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TODOS EXTRACTIVISTAS. Kulfas defiende el acuerdo porcino con China: “No le veo ningún aspecto negativo”

El ministro de Desarrollo Productivo confirmó que el Gobierno avanzará con el megaplan para instalar decenas de granjas industriales pese a todas las objeciones sanitarias, ambientales y sociales.

Valeria Foglia @valeriafgl

Viernes 6 de noviembre de 2020 16:43

Con el libreto que sostiene el Gobierno nacional desde que Alberto Fernández hablara de una “enorme oportunidad” de “alimentar a nuestros propios animales y vender nuestra carne faenada en el mundo”, Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, se refirió al acuerdo porcino con China que su par Felipe Solá, titular de Cancillería, se apresta a firmar durante noviembre pese al repudio generalizado y todos los cuestionamientos a nivel sanitario y ambiental.

En diálogo con María O’Donnell en Metro, el ministro Kulfas señaló que no le ve “ningún aspecto negativo” al megaplan para instalar decenas de complejos industriales, esencialmente en el norte del país, para exportar 900 000 toneladas de carne a China. Sectores científicos y ambientalistas apuntaron varias objeciones a este tipo de industrias en base a la experiencia internacional.

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El titular de Desarrollo Productivo ratificó así que Argentina se encamina a la firma del memorándum de entendimiento con China, el marco diplomático y legal negociado durante meses sin información transparente ni participación popular entre la Cancillería de Felipe Solá y el Ministerio de Agricultura chino. Capitanich ya empezó y firmó por tres.

“Argentina produce carne desde que es un país. No es algo novedoso que el país haga carnes (sic). La discusión debería ser [sobre] los métodos productivos”, intentó salir del paso Kulfas, que no pudo mencionar cuál sería la forma de producir carne de cerdo a gran escala con métodos sustentables. Apenas mencionó vagamente que los proyectos en danza “tienen en cuenta varias dimensiones, la ambiental entre ellas”, perdiéndose en generalidades como la conversión del excremento de cerdo en biogás para impulsar “las energías renovables” (mientras apuestan con todo al combustible fósil en Vaca Muerta).

No es la primera vez que Kulfas intenta un “discurso verde”. Al comienzo de su gestión, con los aires todavía presentes de las enormes manifestaciones globales contra la crisis climática, llegó a hablar de un “Green New Deal” local. La realidad del impulso y los beneficios para Vaca Muerta y los hidrocarburos hizo añicos el relato “verde”. Kulfas es también uno de los encargados de facilitar la creación de nuevos proyectos de megaminería, como en San Juan.

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Desde que Cancillería anunciara a través de su web el avance de las negociaciones con China a comienzos de julio, se formó un gran movimiento contra las megagranjas a nivel nacional. Apuntando directamente contra este sector, Kulfas lanzó: “Me pareció una controversia poco conducente. Argentina tiene la capacidad de transformar materias primas como el maíz y la soja en carnes y generar un negocio de exportación importante, lo que le daría al país mejores fundamentos macroeconómicos para evitar los problemas que tenemos de manera recurrente”.

Con ese eufemismo, Kulfas, parte de la mesa técnica que junto a Cancillería y Agricultura, Ganadería y Pesca revisa el acuerdo (no, Cabandié, vos no), se refirió a lo que la Coordinadora Basta de Falsas Soluciones, surgida al calor de la lucha a nivel nacional, llamó “proyecto cortoplacista” que pone en riesgo “nuestro suelo, aire y agua”. Para el ministro, en cambio, se trata de “una actividad que podría generar mucha inversión de empleo en el interior, y además en el interior del interior”, atrayendo divisas para el pago de la deuda fraudulenta e ilegítima que Macri legó.

¿Cuál es el problema de las megagranjas porcinas?

Aunque muchas de las objeciones tengan que ver con el daño ambiental, el ministro Juan Cabandié no formó parte de las tratativas. Eso no impidió que asuma el papel de “abogado defensor” del memorándum, celebrando la entrada de divisas. Por el lado de Ginés González García, silencio total pese a que el potencial pandémico de las megafactorías es un dato objetivo.

Según el anteproyecto “12 000 madres”, alabado por Kulfas, se trata de “la construcción del mayor proyecto porcino de Argentina”, con “granjas de 12 000 madres, planta de acopio y acondicionamiento, planta de prensado de soja, planta de balanceado, generación de biodiésel”, entre otros aspectos. Los requisitos: que los territorios que no se hayan inundado en el último medio siglo, tengan al menos cien hectáreas, en una región con capacidad para sembrar unas 12 000 hectáreas de maíz y otras 5000 de soja, y puedan proveer un millón y medio de litros de agua por día.

Vayamos por partes:

*Son cuestionadas en todo el mundo por su potencial pandémico y la generación de virus de origen zoonótico como el covid-19. China misma debió recurrir a tercerizar la producción a causa de la gripe porcina africana por la que sacrificó cientos de millones de cerdos en 2018. También hubo problemas en Italia, México, Chile y otros países.

*Generan muy pocos puestos de trabajo (y de mala calidad) y acarrean serios problemas sanitarios, sociales y ambientales por la cantidas de desechos.

*Las quieren instalar en zonas en emergencia hídrica, afectando a las comunidades con contaminación de aire, agua y suelo.

*Recurren al libreto histórico del extractivismo: prometen ingreso de divisas, más empleo y reactivación en regiones donde abunda la pobreza. A la salida de estos procesos hay más deuda, más ganancias para grupos capitalistas, pero la pobreza no baja.

*No hubo estudios de impacto ambiental ni sanitario, no se cumple la legislación vigente. No se informó en forma transparente y hubo idas y vueltas en el escueto comunicado oficial. Del mismo modo, a fines de agosto se postergó la firma y nunca dieron cuenta de los cambios al memorándum que circuló extraoficialmente.

*Es falso que vayan a reducir la producción de soja y maíz transgénicos, adictos a los agrotóxicos.

* Es un plan que no tiene consenso social (y por esos las protestas virtuales y callejeras). Ante megaproyectos que ponen en peligro las condiciones de vida de la población, la sanidad animal y los bienes naturales, se avanzó sin disponer mecanismos de participación pública.