Jorge Rivas Arancibia acaba de ser condenado por el asesinato de dos jóvenes en dictadura, a los que engañó haciéndoles creer que del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Domingo 4 de septiembre de 2016
La dictadura utilizó diversos mecanismos represivos, entre ellos infiltrarse en las organizaciones de izquierda para desarmarlas.
Uno de esos casos es el de Jorge Rivas Arancibia, quien fuera cabo de carabineros y acusado de ser el autor del homicidio de Iván Palacios Guarda de 18 años y Eric Rodríguez Hinojosa de 19.
Los jóvenes habían sido contactados por Rivas haciéndoles creer que pertenecía al MIR, aunque en realidad el agente infiltrado tenía como objetivo desarticular a estas organizaciones.
Fue Rivas quien asignó la tarea de colocar una bomba en una torre de alta tensión en San Pablo, el 18 de abril de 1989, avisando al mismo tiempo a la CNI, quién asesinó a Palacios en el lugar, mientras que Rodríguez sobrevivió varios meses.
Ambos jóvenes fueron asesinados por la CNIT en 1989, cuando estaban realizando una acción contra la dictadura.
27 años de impunidad vivió Rivas Arancibia
Rivas Arancibia es dueño de una empresa de seguridad en Iquique. Como aparece en el contrato público de la Municipalidad del año 2009, tenía un contrato para encargarse del servicio de seguridad de los guardias costeros por más de 9 millones de pesos (ver: http://www.iquiquetransparente.cl/Descargas/Actos_resolucion/2009/ContratoSuministros/787.pdf).
Una muestra más de cómo estos agentes, responsables de brutales violaciones a los derechos humanos, quedaron décadas impunes, debido a las mismas políticas de la Concertación y la derecha que les garantizó el anonimato y la falta de justicia para los luchadores contra la dictadura.
Rivas acaba de ser careado con otros agentes de la CNI y procesado por el caso.
La historia fue contada en el libro “La Trampa. Historia de una infiltración” de Víctor Cofré el que “da cuenta de la infiltración de un miembro de los servicios de seguridad del régimen militar en un supuesto apéndice miliciano del MIR llamado La Resistencia, cuyos integrantes, una veintena de jóvenes –en su gran mayoría menores de edad–, caen en la trampa del autodenominado “comandante Miguel”, su jefe de célula, y dos de ellos, Iván Palacios y Eric Rodríguez, son asesinados en una “ratonera” que la CNI les tenía preparada”.