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Red Internacional
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MUNDO OBRERO. Konecta intentó descontar salarios durante la DANA en Málaga: ante la denuncia sindical, retrocedió

La empresa de telemarketing Konecta intentó descontar del salario las ausencias durante el 13 de noviembre por la DANA en Málaga. Tras la denuncia de CGT y protestas de la plantilla, se frenó y se consideran ausencias justificadas por la alerta máxima de precipitaciones.

Lunes 18 de noviembre de 2024

Dos semanas después de la catástrofe de la DANA seguimos viendo muestras, en otras latitudes del estado español, de que a pesar de que las condiciones climatológicas extremas persisten y se agravan el beneficio económico sigue primando para los empresarios por encima de la seguridad de sus trabajadores.

La empresa de atención al cliente Konecta ha demostrado ya su particular desprecio por las vidas de sus empleados en dos ocasiones: primero, en plena pandemia del COVID, cuando sus instalaciones en Bollullos de la Mitación (Sevilla) fueron desalojadas por la policía dado que no cumplían con las normas sanitarias. Más tarde, en junio de 2023, una de las teleoperadoras murió de un infarto durante su jornada laboral y, sin embargo, el responsable de la oficina obligó a los demás empleados a continuar trabajando, sin que los servicios de emergencia hubieran llegado aún para llevarse el cuerpo de su compañera.

El pasado 12 de noviembre, ignorando la alerta roja que emitió la AEMET por las fuertes precipitaciones que se preveían, la empresa obligó a la plantilla a que acudiera al centro de trabajo en el Parque Tecnológico de Málaga al día siguiente. Algunos decidieron no asistir, pero los que lo hicieron no recibieron órdenes de evacuar el edificio hasta mediodía, cuando las lluvias habían provocado que se paralizara el transporte público en la ciudad. Como otras empresas durante la DANA, en Valencia, Konecta prefirió poner en riesgo las vidas de sus trabajadores durante horas antes que perder un solo euro de beneficio.

A día 17 de noviembre, la empresa anunció que penalizaría económicamente a los trabajadores descontando de sus nóminas cada hora no trabajada durante el temporal del día 13, a menos que las recuperen. Esta noticia fue recibida con gran indignación por parte de los empleados, que desde el comité de empresa, donde el sindicato mayoritario es la CGT, resolvieron convocar una concentración de protesta el miércoles 20 de noviembre a las 10:30 a las puertas del centro de trabajo.

CGT publicó, además, una reclamación escrita para exigir que las ausencias se califiquen como “justificadas”, amparándose en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, y se pague a los trabajadores afectados la cantidad correspondiente. Finalmente, ante el anuncio de protestas y su rápida difusión como un escándalo laboral, Konecta retrocedió y anunció que “no se realizarán deducciones en la nómina por la jornada correspondiente al aviso de alerta roja”.

Este retroceso muestra a una patronal queriendo evitar el escándalo, pero contrasta con el retraso de la evacuación del edificio hasta mediodía, tal y como denuncia la sección de CGT, “cuando la EMT ya había paralizado todas sus líneas de autobús, y cuando el rio Campanillas estaba a punto de desbordarse, la empresa decidió proceder a activar la evacuación de los allí presentes”.

La línea de acción del Ministerio de Trabajo y de los sindicatos mayoritarios en cuanto a la gestión de la crisis climática es aún ineficaz, según se ha demostrado. No basta con pedir educadamente a empresarios para los cuales la seguridad de los trabajadores claramente no es una prioridad que les permitan ausentarse de su puesto de trabajo ante condiciones meteorológicas adversas. Tampoco es suficiente convocar paros de 10 minutos como protesta, una vez ocurrida la tragedia. Asimismo, no podemos aceptar que las direcciones de empresas como el grupo Konecta sigan priorizando el beneficio económico sobre las vidas de los trabajadores sin consecuencias legales.

Se prevén nuevas DANAS, nuevos fenómenos meteorológicos extremos donde aquellas que pondrán el cuerpo serán las personas de clase trabajadora. Es esta la que tiene que tomar sus propias herramientas de lucha para imponer que toda actividad empresarial se paralice frente a situaciones de riesgo y que todos los recursos se pongan al servicio de la previsión y reparación de los daños causados por la crisis climática.