Dos cuadros políticos. Dos figuras que capearon el cambio de gobierno pudiendo sostener una buena imagen. Por esto entiéndase, por lo menos, sin ser salpicados por acusaciones de corrupción. Dos rostros jóvenes, parte del núcleo duro del kirchnerismo, se acercaron a la corpo mediática esta semana.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Sábado 24 de septiembre de 2016
Axel
El diputado nacional y ex ministro de economía, Axel Kicillof, estuvo en el programa de Nelson Castro por TN, El juego limpio. La diputada Juliana de Tullio por su parte, asistió a una entrevista para La Nación con Juan Miceli.
Las escenas eran algo difícil de imaginar hasta hace meses atrás. Después de tantos años de pirotecnia entre los referentes del kirchnerismo con lo que ellos mismos denominaron “la corpo”, cualquiera hubiera esperado ver otra cosa en ambos reportajes.
Nelson Castro se sentó ante Kicillof. Más que preguntarle, acusó duramente a su entrevistado. Le dio poco espacio para responder y desarrollar ideas. De lengua filosa y ponzoñosa, el periodista azuzó con muy poca diplomacia al joven Kicillof. Este por su parte, jugó un papel bastante lastimero. Ante frases de Castro como “no intento defender a este gobierno” Kicillof respondió que él sabe que Nelson “es crítico de este gobierno en muchas cosas”. “Parece que lo está defendiendo pero bueno…”, fue lo único que se atrevió a responder el diputado ante uno de los periodistas emblemas del “periodismo de guerra” que tanto vapuleó a las gestiones kirchneristas y favoreció al macrismo desde sus orígenes.
Así comenzó la catarata de preguntas que Castro disparó con agresividad a su entrevistado. Kicillof intentó defenderse y se desató un cruce algo subido de tono en el que Indec, inflación, devaluación, obra pública y corrupción fueron los principales ejes. Según Kicillof la gente no votó el plan económico de Cambiemos, porque nadie le dijo que iba a bajar el empleo, entre otras cosas. No se puede echar la culpa de lo que pasa a la “pesada herencia”. Macri en su campaña hablaba de la revolución de la alegría y que todos podíamos vivir mejor. Ahora en cambio, sostiene que el problema es que antes “vivíamos demasiado bien”.
Las respuestas de Kicillof fueron más que defensivas. El control de la situación y de la palabra estuvo siempre bajo control de Nelson Castro.
El reportaje finalizó con el mismo tono con el que comenzó.
Juliana
En encuentro entre Di Tullio y Miceli fue mucho más diplomático y tranquilo. Sin embargo, las afirmaciones de la diputada también la muestran como una funcionaria bastante poco combativa. El periodista comenzó la entrevista con una pregunta sobre la votación del presupuesto 2017.
¿Resistiendo con aguante? Di Tullio dejó bien en claro que no pondrán oposición para que Macri pueda votar su presupuesto de ajuste.
Para argumentar esta posición colaboracionista del FpV con el oficialismo, la diputada contó que “antes de que concluya el mandato de la ex presidenta se reunió con nuestro bloque y nos pidió que seamos absolutamente de lo que fue la oposición con nosotros en el congreso nacional”. Sin embargo, este gesto de obediencia a la conductora, fue matizado por un comentario posterior.
Miceli preguntó por las declaraciones de Cristina Fernández sobre Sergio Massa, quien según declaró, “no es el enemigo”.
¿Qué pensará Di Tullio sobre los senadores del FpV que votaron la misma entrega gravosa? No se puede saber, al menos por este reportaje, porque omitió profundizar sobre esa actitud “responsable” y colaboradora por parte de su espacio político, que tan en claro dejó cuando se refirió al proyecto de presupuesto.
Luego de pasar por varios minutos de intercambio sobre el tema de la corrupción y el nombramiento de familiares de funcionarios para cargos públicos, la diputada finalizó realzando la figura de Cristina:
Las elecciones de 2017 en el horizonte, ¿imponen a estas figuras el objetivo de achicar la grieta y comenzar a dialogar con un electorado que les fue esquivo hasta hace poco?
Ambos diputados no se acercaron a polemizar con los periodistas de la corpo y se presentaron despojados de toda crispación. Quizás tienen en la mira al público seguidor del “periodismo de guerra” para intentar tender una tregua.