Los primeros sectores en salir a protestar durante la pandemia han sido jóvenes de la primera línea. A las protestas de enfermeras en New York, se suman movilizaciones de jóvenes trabajadores y trabajadoras en situaciones de precarización en otras partes del mundo como Argentina, Estado Español y Costa Rica. El reclamo por mejores condiciones de trabajo y de vida atraviesa el mundo entero, en la medida en que más y más jóvenes exigen que no sea la clase trabajadora quien pague la factura de esta crisis.
Viernes 22 de mayo de 2020
La crisis provocada por la expansión de la pandemia, ha retratado perfectamente las principales contradicciones de un sistema económico y social basado en la acumulación “infinita” de una minoría de sujetos, a costa de la salud y la vida de millones de personas; una acumulación basada en la explotación de la vida y de la naturaleza. Esto quiere decir, que si bien la pandemia agravó la situación, previo a ella, las tendencias al desempleo y la precarización de la juventud en Latinoamérica, eran abrumadoras.
Desempleo y juventud
De acuerdo con los informes publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la incertidumbre en la que se encuentran los mercados de la región presentó un crecimiento en la tasa de desocupación regional. El caso de la juventud es particular, con un índice que alcanza un 19,8% de desocupación, es decir, 1 de cada 5 jóvenes en la fuerza laboral no encuentran empleo.
La desocupación femenina también aumentó en la región, llegando al 10,2% frente a un 7,3% de desocupación masculina, profundizando la brecha de la desigualdad de género. Las mujeres, además, presentan una menor inserción en el mercado laboral, con un 50,9% al lado de un 74,3%.
Según los datos de la OIT, el alza en el desempleo regional entre el 2018 y el 2019 sumaría más de 25 millones de personas buscando empleo sin poder conseguirlo. La tendencia que apuntaba el estudio implicaba ampliar esta cifra hasta 27 millones para finales de este año -sin considerar los efectos devastadores de la pandemia sobre la economía capitalista de conjunto.
Precarización del trabajo
La desaceleración económica habría golpeado tanto la cantidad, como la calidad de los empleos a los que han podido acceder millones de jóvenes en la región. El aumento del trabajo por cuenta propia, en contraposición a la disminución de la proporción de personas empleadas como asalariadas privadas.
Con los datos disponibles hasta el año 2019 puede establecerse una tendencia creciente en el trabajo por cuenta propia, aumentando de 21,1% de los ocupados en 2012, al 23% en 2018. Destaca la continuidad de la expansión de este tipo de trabajo, usualmente vinculado a dinámicas de informalidad y precarización.
Por otro lado, si bien el porcentaje de asalariados sigue siendo mayoritario, ha presentado una disminución en su proporción, pasando de un 50,4% a un 47,3%. Además, de acuerdo con la OIT, en 11 de 10 países analizados en la región, se comprobó un aumento de las personas ocupadas que trabajan menos de 35 horas y que desean trabajar más -dinámica denominada como subempleo.
Precarización y desempleo en Costa Rica
De acuerdo con el Informe del Estado de la Nación del 2019, durante los últimos años el mercado laboral ha experimentado un crecimiento de las personas que laboran en microempresas y de mujeres en servicio doméstico o por cuenta propia, al mismo tiempo que estos sectores son los más vinculados a dinámicas de precarización del trabajo.
El estudio considera 4 dimensiones para comprender la dinámica de la precarización del trabajo en el país: 1) ingresos suficientes, 2) cumplimiento de la protección social básica, 3) jornadas laborales y balance vida-trabajo y, 4) estabilidad y satisfacción laboral. Los resultados del estudio, aplicado tanto a trabajadores públicos, como privados y por cuenta propia, revela un cumplimiento de las 4 dimensiones citadas, de apenas un 65,3% -revelando además que la variable con mayor índice de incumplimiento corresponde a la de jornadas de trabajo.
En lo que respecta a los ingresos, trabajadores por cuenta propia presentan porcentajes de incumplimiento de hasta un 51,5%. Cerca de un 46,5% de trabajadores y trabajadoras de microempresas carecen de ingresos suficientes. Respecto al acceso a seguridad social, los trabajadores por cuenta propia es de 35% y en el sector de servicios domésticos apenas cubre a un 16,2%
Los trabajadores por cuenta propia presentan las condiciones más desfavorables, con un 16,3% en empleos de baja calidad y solo un 25,9% en alta. En servicio doméstico predominan los empleos de media calidad (79%) y muy pocos son de nivel alto (16,6%). En términos generales el estudio determina que “sufren carencias 1 de cada 8 empleados públicos, 1 de cada 3 empleados de microempresas, 1 de cada 4 en pequeños emprendimientos y 1 de cada 5 en las firmas medianas y grandes”.
Las transformaciones del mercado laboral, en términos de la expansión de la tercerización de labores y el desarrollo de las diferentes plataformas digitales de empleo, ha topado con una serie de vacíos legales en el propio Derecho Laboral del país, dando pie a dinámicas de contratación complejas, aumentando la explotación y subcontratación.
Por otro lado, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), señala en la última encuesta detalla el crecimiento del sector independiente (compuesto por trabajadores por cuenta propia), con cerca de 40 mil nuevas personas laborando bajo esta modalidad.
En cuanto que la informalidad abarca a un aproximado de 1 millón de personas, de las cuales 625 mil eran hombres y 415 mil mujeres -presentando un crecimiento de 45 mil hombres más en empleos informales en el primer trimestre del 2020, en comparación con el mismo período del 2019.
El desempleo, por otro lado, se mantiene en su pico histórico de 12%, afectando a jóvenes menores de 24 años con estudios inconclusos, quienes componían cerca del 35% de los desempleados en el país durante el 2018.
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Organización de la bronca: ellos o nosotrxs
Frente a la tendencia de la expansión de las llamadas “zonas grises” -definidas como relaciones de trabajo que por un lado cuentan como trabajo autónomo, pero que se encuentran totalmente desprotegidas por la ley como pasantías, educación dual y servicios brindados a través de plataformas digitales- algunos sectores ya han empezado a materializar sus reclamos.
Una imagen muy similar podría obtenerse de la juventud en Madrid, Buenos Aires o el Distrito Federal. La pandemia reafirmó el lugar central de la clase trabajadora para echar a andar el mundo. Gran parte del sector “esencial” está conformado por jóvenes. Jóvenes cada vez más expuestos a la precarización de la vida y el trabajo. Jóvenes lanzados a la primera línea.
De acuerdo con datos del 2017, la OIT reconoce que 70 millones de jóvenes están desocupados y 3 de cada 4 se encuentran realizando trabajos informales. Unos 150 millones de menores de 25 años, aún con trabajo, viven en la pobreza (con menos de $3 al día) y son además el 70% de los migrantes internacionales. Se presenta un dilema a la juventud, elegir entre morir de hambre, o morir por el virus.
La juventud ha tenido que mirar el rostro más precario que el capitalismo, cada vez más convulso y podrido tiene para entregar. La vida cotidiana de cada vez más y más jóvenes está atravesada por el endeudamiento de sus familias, las dificultades para estudiar, la falta de dinero a fin de mes. Han crecido con la incertidumbre de un futuro repleto de pronósticos de recesión y crisis ambiental. Con patronos cada más más a la ofensiva en la instalación de condiciones laborales indignantes, con relaciones laborales difusas y al margen de cualquier responsabilidad con respecto a sus trabajadores y trabajadoras. Mientras esta es la radiografía de la vida a la que empuja el capitalismo a millones de jóvenes, Jeff Bezos y Amancio Ortega se hacen cada vez más ricos a costas de la explotación y precarización de miles.
La crisis dejó más claro que nunca el hecho de que los ricos y los gobiernos quienes les representan, están dispuestos a sacrificar a las nuevas generaciones con tal de salvar sus negocios y asegurar sus ganancias.
Sin embargo, esta perspectiva debe servir como palanca para expresar toda la rabia contenida por los sectores más precarizados y expuestos. La potencialidad social y política con la que cuenta el denominado “nuevo proletariado de servicios”, dentro de la esfera de servicios, de las tecnologías de la información y la comunicación, en la esfera de la circulación del capital; que se expresa muchas veces en peleas puntuales, puede transformarse en un cuestionamiento de fondo al sistema social que impone las condiciones de miseria a las que se ven atados.
La conclusión inevitable es que la juventud, si bien es la más precarizada, también es parte fundamental de las y los esenciales. Por eso ha encontrado su lugar en la “primera línea” durante esta pandemia.
En Argentina, se conformó una Red de Trabajadorxs Precarizadxs e Informales, con participación de trabajadores y trabajadoras de call center, docentes y repartidores de plataformas digitales y aplicaciones. La Red, convocó una importante movilización apuntando a las condiciones de precaridad y explotación a las que se ven expuestos miles de jóvenes.
En Estado Español, el ejemplo lo ponen trabajadores y trabajadoras de Telepizza y Glovo, quienes desde el año pasado han organizado importantes huelgas en reclamo por aumentos de salario y mejora en las condiciones de trabajo. Recientemente, estos trabajadores y trabajadoras de Telepizza organizaron una huelga, en protesta por las medidas adoptadas por la empresa, la cual les sancionaba por negarse a trabajar sin protección o protocolos de salud. Una vez más queda claro que para los grandes empresarios no hay reparo en arriesgar la vida por la empresa… la del trabajador eso sí.
En Costa Rica, el martes 19 de mayo, una movilización de repartidores de apps como Uber Eats, Glovo y Rappi organizaron acciones en San José, Orotina y Cartago. Los reclamos siguen la misma línea de las movilizaciones en otras partes del mundo: denunciar las condiciones precarias en las que son obligados a trabajar. En Costa Rica, la plataforma de Uber por sí sola acumula 28.000 repartidores y repartidoras, a lo cual se deben sumar los más de 3.500 que operan para Glovo. Si bien previo a la pandemia las condiciones laborales de la juventud convertida en “socios repartidores” ya era precaria, las empresas recrudecieron las medidas, con reducciones en las tarifas y la cantidad de horas laborales que puede ejercer un/a repartidor/a.
Desde Organización Socialista que impulsa La Izquierda Diario, hacemos eco del reclamo por organizar a estos sectores y demandar una mejora en las condiciones de vida y trabajo. Frente a las nuevas formas de explotación y precarización de la vida, la juventud debe poner en pie formas nuevas de organización y lucha, asumiendo el papel fundamental que juegan millones de jóvenes dentro de la clase trabajadora, cumpliendo con roles esenciales para el funcionamiento sano del capitalismo. Nos sumamos a los esfuerzos que la juventud ha puesto en pie en todo el mundo para darle una salida revolucionaria a la crisis capitalista.