En estos ocho años de gestión obrera realizamos un recorrido junto a sus protagonistas. ¿Por qué en esta fábrica existe un espacio destinado al cuidado de hijas e hijos de trabajadores y trabajadoras?
Viernes 12 de agosto de 2022 10:11
Un poco de historia
Hace ocho años los trabajadores de la gráfica ex RR - Donnelley tomaban la fábrica y la ponían a producir bajo gestión obrera. Para sostener esta lucha, necesitaron del apoyo y el compromiso de sus esposas, quienes al pasar los minutos se fueron convirtiendo en las compañeras fundamentales de una lucha que aún hoy sigue en pie y en momentos como los que estamos atravesando los trabajadores nos muestran que son un claro ejemplo de lucha y organización.
La lucha por sostener la gestión obrera irrumpió la vida familiar de los trabajadores, y los niños y niñas no fueron testigos pasivos en esta lucha. ¿Quién iba a cuidar de ellos? ¿Quién les cocinaría y cómo irían a la escuela? ¿Quiénes desarrollan estas tareas que siempre fueron adjudicadas a las mujeres?.
La necesidad de resolver estas tareas de cuidado de niños y niñas fue uno de los primeros problemas con los que se encontraban las trabajadoras. Es que estas familias ahora se encontraban con la necesidad de planificar una organización distinta en la vida familiar. Este fue el motor que puso en pie una juegoteca en la fábrica con el objetivo de defender los puestos de trabajo, y de que las tareas de cuidado no sean un obstáculo para que las mujeres estén en la primera línea junto a sus compañeros.
Todo niño sensible sabrá de qué estamos hablando
Priscila era una niña cuando su vida y la de su familia dio un giro inesperado. Actualmente refiere: “Para mi la fábrica fue como una enseñanza, porque aprendí mis derechos, aprendí a poder expresarme, a mantener mis relaciones y amistad. Porque no nos conocíamos todos en la juegoteca, pero cuando pasó lo que pasó que “se cerró”, nos unimos todos y los chicos también y entonces tratamos de ayudar en la lucha y los reclamos. Nosotros además de jugar armamos las canciones que cantábamos en las marchas y yo hoy veo la fábrica como un centro de amistad y de una niñez linda, porque más allá de las cosas feas que pasamos, hubieron muchísimas cosas lindas”.
Priscila tenía 11 años cuando en el encuentro Nacional de Mujeres en Salta se subió arriba de una mesa para contar cómo las infancias de Madygraf se sentían y acompañaban la campaña que sus mamás organizadas en la comisión de mujeres estaban impulsando: “ Detrás de cada trabajador hay una familia”.
Benjamín por su parte nos cuenta: “Yo no me había enterado lo que paso, que la fábrica tenía problemas, que se estaba luchando y cuando salíamos a las calles empezamos a cantar ahí me di cuenta y también cuando mi hermana Priscila se subió arriba de una mesa y le habló a todo el mundo, a todas esas mujeres" ( haciendo referencia al encuentro nacional de mujeres en Salta).
Es que en la Juegoteca Madygraf hay infancias y adolescencias que fueron transitando ( y transitan) el camino a la transformación de las cosas que son injustas, a la conquista por sus derechos. Al respecto, Benjamín finalizó:
“ Cuando Priscila se subió arriba de la mesa para contar lo que pasaba con el trabajo de mi papá. A mi eso me pareció muy bien, ahí me di cuenta lo que pasaba, yo vi ese video, y yo cuando me enteré todo también pensé ¿ Que sería de la fábrica si no existiera ahora? y pensé, pensé, y nosotros no hubiésemos jugado así y conocernos”.
Antonella nos decía porque para ella, la Juegoteca también es un espacio muy importante:
“ Mis hermanos y yo, antes nos quedábamos con mi abuela, pero después ella ya no pudo cuidarnos más. Entonces mientras mis papas trabajan en la fábrica, nosotros venimos a la Juegoteca, acá somos felices, nos divertimos, la fábrica es enorme, me gusta eso porque podemos hacer un montón de cosas”.
Festejo por el día de las infancias en la fábrica organizado junto a estudiantes de Trabajo Social de la UNPAZ
Por más juegotecas en los lugares de estudio y de trabajo
La creación de un espacio de recreación como la juegoteca, visibilizó la necesidad de resolver las tareas de cuidado para las mujeres trabajadoras, de este modo toda la unidad familiar pudo involucrarse activamente en la organización y acciones de lucha que de manera democrática resolvían en la fábrica.
Esto significó un cambio en los y las trabajadoras, pero también en sus hijos. Lejos de pensarse su situación laboral y económica como un problema individual, se vivió y vive como un problema colectivo y por eso en un problema político, que hay que resolver.
Hoy en medio de esta crisis económica en nuestro país hay más de un millón de niños y niñas que se priva de al menos una comida diaria por falta de recursos, como señaló UNICEF en su último informe. Pero esos recursos que le faltan a esas infancias, son los recursos que el Gobierno está destinando al pago del FMI y a seguir beneficiando a los mismos empresarios de siempre, del campo y de la ciudad.
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En este contexto, en Garín la cooperativa Madygraf sigue garantizando derechos, sigue mostrando el camino de que, una planificación distinta de los recursos en manos de los trabajadores y trabajadoras puede resolver las necesidades de las mayorías, y poner en pie espacios para que las infancias puedan jugar, aprender y alimentarse.