Una crónica sobre el superclásico y los verdaderos hinchas: los que cambian el turno para ir a alentar y ya saben quiénes son los responsables de lo que pasó en el Boca-River.

Roberto Amador Obrero de Madygraf y docente de escuela secundaria
Sábado 16 de mayo de 2015
Pero no encontró aliados. Así estuvo hasta el miércoles por la tarde. Ya tenía decidido que si no le cambiaban el turno algo iba a salirle de la galera. Y vaya, por esas casualidades escuchó que había un compañero del turno mañana que necesitaba el cambio de turno porque tenía a su hijito enfermo y necesitaba estar de tarde.
Ya estaba el pavo en la bolsa. Es una travesía viajar de Pacheco a la Boca, pero qué da. Las pasiones mueven montañas si se trata de bancar los trapos. Y el hincha cargado de ganas, con esa boca silenciosa que aspira a descargar los malos tragos de la jornada de trabajo, va echando aceite a las letras que tiene planeado agitar. Recuerda que su hijo quedó vestido de azul y oro, aún sin saber que esos colores son las pasiones que conmueven a su padre.
Las calles de la Boca, con su aire arrabalero de tango e historia, nunca dejan de conmover al hincha.
La adrenalina de un primer tiempo que deja las ganas de ir al descanso con algún gol que afiance más el agite. Los ojos contemplan. El paño se conoce. Sabe que los barras ocupan tal o cual sector. Entonces baja los ojos. Otra vez estos piensa. Todos los domingos lo mismo. Echa una puteada de bronca.
Los años le han enseñado que la política no está ausente. "Los barras más ligados a la Cámpora quieren hacer pie y sacar a los macristas del PRO. Eso pasa. Tengo mucha bronca porque yo cambie el turno o los domingos pierdo todo el día y después ves todo lo que pasa. Complicidad de los barras con la policía y estos políticos".
Los clubes de futbol que en su origen fueron patrimonio las barriadas obreras se han transformado en un negocio donde el espíritu empresarial acecha sobre las anclas de buen fútbol de los hinchas. La gran mayoría de los presentes son trabajadores. Pero como demuestra diariamente, donde hay empresarios tiene que haber barras y policías. Es la forma que tienen los empresarios de cuidar sus negocios.
Lo que para ellos es un negocio para los trabajadores es una pasión, esta pasión por el fútbol es lo que realmente sos tiene al fútbol. ¿Se imaginan clubes sin hinchas? Es como pensar fabricas sin trabajadores. Si los hinchas son los que hacen el esfuerzo para que se mueva el club que sean ellos los que decidan que hacer con su club.