El debate en torno a la reducción de la jornada laboral ha orientado la discusión hacia los efectos que produciría en la producción, cantidad de empleos y ganancias de los empresarios. Pero ¿Qué efectos se producirían en la calidad de vida de la y los trabajadores con una reducción de su jornada laboral?
Sábado 31 de agosto de 2019
Un artículo publicado por la red CIPERCHILE llamado “Reducción de la jornada laboral y salud mental en Chile” entrega datos clarificadores respecto a la salud mental de las y los trabajadores chilenos. Señala, a partir de un estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP), que Chile es el país que más horas al año trabaja: 1.990 hrs al año (en relación a los países de la OCDE) y un 21% de trabajadores trabaja más de 45 hrs semanales (según INE). La extensa jornada de trabajo sumado a los extenuantes tiempos de traslados (que entre ida y vuelta al hogar puede llegar a tomar 3 hrs) tienen a Chile con un porcentaje alto de afectación de salud mental. Según el Ministerio de Salud desde el 2015 los problemas asociados a la salud mental son el principal motivo de permiso laboral, las licencias médicas aumentaron un 53% entre el 2013 y el 2018 y los diagnósticos van desde el desgaste emocional al agotamiento físico por carga laboral, estrés, ansiedad y depresión.
Al minuto de caracterizar los principales afectados, las mujeres y el trabajador sin contrato (informal), lideran los efectos. El trabajador informal realiza su función con el peso de la incertidumbre constante además de saber que carece de seguridad social en caso de alguna enfermedad o accidente laboral; ambas realidades condicionan su salud mental. El caso de la mujer es el de mayor atención, debido a que los síntomas son más recurrentes y en porcentajes más altos en relación a los hombres. Recordemos que la mujer es la trabajadora que cumple de una a tres jornadas laborales al día lo que le impide tener tiempo para descansar: laboral (en sectores que pagan mal y con extensas jornadas), familiar y doméstica, siendo dos de ellas no remuneradas sino más bien impuesta por la ideología capitalista y patriarcal.
El gobierno de Sebastián Piñera ha buscado, por distintas vías, negar la posibilidad de reducir la jornada laboral. En ese contexto presentó su proyecto de flexibilidad laboral para contrarrestar el proyecto presentado por la bancada del Partido Comunista. Su argumento se centra en que la reducción debe ser paulatina y con flexibilidad, pero ¿a quién beneficia realmente la flexibilidad? La flexibilidad laboral es una realidad del mercado laboral chileno desde la aparición de la subcontratación. Siempre ha sido utilizada por el empresariado para controlar los tiempos y funciones de la y los trabajadores, es decir, se encuentra al servicio de ellos mismos (ya que es impuesta) permitiéndoles explotar más y así obtener más ganancias.
Desde La Izquierda Diario y el PTR nos ubicamos del lado de quienes quieren reducir la jornada laboral con un programa que no sea impuesto y que no esté al servicio del empresariado y sus ganancias. Entendemos que la clase dominante jamás permitirá una reducción de la jornada laboral sin verse completamente obligada. Por el contrario a lo que pretende Piñera que es reducir la jornada pero para introducir formas de trabajo precario, proponemos que toda reducción debe apuntar a la mejora de la calidad de vida de las y los trabajadores. El avance de la tecnología podría servir para reducir los tiempos en el trabajo y repartir las horas productivas entre ocupados y desocupados garantizando una jornada máxima de 30 horas, 5 días a la semana y con un sueldo equivalente a la canasta básica de alimentos.