar en el pedido de que esos recursos lleguen a la provincia de Tucumán”. Pero al mismo tiempo, mandó un mensaje de que los aumentos por paritarias tienen que adecuarse al nuevo escenario, donde a su vez los salarios están siendo pulverizados. Hay que agregar que por la legislación educativa de los años 90, son las provincias las que pagan el salario docente y mientras otras administraciones buscar hacer foco en la responsabilidad a la Nación, Jaldo debe asumir también el costo político por otra medida de ajuste tomada por Milei. En una reunión de delegados de escuelas de ATEP realizada el viernes, se expresó que las asambleas zonales votaron por un salario inicial de 586.000 pesos y un aumento al básico de entre 150 y 272% en un solo pago y con revisión mensual.

En sintonía con la licuación de los salarios propulsada por Milei, Jaldo viene remarcando que los aumentos salariales no tienen que “excedan las posibilidades presupuestarias y financieras”, con la amenaza de no afectar el cronograma de pago. Este lunes comienzan las negociaciones salariales con los estatales, siendo los docentes los primeros en reunirse con los ministros de Economía y de Gobierno y Justicia. Luego será el turno de los estatales y la sanidad. Aquí Jaldo también apuesta a la contención del malestar de los estatales por parte de dirigentes con los que colaboró para que lleguen a las conducciones de los gremios, como en ATEP o en ATE. Gremios como ATSA y UPCN tienen una tradición de aceptar paritarias a las bajas, mientras que otros gremios como el SITAS vienen apostando a la negociación por la carrera sanitaria y de una llamativa negativa a participar del paro general del 24 de enero. En un creciente malestar social ante los bolsillos que crujen, con las paritarias se abre el juego y la posibilidad para que se exprese a través de la organización y la movilización una fuerza social contra el ajuste.