Con estas palabras finalizaba uno de los testimonios de la audiencia del miércoles en el juicio oral por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Brigada de Investigaciones de San Justo. Prestaron declaración testimonial Adriana Lavalle y Ariel Francisco Lavalle (familiares de personas detenidas desaparecidas) y la sobreviviente Liliana Mabel Zambano.
Miércoles 7 de noviembre de 2018 10:03
En primer lugar declaró Adriana Lavalle, médica, hermana de Gustavo Lavalle y cuñada de Mónica Lemos, quienes por su militancia sufrieron el secuestro y el traslado a la Brigada de Investigaciones de San Justo, entre otros centros clandestinos de detención.
Relató que su hermano Gustavo comenzó con la militancia de los boys scouts en Santos Lugares, luego llevó adelante una militancia social y posteriormente empezó a militar en la Juventud Peronista. Tiempo después tuvo un acercamiento a Montoneros. Luego se alejaron de la militancia política y optaron por la militancia social. Tomaron precauciones de protección a la familia.
Recordó que su padre al momento del secuestro había podido identificar uniformes del Ejército y otros con camperas de la Policía. Estos recuerdos se vuelven un poco borrosos producto de tantos años de impunidad. Contó que hay un video con testimonios de los vecinos donde cuentan cómo era la vida de Mónica, Gustavo y María en el barrio.
La tía de María y María José Lavalle Lemos, la primera secuestrada junto a su madre y padre y la segunda nacida en cautiverio, contó lo difícil que fue la infancia de sus sobrinas y el dolor que sufrió toda la familia. María tenía pesadillas, a María José, a partir de su recuperación de manos de los apropiadores policías, “le estábamos presentando una familia donde lo primero que le mostrábamos fue un vacío, el vacío de los padres”.
Relató que la incorporación fue paulatina. “Primero fue difícil incorporar a un montón de personas desconocidas, aunque le digamos que es su familia los tiene que aceptar.”
Adriana hizo referencia a la violencia que rodeó la infancia de sus sobrinas. María José nació en un centro clandestino, el Pozo de Banfield, que Adriana pudo conocer a partir de lo cual aseguró entender los ruidos que le había contado una sobreviviente que se escuchaban cuando Mónica dio a luz en medio del horror.
La familia decidió que María José iniciara una terapia psicoanalítica porque les preocupaba que no manifestara el daño y la violencia psicológica de la que había sido víctima.
El Estado terrorista hizo que a Adriana hoy le cueste explicarle a sus nietas por qué no están sus abuelos. Tejer esa trama familiar con ese vacío. El mismo Estado que privó a Mónica y a Gustavo de disfrutar de sus hijas y nietas. Además Adriana afirmó que: “se llevaron a gente que tanta falta hace en la situación actual. Hubieran sido muy necesarios”.
Durante la desesperada búsqueda consiguieron entrevista con monseñor José Plaza, entonces arzobispo de La Plata, que sacando su libretita les dijo que no sabía nada de su hermano y que Mónica había dado a luz.
Después del secuestro la familia sufrió amenazas. A Adriana le hicieron vigilancia y además miembros de la Policía Federal se presentaron a la casa de su madre que estaba lisiada y con la pequeña María dejando entrever que estaban tanto de todos los movimientos de la familia.
Luego de la restitución de María José ocurrieron otras amenazas graves. Controlaban sus movimientos y Adriana sufrió el robo de su auto. Le dejaban mensajes en el contestador diciéndole que pagara una cantidad de dólares para que no les pase a sus sobrinas lo que les pasó a sus padres. Se fueron a Río Negro donde su padre tenía familia.
Las amenazas continuaban y cuando se cumplían los 30 días del plazo del seguro apareció su auto en otra comisaría. Adriana supo que se trataba de la banda de los comisarios.
"La última vez que vi a mi hermano fue para mi cumpleaños"
En segundo lugar prestó declaración testimonial el hermano de Adriana, Ariel Francisco Lavalle, empleado. Relató que la última vez que vio a su hermano Gustavo fue para su cumpleaños, unos días antes de su secuestro, cuando su hermano lo fue a visitar. El domingo siguiente su padre lo fue a visitar y se enteró que se lo habían llevado con la esposa embarazada de ocho meses y la hija. Ariel había cumplido 16 años. Su hermano en la visita comentó que hacían militancia barrial con la esposa y que estaba muy asustado porque gente conocida de él ya había sido desaparecida.
Cuando Ariel entró al servicio militar, el capitán lo amenazó diciéndole: “Vos tenés un hermano que fue chupado, que no se enteren los demás acá porque sos boleta”.
Relata que a su sobrina María José la recuperaron el 31 de octubre de 1987 a través de las Abuelas de Plaza de Mayo y con la intervención del juez Juan Ramos Padilla. La tenían apropiada unos policías en Mar del Plata. Justo 31 años después de esto, su tío está declarando en un juicio que no tiene en su banquillo de acusados a los apropiadores.
Ariel sostuvo que el entorno familiar quedó roto: “Para unos padres perder el hijo, perderlo, no encontrarlo no tiene solución en la mente de ellos. Ves a tu sobrina siendo chiquita y no teniendo a sus padres, es muy doloroso porque éramos una familia en donde falta algo muy esencial. Mi sobrina María tenía convulsiones, ataques de epilepsia, ver a tus viejos sufrir todo el tiempo, esperando noticias, buscándoles por donde sea junto a la nena o nene, no sabíamos qué era. Las consecuencias no terminan nunca”.
“Ansiábamos el traslado y años después supimos que eran los vuelos de la muerte”
En tercer y último lugar declaró la profesora de Historia Liliana Mabel Zambano quien estuvo dos meses secuestrada. Manifestó que fue secuestrada el 30 de agosto de 1977 en La Plata. Vivía en un departamento en 5 y 59 con dos compañeros de facultad. Esa noche ingresaron a su departamento personas de civil y les llevaron a la Brigada de Investigaciones en 55 entre 13 y 14 donde pasaron la primer noche.
A la mañana siguiente fueron trasladados al centro clandestino de detención de Arana donde los torturaron. Dos días después los vuelven a trasladar a la Brigada de Investigaciones en 55 entre 13 y 14. Luego la trasladan sola al Pozo de Banfield. Allí logró comunicarse a través de la pared con Liliana Galetti, una profesora de historia que se encuentra detenida-desaparecida y quien le dice que se quede tranquila, que ahí ya no los iban a torturar más y que ellos ese día se iban del lugar y que iban a ser trasladados en avión, que no debían comer nada porque iban a viajar en avión al sur y que iban a pasar a disposición del PEN.
Conoció a más personas detenidas allí, muchas de las cuales venían de la Brigada de San Justo donde fueron duramente torturados. Liliana relata así su primer día en el Pozo de Banfield: “El día que llego a Banfield a Mónica Lemos la trasladan en ese grupo grande. Después a las mujeres nos hicieron limpiar ese pabellón y juntamos las cosas que dejaron. Había un pantalón de embarazada de Mónica Lemos. Allí en Banfield había nacido su hija menor”.
Liliana relató que ansiaban el traslado creyendo que se trataba del destino hacia una cárcel legal en la que estarían en contacto con la familia. Años después supo que esos traslados en avión eran los vuelos de la muerte.
El 29 de octubre de 1977 la liberaron en Claypole. Ella le preguntó a los secuestradores cómo hacía con los documentos a lo cual estos le respondieron: ¿Pero vos no te das cuenta que volviste a nacer? Volvé a sacar los documentos.
¿Tendrá dinero el padre de esta? ¿Podremos antes de liberarla sacarle algún dinero? escuchaba Liliana. La camioneta ingresa a un descampado y le dijeron: “Ahora bajás, mirás a un camino, a una luz y ahí es la parada de la Costera Criolla. No te des vuelta porque así como firmamos el acta de nacimiento firmaremos el acta de defunción”.
La próxima audiencia se llevará a cabo el día miércoles 7 a las 10hs en el TOF N° 1 de la ciudad de La Plata de calle 8 entre 50 y 51. Es necesario para presenciarlas ser mayor de edad y concurrir con DNI.