Relatos de una militante en conmemoración de los diez años de la segunda desaparición del sobreviviente del genocidio y testigo del juicio a Miguel Etchecolatz.

Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Jueves 8 de septiembre de 2016
Mirá el Dossier Especial sobre los diez años sin Jorge Julio López
“La materia del arte es el recuerdo
El destino del arte es nombrar con belleza
Lo que vivirá mañana sin olvidos…” (Vicente Zito Lema)
Sobre el viejo edificio de la calle 48 que albergó a miles y miles de estudiantes cuando fuera la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata; en una de las columnas que mira hacia la avenida 7, una de las arterias principales de la ciudad de las diagonales; las mismas imágenes desde hace diez años me miran casi como queriendo hablar conmigo.
A través de la ventana del colectivo se me imponen, es muy difícil no contemplarlas.
Es muy difícil dejarlas pasar, a pesar de estar medio ocultas en estos tiempos. Ocultas pero a medio rabo.
Una silueta oscura, sin rostro, casi caída. Una silueta que no denota edad, sólo un cuerpo pesado. Colgada, como suspendida, se eleva entre las paredes de una universidad que ha sabido gritar, esconder, llorar, desaparecer, encontrar.
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“Porque teniendo memoria elegí la amnesia...”, comienza a inscribirse entre los pliegues de su torso, como si fuera el presagio de un silencio que llegaría. La silueta no esta sola.
A su lado la imagen de un viejecito dirán algunos, de un hombre común, dirán otros.
Sabemos quién es. Es Julio, es López. Es quien nos falta.
Pocas palabras la acompañan.
Palabras que sonorizan sentimientos encontrados entre desasosiego, impunidad, bronca, grito, resistencia y lucha.
“...años sin López. Te podes acostumbrar?”
Miro y miro. Y cada 18 de septiembre los artistas de las grandes paredes cambian el número. Hasta hoy nadie se atrevió a taparlo.
Hoy llegó el número diez.
Diez años en que Julio López habló, denunció, no calló. Y lo callaron.
Diez años en que impunidad, complicidad, la no justicia pueblan las alcantarillas de aquellos que decidieron y deciden no hacerse cargo, pero le otorgan el perdón a su asesino.
Y en estos diez años entre gobiernos Nac&Pop cargados de López, Luciano Arruga, las luchas de Lear y Madygraf y gobiernos ceocráticos con despidos, ajuste y represión; me reencontré y me reconstruí como sujeto de lucha, sabiendo y decidiendo de qué lado estar. Junto a muchos otros que optaron por una militancia partidaria diferente, independiente.
La ausencia de Julio López, que es presencia, nos duele y al mismo tiempo, con su puño en alto nos fortalece para exigir verdad y justicia.
Cuando el micro me conduce por la ancha avenida yo lo miro.
Y él nos mira.
Porque decidí no elegir la amnesia del hombre solo.
Porque decidí elegir la memoria del ser colectivo.
Porque elegí mirar.