José Agustín Ramírez Gómez, conocido a secas como José Agustín nació en Guadalajara, Jalisco, el 19 de agosto de 1944. Sin embargo, siempre se consideró acapulqueño. Pasó sus primeros años en el puerto.
Viernes 5 de enero de 2024
Margo Glantz bautizó al estilo literario de José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña como Literatura de la Onda. A la distancia, es evidente que el sello de los autores marcó un corte en los 60’s; con el uso de un lenguaje trivial en la narración de escenas cotidianas de la vida de protagonistas mundanos, se convirtieron a través de las letras en los voceros de una joven generación que en muchos otros planos saltaba a escena.
En palabras de Ignacio Trejo Fuentes, referente a la literatura:
su mayor mérito fue saber rescatar de la intrascendencia a los adolescentes y llevarlos a un primer plano, volverlos personajes centrales llenos de vitalidad.
José Agustín perteneció a una joven generación de intelectuales que vivió de cerca los cambios convulsos de los 60’s. Catalogado como un genio prematuro, su primera novela “La Tumba” publicada en 1964 cuando apenas tenía 19 años, fue desarrollada en los talleres literarios de Juan José Arreola.
Por esos mismos años, viajo a Cuba en los albores de la revolución junto a Margarita Dalton, hermana del poeta Roque Dalton, con quien estuvo casado por un breve periodo.
Más tarde, compartió su paso por las mazmorras de Lecumberri con José Revueltas, con quien dice haber compartido algunas palabras y “un trago”. Ahí escribió su novela “Se está haciendo tarde (final en laguna)” publicada en 1973. Fue encarcelado por posesión de mariguana por nefasto jefe policíaco Arturo “el Negro” Durazo, tras un faramalloso montaje con el que lo acusaron de narcomenudista.
Su literatura, enmarcada casi siempre en el Distrito Federal, resulta bastante digerible entre la facilidad del léxico y lo familiar de sus escenas. José Agustín supo retratar en sus obras la constante tensión entre un México tradicional y conservador, y una juventud ávida de revelarse contra el status quo.
Su obra escrita, no sólo en la literatura, sino en el periodismo, la dramaturgia e incluso como guionista de cine, pulió sus cimientos bajo los peores años del priismo, al cual conoció de cerca tras su encarcelamiento. Agustín vivió el 68, y aunque él mismo se declaraba bastante cobarde para la militancia activa y tampoco era ya estudiante, siempre fue partícipe de las asambleas y manifestaciones, o al menos eso relata en “El Rock de la Cárcel”.
En sus relatos podemos encontrar detalles bastante gráficos de los años de represión y hostigamiento que se vivieron en los años más cruentos del PRI:
Yo comprendí lo que Revueltas supo desde el principio: que el movimiento estudiantil transformaría profundamente al país. A partir de ese momento mis conferencias en el DF y provincia estuvieron mucho más cargadas de contenidos políticos; consideré que debía dirigir los ataques al presidente Díaz Ordaz y a su hijito Luis Echeverría, quien le salió respondón pero que en esencia eran la misma vaina vieja y parchada del PRI.
Peor con Echeverría, que se la pelaba por vender una imagen de Lazarejo Cárdenas redivivo y no faltarían los tarados que se lo creyeran, o que les conviniera creérselo. No dudo que, indirectamente, eso haya tenido que ver con mi estancia en la cárcel; yo no era de los cuates, ¿por qué esforzarse en darme una manita?
Hay varias obras infaltables en el repaso literario de este autor que a lo largo de su trayectoria, pudo escribir de básicamente todos sus temas de interés. Su hijo relata la relación de su padre con el rupestre Rockdrigo González y como éste llegó a tocar sus Hurbanistorias en la sala de su casa. Esto como fiel testimonio del gusto que José Agustín tenía por el rock.
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En 2001, se publicó “Los grandes discos del Rock” Los discos absolutamente indispensables que se deben tener para circular por la vida sin sobresaltos según José Agustín, una selección de los discos de rock en inglés editados entre 1951 y 1975, que según sus propias palabras pretende ser “una referencia obligada para entender la cultura del rock y su rebeldía innata”.
Otro infaltable son los tres tomos de la Tragicomedia Mexicana, un repaso histórico del periodo de 1940 a 1994 de la historia nacional, bajo su sello personal entre la crudeza y el humor pícaro. En ellos no sólo desmitifica el típico relato de los grandes héroes nacionales, y te da más razones para odiar al PRI, sino que otorga un protagonismo poco convencional a los campesinos, obreros, estudiantes y jóvenes, que pusieron el cuerpo para enfrentar al monstro tricolor.
La obra de José Agustín expresa bastante su acervo de la cultura mexicana, y su singular melomanía que trascendió fronteras y generaciones.
Hace poco más de una década que el escritor se mantiene lejos de los cenitales, tras un grave accidente en 2009 durante una firma de autógrafos, que casi le cuesta la vida. En abril pasado reapareció pero ya bastante mal de salud. En días pasados su hijo informó a través de redes sociales que su estado ha empeorado y ahora es crítico.
En palabras de Juan Villoro:
la edad de José Agustín es la de una juventud permanente, de la rebeldía que siempre comienza y se significa a sí misma. Una libertad que nada ha podido detener, que sigue en sus libros, que sigue en nosotros.
*Con información de Proceso y El País
Mariel Ochoa
Estudiante de la FCPyS